En 1969, después de 2001: una odisea del espacio, Stanley Kubrick se propuso filmar una vida de Napoleón. No fue un proyecto en el aire. El director hizo un curso acelerado de lecturas y puso a trabajar a un equipo de investigadores para armar la cronología biográfica del francés día a día. Más pronto que tarde escribió un guión de una película que podía llegar a durar cuatro horas. No es muy difícil entender qué podía interesarle de Bonaparte a un megalómano como Kubrick: definió su vida como un poema épico en acción y también tenía su vida sexual como adelanto de lo que se daría en la Viena de fin de siglo (con Arthur Schnitzler a la cabeza, más allá de Sigmund Freud).El estudio que lo iba a financiar se desinteresó (las películas históricas perdieron consenso en esos años) y el propio director se fue olvidando de la idea, aunque varios rasgos del guion se trasladarían a Barry Lyndon (su film "de época", basado en la novela de William Thackeray) e incluso a Ojos bien abiertos (inspirada, claro, en una nouvelle de Schnitzler): también el Napoleón frustrado incluía, como la obra final de Kubrick, una orgía.El flamante Napoleón de Ridley Scott no es la apropiación de aquel viejo guion que -se dice- Spielberg planea convertir en serie. Comparte, eso sí, el acento puesto en la relación amorosa del líder francés con Josefina, la emperatriz a la que repudió por no poder darle hijos.Las imprecisiones de la película protagonizada por Joaquin Phoenix importan menos que la ausencia de contexto: que Bonaparte dispare cañonazos contra las pirámides es apenas un atajo simbólico del film. De lo que no se entera el espectador es a cuento de qué estaba Napoleón en Egipto. Menos todavía que esa expedición incluyó una importante misión científica.En la versión de Scott, Napoleón es un oportunista sin mayor virtud que sus capacidades estratégicas. No hay rastros en él del lector de libros históricos o del promotor de un código civil, el napoleónico, tan decisivo que Stendhal diría que fue la única inspiración de su estilo. Apenas se sospecha la contradicción que vuelve a su figura tan controvertida incluso hoy y que llevó a Beethoven a eliminar su nombre de la dedicatoria de su tercera sinfonía, la "heroica": representante de la ola -para la época liberadora- que amenazaba con barrer a las monarquías de Europa, terminó, en un giro inesperado, por coronarse emperador.Kubrick había encontrado en su guion la forma de aglutinar las peripecias de un personaje tan meteórico y sinuoso: una voz en off, la del propio Napoleón, que iba reflexionando sobre cada una de sus etapas. La voz en off se considera hoy una rémora literaria, pero tal vez hubiera ayudado en algo a la acelerada trama de Scott.No son muchas las películas sobre Napoleón. La más importante sigue siendo muda: la filmó Abel Gance (1927), y se limita -dado que no pudo realizar las siguientes que tenía bajo la manga- a los primeros años de su epopeya (curiosamente a Kubrick no le gustaba: alababa su técnica, pero despreciaba la actuación). Tampoco sobra literatura centrada en su figura, por mucho que Bonaparte haya augurado que su vida sería alguna vez encapsulada en una novela. Las escenas de batallas de Guerra y Paz (Austerlitz y Borodino) son las mejores descripciones que se hayan hecho de esas contiendas, aunque Napoleón quede reducido en el libro de Tólstoi a algún que otro cameo. Tal vez la mejor manera de poner por escrito al emperador francés no dependa de un retrato clásico. Un ejemplo es un libro surgido en la estela del proyecto de Kubrick. Fracasado su intento, el cineasta adaptó La naranja mecánica, la distopía de Anthony Burgess. Fue gracias a las conversaciones que el escritor inglés mantuvo con el cineasta que se le ocurrió su Sinfonía napoleónica. Burgess, que también era compositor de obras sinfónicas, propuso una novela tragicómica en cuatro movimientos que toma como modelo aquella desilusionada Heroica de Beethoven. Napoleón se repite en su gloriosa versión menos como tragedia que como farsa, una manera de aceptar que el hombre de carne y hueso resulta, bien mirado, una ficción insondable.
La actriz londinense interpreta a Josefina Bonaparte en la película de Ridley Scott que llegó a los cines el pasado viernes
Repasamos algunos de los momentos más destacados de la película protagonizada por Joaquin Phoenix y si estos tuvieron lugar en la vida real
Joaquin Phoenix da vida al emperador francés en la nueva película de Ridley Scott. Repasa algunos datos sobre sus grandes hazañas y vida personal
Estuvieron presentando la película en Madrid.El éxito en la Argentina y "la" escena cuestionada.
