wyllie

Fuente: La Nación
29/03/2025 19:00

Alex Wyllie, el chamán que despertó en los Pumas el animal de poder que estaba dormido

El rugby argentino y los Pumas durante mucho tiempo sufrieron un complejo de inferioridad. Al ser un deporte de origen sajón, todo lo que llegaba acerca de esta disciplina desde Nueva Zelanda, Sudáfrica o Europa era una verdad sagrada, indiscutible. El deporte es de ellos, se pensaba. Pero el deporte es de quienes lo juegan. Sin personas no hay deporte, como sin personas no hay música o países. Vaciarse de verdades lleva tiempo, caídas, aprendizajes. Como la evolución. Para los Pumas, fueron muchas derrotas dignas. Victorias heroicas, cada tanto. Funcionaba como bandera y motor creer en eso. Somos amateurs, somos puro corazón. Y a las derrotas, muchas veces, si no se las trata con inteligencia, sirven para fortalecer complejos de inferioridad.Eso empezó a cambiar con una derrota para nada digna. Fue 93 a 8 frente a los All Blacks en Nueva Zelanda. Los hombres de negro parecían acróbatas, gladiadores del futuro, intocables, invencibles. Corrían rápido, mucho más rápido que el más rápido de los Pumas. Christian Cullen y Jeff Wilson, rubios aerodinámicos gozaban en sus galopes. Parecían tener muy clara su misión cada vez que agarraban la pelota: ponerla en el ingoal de los Pumas, algo que es evidente, la misma razón del juego, pero ellos no se perdían en accidentes del pensamiento estratégico, eran la ausencia de estrategia compleja.Ese día los All Blacks fueron el juego más sencillo, la simplificación de un juego que a veces se complica por el exceso justamente de pensamiento. El único try que hicieron los Pumas fue un descuido, quizá un momento en que los de negro por única vez en la tarde frenaron a tomar aire. Hacerles un try fue tan forzoso como concluir una de esas ultramaratones donde el corredor se desploma al cruzar la línea. Esa fue la derrota que encendió una idea. Una derrota que significó la construcción de victorias. Porque perder, si reflexionás sobre ello, si reconoces tus pasos, si prestás atención, puede tener también ese poder, el de construir una victoria en el futuro. Y la victoria que construye esa derrota no será solamente numérica, reflejada en partidos únicamente. Será una victoria ante el complejo de inferioridad, ante un límite. Será un momento de iluminación para el crecimiento.Los limites internos, como el complejo de inferioridad se manifiestan en la capacidad de expresión. Aparece el miedo escénico, la parálisis en situaciones definitorias. Esto es algo con lo que se juega permanentemente en el deporte. Con solo ver la camiseta rival ya se produce ese efecto en el equipo o deportista. A los Pumas les pasaba en los mundiales, donde nunca podían pasar de las instancias de primera ronda. En 1999 eso cambió y fue por aquella derrota frente a los All Blacks. No fue de un día al otro. En esos dos años hubo un trabajo profundo en el plantel. Para hacerlo contrataron al neozelandés Alex Wyllie, quien fuera asistente del equipo campeón de los All Blacks en 1987. ¿Quién mejor para curarte de complejo de inferioridad que un campeón que te cuente los secretos, que te desafíe más allá de tus límites y que también reconozca todo tu potencial? Wyllie no fue solamente un entrenador, fue un psicólogo, fue un chamán que despertó lo que en las civilizaciones llaman el animal de poder que estaba dormido. Llegó alguien de afuera, que no tuviera el mismo complejo cultural, que justamente viniera con la mirada del que