Este imponente edificio es uno de los alojamientos más singulares de Burgos gracias a que entre sus muros se han vivido acontecimientos de gran relevancia para la historia de nuestro país
El director también reveló que había otro actor compitiendo por el papel del famoso emperador
El director español, después de trabajos como 'Caníbal' o 'El autor', cambia de registro para ofrecernos una película marcada por el realismo cotidiano y la transparencia emocional
Con una extensa carrera en el mundo cinematográfico, Ridley Scott volvió a dar que hablar con el estreno de la película Napoleón (protagonizada por Joaquin Phoenix), la cual trata sobre los orígenes del comandante militar y su veloz ascenso a emperador, visto a través de sus vínculos más estrechos. El director, de 85 años, no deja de sorprender con producciones de nivel, las cuales le valieron importantes premios Óscar, Globos de Oro, Bafta, entre otros.La comedia que recién se estrenó y está por llegar al primer puesto de Netflix en la ArgentinaDesde que inició su carrera y cuando se volvió famoso con Los duelistas (1977), que se llevó un reconocimiento a "mejor ópera prima" en el Festival de Cannes, su nombre trascendió en todo el mundo y poco a poco creció hasta ganarse el cariño de miles de espectadores.Si bien durante su trayectoria profesional realizó diversas piezas que no obtuvieron demasiada repercusión, existen películas con las que ganó gran popularidad y en la actualidad siguen vigentes gracias a que las plataformas de streaming las agregaron en su catálogo.Con direcciones y elencos de nivel, estas son los diez clásicos que lo tienen como protagonista y son ideales para celebrar su carrera cinematográfica.1. Gladiador (2000)La trama de acción, ambientada en el año 180, retrata la vida de Máximo (Russell Crowe), un general romano que es traicionado y busca obtener venganza contra el emperador corrupto que asesinó a su familia y lo condenó a la esclavitud. Con ese objetivo, se convierte en gladiador y hace todo lo que está al alcance para cumplirlo.La perturbadora película que Netflix acaba de sumar a su catálogo y que seguro te helará la sangre¿Dónde está disponible Gladiador?: Apple TV, Google Play Movies, Netflix, Amazon Prime Video, Star Plus, y Movistar Play.2. Alien: El Octavo Pasajero (1979)La historia hace hincapié en una tripulación que se encuentra en el espacio y descubre una vida extraterrestre demasiado hostil, los cuales amenazan sus respectivas vidas. Son atacados y deben poner todo de sí para salvarse. Se trata de un clásico del cine de ciencia ficción y terror que recibió un sinfín de críticas positivas por parte de los especialistas del cine.¿Dónde está disponible Alien?: Google Play Movies y Star Plus.3. Blade Runner: El cazador implacable (1982)Reconocida por ser una de las mejores películas del género dramático y de ciencia ficción, esta pieza se desarrolla en un futuro distópico en Los Ángeles, en el año 2019. En aquel momento, la sociedad está dominada por corporaciones poderosas y los avances tecnológicos, que llevaron a la creación de androides prácticamente idénticos a los humanos, pero muchos de ellos son peligrosos y atentan contra la vida de las personas. Rick Deckard (Harrison Ford), será el agente espacial encargo de exterminar a todos los robots considerados "malignos".La serie de HBO Max que logró atrapar a Stephen King¿Dónde está disponible Blade Runner?: Amazon Prime Video.4. Misión rescate (2015)La trama de aventura y drama hace foco en una misión a Marte de la nave tripulada Ares III, cuando una fuerte tormenta se desata y provoca la desaparición del astronauta Mark Watney (Matt Damon). Sus compañeros, al no saber noticias de él, pensaron que estaba muerto. Sin embargo, sobrevive y utiliza todos los recursos para volver a la Tierra.¿Dónde está disponible Misión Rescate?: Star Plus.5. Gánster Americano (2007)Basada en hechos reales y considerada como una de las mejores producciones del género policial, la película sigue la ascensión y caída de Frank Lucas, un narcotraficante que se convierte en el jefe del crimen organizado en Nueva York en la década de 1970.¿Dónde está disponible Gánster Americano?: Lionsgate Plus, Apple TV, Google Play Movies.6. Thelma y Louise (1991)Con una apuesta estilo thriller que sale de los estereotipos, se trata de una película que hace hincapié en la vida de dos mujeres, Thelma y Louise, las cuales escapan de la ley después de un desesperado acto de autodefensa y emprenden una extensa persecución por la ruta. Amistad, desarrollo personal y valentía son solo tres de las características que la rodean.¿Dónde está disponible Thelma y Louise?: Apple TV, Google Play Movies, Amazon Prime Video, y Movistar Play.7. El último duelo (2021)El último duelo está ambientado en Francia, en 1386. La película de acción e historia relata el enfrentamiento entre el caballero Jean de Carrouges y el escudero Jacques LeGris, el cual fue acusado de perpetuar un abuso imperdonable. El Rey Carlos VI, por su parte, anunció que la mejor manera de solucionar el conflicto es un duelo a muerte y, el vencedor, será el ganador.Roger Waters, en River: "Siempre me he sentido bienvenido en Buenos Aires, pero esta vez fue un poco distinto"¿Dónde está disponible El último duelo?: Star Plus.8. La caída del halcón negro (2001)Tal y como acostumbra en otras de sus producciones, La caída del halcón negro está basada en hechos reales y sigue la vida de un grupo de soldados norteamericanos durante la Batalla de Mogadiscio en Somalía en 1993, instante en el que una operación de ayuda humanitaria se convierte en un intenso combate a muerte.¿Dónde está disponible La caída del halcón negro?: Apple TV, HBO Max, Paramount Plus, Movistar Play.9. Los duelistas (1977)Muestra la actuación de dos oficiales franceses durante las guerras napoleónicas, los cuales se embarcan en una serie de duelos que se prolongan a lo largo de varias décadas.¿Dónde está disponible Los duelistas?: YouTube.10. Los tramposos (2003)Con diversas críticas que la dejaron en lo más alto de las películas de género comedia y drama, Los tramposos relata el momento en que dos hombres realizan una lucrativa estafa y son descubiertos, inesperadamente, por la hija de uno de ellos. ¿Cuál será el camino que seguirán?¿Dónde está disponible Los tramposos?: Apple TV, Google Play Movies.
PARÍS.- Un inglés contando la vida del César francés. Una historia que comienza con un error (Napoleón Bonaparte asistiendo a la decapitación de María Antonieta, cuando no estaba ahí) y concluye con una retahíla de cifras sobre los millones de muertos que dejó en Europa (el subtexto: fue un antecesor de Hitler y Stalin). Peor aún: con el Empereur y el resto de protagonistas franceses hablando en inglés. ¿Qué podía salir mal?La película de Ridley Scott, que se estrena esta semana, tocó una fibra sensible en Francia. No hay tantos líderes en el mundo que tengan su mausoleo en el centro de la capital: Lenin, Mao... Y Napoleón, cuyos restos reposan en el monumento de los Inválidos. No se entiende este país sin el hombre que encarnó el último verdadero momento de potencia francesa en el mundo, y construyó la arquitectura del Estado moderno."Soy un incondicional de Ridley Scott", decía el martes por la noche el historiador Jean Tulard. Además de incondicional del director de Blade Runner, Alien y Gladiator, lo es de Napoleón, o al menos uno de sus estudiosos más insignes y biógrafo de referencia. Tulard intervenía en un coloquio organizado por la revista Le Figaro Histoire en L'Arlequin, un cine parisino en el que el público acababa de asistir al preestreno de Napoleón. Precisó el historiador: "Les hablo en tanto que cinéfilo".La precisión era importante. Porque, a continuación, tanto Tulard como los otros historiadores que participaron en el coloquio procedieron a desmontar â??con elegancia, pero implacablesâ?? la película que acabábamos de ver. Algunas valoraciones escuchadas en el escenario de L'Arlequin: "Escamotea el paisaje político"; "Me ha decepcionado la ambientación", "En la batalla de Austerlitz, no se entiende nada"; "Es un Napoleón incompleto"; "A veces, monolítico".Tulard, que a sus casi 90 años exhibe una bibliografía de decenas de libros sobre Napoleón Bonaparte, se sinceró al final de la charla cuando se le preguntó si la nueva película era una buena puerta de entrada para quien no conociese a Napoleón. Su respuesta: "Admiro a Ridley Scott, pero como profesor de Historia en la Sorbona desaconsejaría ver esta película". Aplausos en el patio de butacas. "Como cinéfilo, sí", resumió. "Como historiador, ¡no!".Como sucede con cualquier recreación ficticia del pasado â??desde el parque temático Puy du Fou hasta la mejor novela históricaâ?? las críticas al Napoleón de Scott se despliegan en dos planos. El primero es el de los hechos. Y ahí la audiencia francesa quizá sean más puntillosa e irritable que el resto, porque se habla de lo suyo. Hay un sentimiento, aunque no se use esta expresión, de apropiación cultural. Suele hablarse de apropiación cultural cuando una mayoría usa los símbolos o tradiciones de una minoría oprimida. En este caso el apropiador sería un inglés y el apropiado, el francés.Tulard señala, por ejemplo, que Napoleón nunca cargó con el sable en Waterloo, aunque lo entiende porque "es el lado Gladiator, y se le perdona a Ridley Scott". Otro historiador especialista en la época y el personaje, Patrick Gueniffey, ha denunciado en el semanario Le Point más errores. Uno es la mencionada presencia del futuro dictador en la decapitación de la reina María Antonieta, cuando en ese momento Bonaparte se encontraba en el sitio de Tolón, a más de 800 kilómetros de París. Otra escena inventada es el bombardeo de las Pirámides.Hay un segundo plano en la crítica, que apunta a la imagen que de Napoleón transmite Ridley Scott. No es que en Francia se soslayen sus pecados, como la dictadura, el restablecimiento de la esclavitud o las guerras sin fin. Pero molesta que el protagonista aparezca como "la caricatura de un ambicioso, el ogro corso, un patán enfurruñado y al mismo tiempo zafio con su esposa", según Gueniffey. "Ridley Scott no se da cuenta de la absurdidad lógica: ¿cómo un personaje tan bobo, tan mediocre y ridículo llegó a escribir semejante destino?".El historiador, autor del monumental Bonaparte, considera que Scott "retoma la vieja caricatura que se hizo de Napoleón justo después de su caída, y que procedía de la Restauración o del enemigo inglés en el momento del Congreso de Viena". "Visiblemente, no ama a Napoleón", lamenta. Y aquí aflora una idea que recorre una parte de la recepción de la película en Francia: "Es un film contra Napoleón, que, ciertamente, no merece solo elogios, pero está hecho sin matiz ni inteligencia". Es un film, remata, "muy antifrancés".¿Antifrancés? "El final lo es", respondió Tulard mientras salía del cine. "La enumeración de los soldados muertos, que aparece de improvisto, muestra que hay una voluntad de hostilidad hacia Napoleón". Otro participante en el coloquio, Geoffroy Caillet, redactor jefe de Le Figaro Histoire, añade: "Ridley Scott tiende a hacer creer que el Imperio se reduce a una historia de muertos, pero el Imperio es otra cosa: es la fundación de la Francia moderna después del caos de la Revolución y recuperando también una parte de la herencia de la monarquía, y toda esta dimensión, desgraciadamente, desaparece".La cifra de tres millones de muertos, que cierra dos horas y media de batallas y amoríos, disgusta. "Hay que recordar que Napoleón no cometió ningún genocidio. Se habla de muertos en el campo de batalla", dice Caillet. Y sintetiza: "No es un film antifrancés, pero sí con un punto de vista muy anglosajón". Pero este incómodo y polémico final remite a otras visiones británicas del emperador, como la de Paul Johnson, autor de una pequeña biografía que concluía: "Ningún dictador del trágico siglo XX â??desde Lenin, Stalin y Mao Zedong hasta tiranos pigmeos como Kim Il Sung, Castro, Perón, Mengistu, Saddam Hussein, Ceaucescu y Gadafiâ?? estuvo libre de los ecos del prototipo napoleónico".Durante la proyección en L'Arlequin, nadie abandonó la sala, ni hubo abucheos. Tampoco aplausos. Un espectador suspiró al ver la cifra de los tres millones. Otro comentó: "No es que sea una película antifrancesa, es que es simplemente vacía." La crítica no ha sido entusiasta. En algunos casos, directamente hostil, más allá de ideologías. El diario de izquierda Libération ha escrito: "Sin realmente adoptar un punto de vista ni un enfoque particular, Napoleón es un film tranquilamente indecente, muy seguro de su inanidad". Napoleón no se toca. O se toca con cuidado. Al final del coloquio en L'Arlequin, varios gritaron: "¡Viva el Emperador!".Marc Bassets
Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby dominan todo Europa en la nueva épica del director de Alien
El filme fluctúa entre la relación con Josephine y lo épico.Ridley Scott intenta humanizarlo, cuando su fuerte son las escenas de combate.