sabe que puede. Y ese que sabe también elige a sus emisarios para pasar el mensaje. Entre ellos estaba Agustín Pichot.En ese Mundial de 1999, los Pumas tuvieron su encuentro cumbre con su limitación. Fue en el partido de repechaje para pasar a cuartos de final, contra Irlanda, el 20 de octubre de 1999, en el estadio Félix Bollaert, en Lens, Francia. El partido tuvo todos los condimentos de relatos de viajes y aventuras donde el protagonista tiene la posibilidad de convertirse en héroe, pero debe sortear adversidades de las cuales no se sabe si saldrá fortalecido. Tras mucha paridad en el juego, pero estando detrás en el resultado, Los Pumas hicieron algo que nunca antes habían hecho, y es lo que las situaciones límites te piden: innovar.Tenían un scrum por la derecha a diez metros del ingoal irlandés y uno pensaría que los Pumas guardarían la pelota para empujar a los de verde hasta llegar al try. Pichot tira la pelota, pero los forwards irlandeses se plantan bien, incluso llegando a hacer retroceder levemente a los Pumas. Entonces, el medio scrum argentino saca la pelota y habilita a Felipe Contepomi, que en un cruce con su compañero de la izquierda junta las primeras marcas para después tirar un pase largo a Gonzalo Camardón que entraba lanzado en diagonal de derecha a izquierda. Y justo cuando la última marca sube, tira un pase salteando al fullback argentino y le hace llegar la pelota a Diego Albanese, el wing ubicado en la izquierda. Solo quedaba correr. Correr como las tribus del Kalahari que lo hacen en equipo y en busca de su presa. Correr como John Hayes cuando rompió el récord mundial de maratón. Correr como Serena Williams a los rincones de todos los rectángulos de las canchas del planeta porque pensaba siempre que esa no se le iba a escapar. Correr como esas gimnastas que van decididas al potro para hacer un salto imposible que las deja en el aire volando y girando, en un momento glorioso, espacial. Así corrió Diego Albanese, con todos nosotros mirando y corriendo con él, porque éramos su tribu del Kalahari.Yo, que nunca había sido hincha de los Pumas, porque jamás corrían con la gracia y elegancia de los All Blacks, fui más hincha que nunca. Ahora sí, dije. Ahora sí, dijeron todos. Try. Try. Try y chau complejo de inferioridad. Chau, Irlanda, anda yendo para tu casa a tomar cerveza tibia y amarga. Pero el camino del héroe no se resuelve a la primera. Por eso los últimos minutos fueron a pura defensa. Minutos en los cuales los irlandeses, queriendo revertir la situación, representaban el último bastión del complejo, el último chorro de verdades que hasta ahí creíamos.El árbitro, Stuart Dickinson, pitó el final y el sonido del silbato pareció petrificarlo por ser testigo de aquello, o tal vez fue porque Felipe Contepomi lo abrazó y nunca entendí si el gesto de Felipe fue en un rapto de confusión por la alegría, que te produce ganas de abrazar a todo el mundo, o en un momento de astucia y de comedia porque a nadie jamás en la historia del deporte se le ocurrió abrazar a un árbitro. Y nunca, jamás un árbitro espera ser abrazado por un jugador. De hecho, siempre espera lo contrario a un abrazo. Por eso, ese día es épico. Por haberse animado a jugar de otra manera a la que nuestra mente conservadora se hubiese opuesto, porque nuestra mente hubiese optado por ir a lo seguro que era jugar el scrum y el empuje agrupado o el pick and go. Por el rito iniciático de un equipo y un país. Y por el abrazo fraternal de Felipe Contepomi a Stuart Dickinson.