Napoleón (Estados Unidos-Reino Unido/2023). Dirección: Ridley Scott. Guión: David Scarpa. Fotografía: Dariusz Wolski. Música: Martin Phipps. Edición: Claire Simpson y Sam Restivo. Elenco: Joaquin Phoenix, Vanessa Kirby, Tahar Rahim, Rupert Everett, Edouard Philipponnat, Catherine Walker, Ludivine Sagnier. Distribuidora: UIP. Duración: 158 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años, con reservas. Nuestra opinión: buena."Yo no soy como el resto de los hombres", le advierte Napoleon Bonaparte a la viuda Josephine de Beauharnais mucho antes de la transformación de ese casi anónimo capitán de artillería en el hombre más poderoso de Europa y de buena parte del mundo conocido a comienzos del siglo XIX. La imagen todavía se instala en los tramos iniciales de este nuevo acercamiento del cine a una figura histórica de ribetes extraordinarios, cuyo retrato Ridley Scott quiere atrapar desde una doble dimensión: la del oficial que se apoya en su arrogancia y su genial talento de estratego militar para construir su destino de gloria y poder y la del hombre atormentado por toda clase de miedos, fobias e inseguridades, sobre todo en el terreno afectivo y amoroso.Es una empresa muy ambiciosa la de Scott, un director al que le gusta mirarse en el espejo de los personajes de sus películas, sobre todo aquellas que lleva adelante con un despliegue de producción poco común para estos tiempos. Con sus proyectos a gran escala, como el que se estrena hoy, Scott se muestra como una anomalía en el cine actual.Su mirada sobre algunos grandes hechos y momentos históricos suena casi anacrónica, como si quisiese recuperar en toda la línea aquel modelo de superproducción internacional tan característico de fines de la década de 1950 y comienzos de la siguiente, respaldado por un enorme dispositivo técnico y humano que se aprecia en el cuadro con toda su magnitud y no tiene, al menos a primera vista, una dependencia visible de la tecnología digital.A Scott le encanta filmar grandes batallas, choques y enfrentamientos en espacios abiertos aprovechando toda la dimensión que le ofrece la pantalla grande y dar a través de ellas la impresión de que allí solo hay hombres y máquinas en movimiento en vez de efectos visuales que transforman esa realidad en un vistoso artificio.El mayor atractivo de la película aparece en estas imponentes escenas de masas, que Scott registra como es su costumbre con multiplicidad de cámaras y un trabajo de edición que surge del propio rodaje. A este método, el realizador le agrega una dosis de realismo que las viejas superproducciones históricas de Hollywood no tenían. Ver, por ejemplo, cómo Napoleón se levanta y sigue adelante con todo el uniforme ensangrentado después de que un impacto de cañón despedaza literalmente a su caballo en plena batalla marca diferencias entre el pasado y la actualidad.El director se enojó en los últimos días con algunos comentaristas que le reprocharon una serie de aparentes imprecisiones históricas y dijo que su propósito no pasa por ser fiel a esos libros. Pero el espectador, después de seguir el recorrido histórico que la película propone a través de una sucesión bastante cuidadosa de episodios bélicos (de las grandes victorias en Tolón y Austerlitz a la catastrófica campaña rusa y la capitulación final en Waterloo), se sentirá estimulado a comparar lo que aquí se cuenta con el relato de los historiadores.El recorrido por estas tres décadas y media decisivas en la historia de Occidente dominadas por la figura de Napoleón tiene unos cuantos agujeros y habrá que esperar a la prometida versión integral de cuatro horas que Scott llevará al streaming (Apple aportó el dineral invertido en la producción) para taparlos. La mayoría de los personajes históricos aparecen apenas delineados y con escaso espesor, como si fueran nada más que figuras circunstanciales o sencillamente decorativas.Detrás de toda esta descripción general aparece el otro aspecto al que Scott le presta atención. El Napoleón íntimo, doméstico, inseguro, casi desesperado por ganarse para siempre el corazón de una mujer que sabe al mismo tiempo que va a engañarlo. Todo ese festival de arrebatos, impulsos, caprichos y reacciones inesperadas pertenece más por momentos a la personalidad de Joaquin Phoenix que a la del personaje que interpreta. A su lado, Vanessa Kirby se esfuerza (a veces de un modo demasiado elocuente) para mostrar cómo una personalidad tan voluble como la de Josephine se va tornando cada vez más introvertida, sobre todo cuando siente que no puede darle un heredero al Napoleón ya coronado emperador.Las dos dimensiones de Napoleón que atrajeron a Scott también esperan la versión integral. En estos 158 minutos de película no logran congeniarse de la manera esperada en una obra que pretende hacer revisionismo con conceptos de otra época, como lo es escuchar a los franceses del siglo XIX hablando todo el tiempo en perfecto inglés.
Un Joaquín Phoenix inesperadamente contenido encarna al emperador francés, en una película tan despareja como ambiciosa en su intención de narrarlo todo.
El tan esperado Napoleón de Ridley Scott que se estrena este jueves en la Argentina llega envuelto en un excitante olor acre de pólvora y polémica. El cineasta se animó a tratar de meter la vida completa del corso en una película y claro, le quedó todo un poco acelerado (le presentan a la archiduquesa María Luisa y a la siguiente escena ya le entregan al hijo que tuvo con ella; Waterloo es un choque frontal en el que no se ven los combates por la granja de la Haye Sainte ni por el castillo de Hougoumont y en el que los prusianos llegan enseguida). Y con los apuros y el exceso de elipsis, quedaron afuera algunas cosas como la guerra de España entera, aunque es cierto que Bonaparte hubiera estado de acuerdo en correr un tupido velo sobre "la úlcera española". No obstante eso y alguna licencia como mostrar al emperador al frente de cargas de caballería sable en mano en Borodino y Waterloo, donde sufría de hemorroides, Napoleón es un gran espectáculo, con batallas, sexo, húsares y hasta momias, y cañones, muchos cañones. El Napoleón de Scott no se mete la mano en la pechera sino que su gesto icónico es taparse los oídos al cañonear.El director de 85 años que muestra en el film la influencia de Barry Lyndon de Kubrick (la luz de las velas, la música, el cuidado en el vestuario), está especialmente satisfecho de la interpretación de los protagonistas, Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby (Josefina), pese a que alguna prensa francesa los comparó maliciosamente con Ken y Barbie (para adultos, con algún momento tipo cruce de piernas de Bajos instintos). "Si baja la mirada verá una sorpresa que no podrá olvidar, ciudadano general"). La respuesta de Scott (británico y sir) fue mandar a todos los críticos, especialmente a los franceses, al diablo. "Una película no puede ser una lección de historia", recalcó ayer en una entrevista con el diario español El País en la que explicó que el modo en que retrata el vínculo íntimo entre sus personajes principales responde a un deseo de equilibrar el relato "para que no todo fuera acción militar, batallas, y para quitar un poco de trascendencia. Con Napoleón existe la tendencia a hacerlo todo muy solemne y aburrido. Buscamos un tono de humor en esas secuencias, que no traicionan lo que aparece en las cartas íntimas, algunas muy explícitas en cuanto al sexo. Estoy muy satisfecho también con la escena en que se mete debajo de la mesa y avanza en cuatro patas hacia Josefina. Ahí la actriz, Vanessa Kirby, no sabía lo que iba a hacer Joaquin y salió así, ¡salió muy bien!, ella es muy buena. Otra secuencia en la que introdujimos ese toque de humor fue en la del golpe de Estado del Brumario, cuando le caen encima ferozmente los diputados. Hay una gran violencia, pero también es cómica. La rodamos toda en una sola toma, con 8 cámaras".-La película no termina de decidirse por una visión de Napoleón. ¿"Matón corso" o generoso con el enemigo? ¿Maltratador -le pega un guantazo a Josefina en el acto del divorcio- o romántico? ¿Patán grosero -"Lástima que un hombre tan importante no tenga modales", comenta el embajador de Inglaterra- o fino intelectual? (gran lector, fue miembro del Instituto de Francia y autor del Código Civil).-Napoleón es corso y los corsos son muy duros. Tiene un carácter agresivo y carece de elegancia. Pero vuelvo a insistir en que era muy intuitivo, ese es su principal rasgo. También lo es la influencia de su madre.-Fue un personaje que podía ser muy inspirador, ¿se identifica con esa cualidad de Napoleón usted que tiene en sus películas momentos como el monólogo de las lágrimas en la lluvia del replicante Roy Batty en Blade Runner, los del general Máximo en Gladiador o la arenga de Balian en Cruzada?-Hay fuerza y bonitas metáforas en los textos de Napoleón, tenía momentos inspiradores. En cuanto a Blade Runner, la novela original de Philip K. Dick [¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?] ya tenía diálogos hermosos, con una melodía que sugería lo que había que decir en la película. Siento además una gran admiración por los guionistas. A propósito de Gladiador, recuerdo que cuando dije que iba a hacer una película sobre la Roma Antigua pensaron que sería un péplum de género. Se equivocaron.-Ha hecho muchas películas históricas.-El peligro al hacerlas es que no te des cuenta de que no pueden ser una lección de historia. Son películas. Los personajes deben dialogar normalmente. En Napoleón salió muy bien. Usé cuatro cámaras para rodar los diálogos y los actores se sintieron mucha comodidad para improvisar y con mucha libertad. Les avisé que estuvieran listos para cualquier cosa.-Se nota la misma fascinación por la época napoleónica, los uniformes, las armas, que en su primera película, la inolvidable Los duelistas (1977).-La fascinación sigue. ¿Sabe?, todo viene de Roma.-Lo dice porque está con Gladiador 2.-No, no, Napoleón sacó toda la inspiración de allí. Las águilas, la magnificencia de los equipamientos, la disciplina, el espíritu de cuerpo. También los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, por cierto. Es interesante ver todo lo que empezó en Roma, en la Roma imperial.-Napoleón es una película de cañones.-Era artillero, y eso se notó siempre. Lo sabía todo de los cañones. Cómo colocarlos y dispararlos, pero también cómo fundirlos. Es lo que muestro que hizo en el asedio de Tolón.-Esa batalla es muy impactante, muestra un Napoleón muy humano, hiperventilando antes del combate, luchando cuerpo a cuerpo y al que le matan el caballo (episodio histórico) en una escena brutal. En total muestra cinco batallas, Tolón, Pirámides, Austerlitz (dando por buena la leyenda del desastre de los rusos y austríacos en el hielo), Borodino y Waterloo. ¿Cuál es el secreto para ofrecer una buena batalla en cine, usted que ha hecho tantas?-Dibujarla antes. Yo dibujo y soy bastante bueno. Fui a una escuela de arte, me dio clases Lucian Freud, y tuve de compañero a David Hockney. Viví en Hartlepool, al noreste de Inglaterra, una ciudad muy industrial que me influyó mucho. Había un gran cine, el Odeón, y yo pintaba los carteles. Hice uno para Orgullo y pasión, de Stanley Kramer, que trataba de la guerra con los franceses, con Cary Grant, Sofía Loren y Frank Sinatra. Así que podría decirse que ese tema ya lo he tocado.