Fuente: La Nación
24/03/2025 09:00

Alex Wyllie, el granjero que cambió la cabeza de los Pumas: hosco y querible, agarró un rugby estallado y en plena crisis

Frontal y parco. De carácter rígido, criado a la vieja usanza. Duro en el discurso para tocar fibras íntimas. Alex Wyllie fue una pieza fundamental en una etapa de transformación de los Pumas. En la que dieron un golpe sobre la mesa para clasificarse por primera vez a los cuartos de final de un Mundial, en 1999. Dañado por un cáncer, Grizz, como se lo conocía, murió a los 80 años en Picton, en la región de Marlborough, en la Isla Sur de Nueva Zelanda. Uno de los colaboradores extranjeros más trascendentes en la historia del rugby argentino."Como entrenador marcó una diferencia con respecto a lo que se venía haciendo en el rugby argentino. Le dio un crecimiento no sólo en el juego, sino en lo mental. Le transmitió a todos que Argentina potencialmente podía ser mucho mejor de lo que era. Les dio muchas ideas de juego y eso les permitió a los jugadores lograr lo que lograron: pasar por primera vez a los cuartos de final", indicó Gonzalo Beccar Varela, entrenador asistente de Wyllie en aquella Copa del Mundo disputada en Gales.Nacido en Christchurch, cuna del rugby neozelandés, fue un feroz tercera línea. Un granjero duro, muy exigente y riguroso. A mediados de 1992 viajó a Buenos Aires iniciando una relación que, con intermitencias, se extendería durante varios años. En 1996, con José Luis Imhoff como entrenador de los Pumas, la colaboración se intensificó. En 1999, mientras estaba como asesor, el seleccionado argentino perdió a dos entrenadores antes del Mundial: en junio, Imhoff dejó el cargo y dos meses después, luego de algunos cortocircuitos y cambios en una lista ya establecida para el Mundial, Héctor Pipo Méndez renunció a 15 días de la Copa del Mundo, dejando a los jugadores solos, a la deriva, en el entrenamiento en Liceo Naval. Wyllie, que estuvo en la última gira del equipo, se encontraba en Irlanda: había firmado un contrato por dos años con el club Clontarf para empezar su etapa post mundial. Llegó a Ezeiza dos días después, sorprendido con la noticia y la desorganización, pero firme en la decisión de continuar y afinar la preparación para el debut ante el local."Él pidió que vaya alguien más al Mundial y me dijeron a mí. Estaba en Argentina y Lucho Gradín me llamó para ir de colaborador. Yo entrenaba a los backs y me quedaba mucho con los suplentes que no jugaban", recuerda Beccar Varela, que valora cómo el neozelandés convivía con el plantel: "Como persona fue muy querible. Era serio, recto. Metido en el rugby era un loco, un enfermo. Afuera era un tipo divertido, muy buena gente. Era crudo en la parte del rugby, pero cuando no entrenábamos o jugábamos era amable".La premisa de Wyllie era que los argentinos debían disciplinarse y confiar más en ellos mismos. En el programa Pumas de Acero, de Leyendas XV, el neozelandés se refirió a la confianza que le dio a ese grupo lleno de talento joven. "Yo creía en esos jugadores. Se dieron cuenta de que si ponían algunas cosas en orden podían competir contra los mejores del mundo".En el contexto que atravesaban los Pumas, era muy difícil imaginar esa clasificación a cuartos de final, frente a rivales más profesionalizados y con una preparación acorde al evento. El reto y la charla de Wyllie en el entretiempo frente a Samoa fue clave para empezar a cambiar la imagen y enderezar el rumbo. La titánica tarea defensiva y el carácter en los octavos de final ante Irlanda en Lens, entró en los grandes hitos de la historia Puma.Motivador y rígido, era simple en su mensaje. "El día previo a un partido importante les pidió a los líderes que escribieran en un pizarrón todas las jugadas que tenían para hacer. Los jugadores llenaron un pizarrón. Llegó Wyllie, miró el pizarrón, se quedó pensando y les preguntó ¿cuánto dura un partido de rugby? Se rieron todos. Había 150 jugadas escritasâ?¦ Tenía razón, en un partido podés llevar a la práctica pocas jugadas", recordó el hombre del CASI. "Fue muy importante porque no fue como pasaba en otras épocas, que un entrenador venía un mes y se iba. Este tipo vino y se quedó bastante. Se pudo entender mejor qué era lo que pretendía".Wyllie confió mucho en las camadas '77 y '78, de gran producción en el Mundial M21 de 1998, en el que derrotaron a su par de Nueva Zelanda, Inglaterra y Sudáfrica. El ex tercera línea fue parte de ese staff en la tierra de los Springboks. Rodrigo Roncero, Ignacio Corleto, Felipe y Manuel Contepomi fueron algunos de los estandartes de ese plantel que nutrió a los Pumas en los años venideros.Aquellos cuatro minutos finales con IrlandaComo jugador, fue una leyenda de Canterbury, con 210 partidos entre 1964 y 1979. En los All Blacks jugó 40 encuentros, 11 de ellos de nivel test match. Trabajó como entrenador asistente de Brian Lochore cuando los All Blacks ganaron el primer Mundial de la historia, en 1987. Como head coach estuvo al cargo en 29 tests, con 25 triunfos, tres derrotas y un empate; un porcentaje de victorias del 86,2%. Fue nombrado miembro de la Orden del Imperio Británico (MBE) en los Honores de Año Nuevo de 1986 por sus servicios al rugby.La previa de la exitosa gira de los Pumas por Europa de 1992 fue el inicio del vínculo de Alex Wyllie con Argentina. Luego de dejar la conducción de Nueva Zelanda, aceptó la invitación de la Unión Argentina de Rugby para trabajar durante unas semanas con el plantel. Con su convicción y determinación, tocó fibras íntimas en una generación de jugadores. El primer head coach extranjero en los Pumas dejó su huella.

Fuente: Clarín
23/03/2025 15:18

Dolor en Los Pumas: murió Alex Wyllie, el primer DT extranjero de la Selección y que logró el histórico cuartos de final en el Mundial 1999

El neozelandés tenía 80 años y dejó una marca en la generación más importante del seleccionado de rugby.El recuerdo de Gonzalo Quesada, actualmente DT de Italia.