La primera gran superproducción que Hollywood lanza al mundo después de los desgastantes e interminables 118 días de huelga actoral en la capital del entrenamiento es el Napoleón de Ridley Scott, protagonizado por Joaquin Phoenix. Variety acaba de definirla como "una película grandilocuente de la vieja escuela sobre grandes hombres, del tipo que dominó el cine de Hollywood a finales de los años 50 y principios de los 60â?³.Aunque se filmó y se estrenó un poco antes, en 1954, el Napoleón Bonaparte por excelencia del Hollywood clásico responde a esa descripción. Y lleva el rostro, inesperado para muchos, de Marlon Brando. Ese Napoleón es un "hombre del destino", como se define a sí mismo en su primer encuentro con Desirée Clary (Jean Simmons), la joven hija de un comerciante marsellés de la que se enamora en las sombras poco antes de iniciar la primera de las campañas que lo convertirán en el hombre más poderoso de Francia y de la Europa de su tiempo.El título original de la película, Desirée, habla a las claras del lugar que ocupa en ella cada uno de sus protagonistas. Para su estreno en la Argentina se eligió un matiz destinado a realzar el nombre de la figura histórica principal del relato: Desirée, la amante de Napoleón.Fuera de este detalle, el nombre más importante es el del principal personaje femenino. Desirée además oficia de narradora de un relato histórico que recorre la vida de Napoleón a través de sucesivos y notorios saltos temporales. Lo que menos se ve del Gran Corso es su vida militar. Se habla, por supuesto, de todas las conquistas territoriales y de poder que va acumulando en un camino de apogeo y decadencia, pero sin una sola imagen en el campo de batalla. Precisamente lo que distingue, de acuerdo con todos los anticipos, al Napoleón de Ridley Scott que llega a los cines argentinos este jueves 23 de noviembre."Gran parte del material del libro en el que está inspirada la película fue tomado del diario de una joven que estaba enamorada y fue abandonada. Yo quería conservar la intensidad y la ternura de ese diario cuando la historia se llevara al público del cine", comentó el director de la película, Henry Koster, un reconocido artesano de la época clásica dominada por los grandes estudios de Hollywood. En sus manos, Desirée, la amante de Napoleón, toma considerable distancia de la épica histórica con la que se identifica ahora Scott para asomarse a ese momento de la historia en clave melodramática. En una historia de amor que no sale bien.Koster pertenecía a esa raza de directores siempre dispuestos, y no solo por meras cuestiones contractuales, a transformar en películas las instrucciones precisas de los poderosos dueños de los estudios. En este caso, el mandato de Darryl Zanuck, el mandamás de 20th Century Fox, responsable de la producción del primer film en colores (y en formato Cinemascope) de toda la carrera de Brando.En 1954, Brando le debía una película a Zanuck. Esa obligación estaba impuesta en una cláusula adicional del contrato que el actor había firmado con Fox antes de filmar ¡Viva Zapata!, la segunda película que iba a hacer a las órdenes de Elia Kazan después de su extraordinaria consagración con Un tranvía llamado deseo.La habilidad de Zanuck logró esta vez que Brando no impusiera su voluntad, como hizo a lo largo de toda su carrera, y se acomodara a las necesidades del poderoso dueño del estudio. Su módico triunfo en el medio de toda esa discusión fue negarse a protagonizar Sinuhé el egipcio con Michael Curtiz. No estaba dispuesto a someterse por completo a las decisiones del prolífico director de Casablanca, a quien no le gustaba intercambiar impresiones sobre el rumbo de sus películas con los actores. Y mucho menos a compartir cartel en ese proyecto con la preferida de Zanuck, la actriz Bella Darvi.Atormentado por el cuadro terminal de la enfermedad que por entonces atravesaba su madre, Brando decidió quedarse con ella para acompañarla en sus últimos días y de paso tomar distancia definitiva de la película, sin preocuparse demasiado por la demanda de dos millones de dólares por incumplimiento de contrato que Fox estaba decidido a presentar en su contra.Finalmente se llegó a un acuerdo. Brando podía olvidarse de Sinuhé el egipcio, pero tenía que hacer otra película elegida por Zanuck. Ahí apareció Desirée y, con ella, la oportunidad para Brando de convertirse en Napoleón. Curiosamente, estos dos proyectos (el que Brando se negó a filmar y el que finalmente aceptó) tuvieron a la misma estrella femenina: Jean Simmons.La novela histórica de Annemarie Selinko en la que se inspira Desirée fue un gran éxito editorial en su tiempo. El público se apasionó por la historia de la muchacha francesa amada en secreto por el Gran Corso después de que su hermana se casara con José Bonaparte (Cameron Mitchell), hermano de Napoleón. Y también por el curso que tomaron luego los acontecimientos: mientras Napoleón pisaba cada vez más fuerte en Europa con sus exitosas campañas militares, Desirée se casó (más por interés que por amor) con uno de sus lugartenientes, el general Jean-Baptiste Bernadotte (Michael Rennie). Mientras tanto, Napoleón desposaba a la elegantísima viuda Josephine de Beauharnais, la famosa Josefina (Merle Oberon). ¿Acaso el deseo oculto de Desirée era aprovechar la cercanía de su marido con Napoleón para estar siempre cerca del hombre al que verdaderamente amaba?En su biografía de Brando, el crítico y ensayista Richard Schickel define a Desirée, la amante de Napoleón como "un film absurdo, absolutamente característico de ese tipo de enormes y lentísimos artefactos que empezaban a cruzar pesadamente el paisaje cinematográfico de esa época". También define a Koster como un realizador limitado, representante de lo que "ha sido siempre la espina dorsal de la mediocridad de Hollywood". Al parecer, Zanuck le confió este proyecto como una suerte de premio por el éxito de su anterior película, El manto sagrado, uno de los mayores éxitos del Hollywood clásico sobre la Pasión de Jesucristo, al punto que volvía a los cines (también en la Argentina) en cada nueva Semana Santa, algo que ocurrió durante varias décadas.Koster fue una elección de segunda mano, porque la intención original de Fox fue contratar a Anatole Litvak, un realizador mucho más sólido y de mayor personalidad. Pero en febrero de 1954, antes de poner en marcha el rodaje, Litvak dejó el proyecto después de un desacuerdo insalvable con el estudio. También los actores protagónicos fueron elegidos después del descarte de los intérpretes que Zanuck había imaginado en un principio: la pareja integrada por Laurence Olivier y Vivien Leigh.Finalmente, cuando la prensa de Hollywood confirmó que Brando aceptaba personificar a Napoleón, se anunció al mismo tiempo que Fox retiraba la millonaria demanda contra el actor por incumplimiento de contrato. Zanuck había triunfado una vez más. En la evaluación de los críticos de la época, la película resultó decepcionante, pero se aseguró una repercusión en la taquilla mucho mayor a la del otro gran proyecto de Brando en ese mismo año, Nido de ratas (On the Waterfront).Con el tiempo, sin embargo, Nido de ratas es la que perdura en la memoria del espectador y conserva intacto su interés hasta nuestros días. En cambio, del Napoleón de Brando pocos se acuerdan y ni siquiera las dos nominaciones al Oscar que obtuvo la película (en las categorías de dirección de arte y vestuario) lograron alterar esa tendencia.Ciertamente estos dos rubros son los que mejor funcionan en una película llamativamente apagada y sobre todo rígida, demasiado condicionada a la letra del texto original. Lo más curioso es el tipo de interpretación elegida por Brando para un personaje que a primera vista parecía adaptarse al temperamento volcánico e impulsivo del actor. Lo que faltaba era ese golpe de instinto que alterara el ritmo anodino y previsible de un relato de época incapaz de llamar la atención.Cuenta Schickel en su libro biográfico sobre Brando que no hubo en este caso ningún tipo de explosión temperamental o actitud revulsiva por parte del actor. "Su humor era más bien malicioso, como el de un alumno de secundaria que se somete a un castigo dejando traslucir su impaciencia, pero solo lo justo para que el castigo no se viera aumentado", escribe.La actuación de Brando, según Schickel, fue técnicamente intachable y emocionalmente ausente, marcada por el desapego. "Simplemente se limitó a interpretar de mala gana su papel, quedándose a un solo paso de la insubordinación legalmente sancionable", agrega. El de Brando es el Napoleón "menos vehemente de la historia del cine" con un estilo más propio "de un erudito distraído que de un conquistador imperial".Con una voz susurrante y las manos unidas todo el tiempo sobre la espalda, Brando desconcierta a todos con una composición minimalista y casi inexpresiva, sin la mínima emoción. Muy lejos de la carismática figura que llegó a ser, como afirmó en 2004 Peter Bogdanovich, el actor más influyente de los últimos 50 años y la primera estrella del cine capaz de desafiar sus límites de tal manera que ninguna de sus películas se pareció en lo más mínimo a la anterior.Parece imposible incorporar en ese cuadro a un personaje casi inexistente como su Napoleón. El propio actor pareció admitirlo cada vez que hablaba con la prensa durante el rodaje, sobre todo cuando alguien quiso saber cómo vivía el hecho de haber cambiado la musculosa de Un tranvía llamado deseo por la ceñida, exagerada y sofocante vestimenta napoleónica (cuellos altos, grandes capotes, túnicas imponentes, uniformes pesados). "Si los periodistas escribieran sobre mí como Napoleón estaría bien. Pero cuando escriben sobre mí como Marlon Brando a nadie le importa un comino. En un momento aparezco con una capa con 25 metros de armiño. Seguro que maté muchas comadrejas para esto", bromeó una vez.Las preocupaciones de los productores eran otras. Como Brando no les complicó la vida durante el rodaje se volcaron a la atención en otros detalles mucho más exigentes como la construcción en los estudios de la Fox en Los Ángeles de un duplicado casi exacto del imponente gran salón de las Tullerías, uno de los 50 decorados diferentes armados especialmente para el film. Esta réplica, utilizada para la escena del gran baile de Año Nuevo, costó unos 55.000 dólares de la época, que si se ajustan por inflación equivalen a algo más de medio millón de dólares en la actualidad. El rodaje en Cinemascope realza al mismo tiempo el gran cuidado visual que tiene esta película.Un poco más tarde, en la intimidad de un espacio más reservado, Brando y Jean Simmons bailan un vals al compás del sonido de una caja de música valuada en 20.000 dólares que perteneció a la auténtica María Antonieta. En esa escena Simmons luce una elegantísima bata, propia de un tiempo en el que las mujeres cuidaban mucho más su vestuario antes de acostarse que en las reuniones sociales, según contó uno de los vestuaristas de la película.Habrá a partir de esta semana comparaciones inevitables entre el Napoleón que Brando llevó al cine hace casi siete décadas y el mismo personaje ahora interpretado por un genuino heredero de la misma escuela actoral como Joaquin Phoenix. Pero fue el propio Brando, en su tiempo, el primero en advertir que este personaje no lo enorgullecía demasiado. Su decepción, disimulada detrás de una suerte de apagado trabajo a reglamento, quedó acuñada en estas palabras que su biógrafo se ocupó de rescatar: "La mayoría de las veces me limito a dejar que sea el maquillaje el que interprete. El cine, para mí, es una forma de ganarme la vida. Cualquier otra satisfacción que consiga es adicional".Desirée, la amante de Napoleón está disponible en Star+
El domingo, una casa de subastas vendió uno perteneciente al ex cónsul francés por una cifra récord.La historia detrás de la prenda que simboliza al personaje.