Fuente: La Nación
23/03/2025 14:00

Murió Alex Wyllie, un leyenda del rugby y que dejó una huella profunda en la Argentina

Alex Wyllie, un leyenda del rugby que dejó una huella en la Argentina como el primer entrenador extranjero de los Pumas y que condujo al seleccionado de rugby nacional por primera vez a los cuartos de final de un Mundial en Gales 1999, murió este domingo a los 80 años afectado por un cáncer.El neozelandés, que también dirigió a los All Blacks de 1988 a 1991, en 1996, colaboró con José Luis Imhoff como entrenador de Los Pumas. En la Copa del Mundo del 99, por los desatinos organizativos del rugby argentino, terminó siendo el head coach del equipo. La premisa de Alex Wyllie era que los jugadores argentinos debían disciplinarse y confiar más en ellos mismos.En esa Copa del Mundo, los Pumas alcanzaron acceder a los cruces por el título tras tres victorias (frente a Samoa, Japón e Irlanda) y una derrota en el debut ante Gales, el anfitrión. Ya en los cuartos de final, el seleccionado argentino cayó ante Francia.Con profunda tristeza despedimos a Alex Wyllie, entrenador neozelandés que guio a Los Pumas a sus primeros cuartos de final en un mundial, allá por 1999 en Gales.Dejó una huella imborrable en la historia del rugby argentino y lo recordaremos por siempre. pic.twitter.com/nQVQTqy7NH— Los Pumas (@lospumas) March 23, 2025Luego de muchos años, Wyllie volvió a la Argentina para participar del partido despedida de Agustín Pichot en 2009 en el estadio del CASI y se reencontró con muchos integrantes de aquel plantel. "Para mí fue un grande, siempre un tipo parco, rústico que nos generó a todos un compromiso buenísimo. Era un rugby de otra época claramente por cómo entrenábamos y vivíamos el rugby. Tenía mucho de la impronta que él había vivido en toda su carrera. Fue un gran entrenador que nos marcó mucho en ese momento crucial como lo fue el Mundial. Con su estilo duro, directo y parco, realmente amaba el deporte y nos trasmitía todo eso", dijo Santiago Phelan un tiempo atrás sobre el neozelandés.Para Manuel Contepomi, Wyllie fue el que le dio vida a un grupo que quedaría en la historia del rugby argentino: "Fue muy importante como generación: la camada 76, 77 y 78 lo tuvimos en los torneos del hemisferio sur M21. Tuvimos un vínculo en aquel torneo y después a varios nos llevó al seleccionado mayor. Nosotros éramos muy jóvenes y estaban los que tenían más rodaje en los Pumas pero para nosotros fue un poco la continuidad del M21 en ese momento. Un tipo que lo quería mucho, se hizo querer, era difícil porque era parco y hosco, pero era una persona que aprendió a entender la cultura argentina, muy distinta a la neozelandesa. Nos aportó un montón en la disciplina y aspectos que en ese momento no estaban tan arraigados en el rugby argentino"."Para mí fue un grande, siempre un tipo parco, rustico que nos generó a todos un compromiso buenísimo. Era un rugby de otra época claramente por cómo entrenábamos y vivíamos el rugby. Tenía mucho de la impronta que él había vivido en toda su carrera. Fue un gran entrenador que nos marcó mucho en ese momento crucial como lo fue el Mundial. Con su estilo duro, directo y parco, realmente amaba el deporte y nos trasmitía todo eso", mencionó Santiago Phelan un tiempo atrás sobre el neozelandés.Wyllie fue un tercera línea que se formó en Canterbury y jugó 11 tests para los All Blacks, entre ellos el considerado mejor partido de la historia contra Barbarians en enero de 1973, el del try de Gareth Edwards. Ya retirado fue asistente de Sir Brian Lochore en la primera Copa del Mundo ganada por los All Blacks. Luego, antes de iniciar su aventura con el rugby argentino, fue head coach de Nueva Zelanda durante cuatro años y cerró su paso por allí con la participación en el Mundial de Inglaterra 1991, que terminó con una derrota ante los Wallabies de David Campese en las semifinales.Su estilo duro e intransigente le trajo problemas y polémicas, como cuando decidió separar del equipo al capitán Wayne "Buck" Shelford, generando una pelea que aún se recuerda en Nueva Zelanda. En la Argentina se transformó en una leyenda y desde al aporte de Izaak Van Heerden en 1965 hasta el desempeño como head coach de Michael Cheika en el Mundial 2023, lo que logró Wyllie fue dejar su sello en los Pumas.




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