El bicornio negro que perteneció al militar y político francés Napoleón Bonaparte se subastó por 2,1millones de dólares. La venta generó "una gran batalla de ofertas en la sala, por teléfono y por internet", según describió la casa organizadora. Leer más
El bicornio vendido el domingo fue usado por el militar alrededor de 1810. Su obsesión por el tocado lo llevó a acumular aproximadamente 120 ejemplares a lo largo de su vida
La venta del sombrero de dos picos atrajo a "coleccionistas de todo el mundo", y causó "una gran efervescencia", indicó la casa de subastas, que adjudicó el bicornio por 1.093.000 euros (unos 2,1 millones de dólares, incluidos honorarios).
"Me fascina. Su existencia ha sido descrita como un poema épico de acción. Su vida sexual fue digna de Arthur Schnitzler. Fue uno de esos hombres poco comunes que impulsan la historia y moldean el destino de su propia época y el de las siguientes generaciones. En un sentido muy concreto, nuestro mundo es el resultado de Napoleón, así como el mapa político y geográfico de la Europa de posguerra es el resultado de la Segunda Guerra. Todos los temas que le conciernen son contemporáneos: los abusos de poder, las dinámicas de la revolución social, la relación del individuo con el Estado, la guerra, el militarismo. Así que mi película no será otra polvorienta pompa histórica, sino un film acerca de las cuestiones básicas de nuestra propia época".Con estas palabras, tomadas del libro de Joseph Gelmis The Film Director as Superstar ("El director de cine como superestrella", 1970), Stanley Kubrick respondía a una pregunta básica, pero no del todo obvia, sobre el proyecto que lo obsesionaba desde hacía años y que debió ser el sucesor de su mítica 2001: una odisea del espacio, pero que terminó quedando por el camino: ¿por qué hacer una película sobre Napoleón?La naranja mecánica: el "film maldito" de Stanley Kubrick que suscitó censuras, escándalos y polémicas alrededor del mundoPorque es una figura enorme que dio forma al mundo en que vivimos, decía el autor de La patrulla infernal, La naranja mecánica y Ojos bien cerrados; porque hasta entonces nadie había hecho "una película a la altura de este personaje". Una opinión que muchos historiadores seguramente discutirían, porque ya existía el insoslayable, desmesurado Napoleón de Abel Gance, de 1927, aunque Kubrick osaba definir a este innovador clásico del cine mudo como "terrible". Y pasarían otros 50 años hasta que una nueva gran producción enteramente centrada en Bonaparte se presentara con la promesa de, ahora sí, plasmar un retrato y un relato proporcional a su protagonista. Es decir, el cine ha recorrido casi un siglo entre la épica del francés Gance y la apuesta del octogenario y temerario Ridley Scott que se estrena en todo el mundo a fines de este mes, con el laureado y cada vez más intenso Joaquin Phoenix a la cabeza y la ascendente y siempre muy buena Vanessa Kirby (de las dos últimas Misión: Imposible) como Josefina. Un film que parece decidido a ocupar ese lugar de obra definitiva, de relato megalómano, de demorada realización del sueño trunco de varios realizadores.Al día de hoy es poco lo que se sabe sobre el Napoleón de Scott: se la define esencialmente como una exploración "de las ambiciones de dominación mundial del protagonista y de la oscuridad que rodea su volátil matrimonio". En una entrevista con la revista británica Empire, Scott propuso una comparación polémica al decir que Napoleón era un poco como Hitler y Alejandro Magno. "A la vez que se destacó por su valentía, su voluntad y su fortaleza, hay muchas monstruosidades en él". Un tanto brutal, pero la idea de fondo se entiende: va a por la construcción de un personaje complejo, contradictorio, "más grande que la vida", y no otra aburrida biopic de manual.Con el guionista David Scarpa (autor de otra de Scott: Todo el dinero del mundo, sobre el secuestro del nieto del multimillonario J. Paul Getty) se plantearon como punto de partida una escena poco convencional: "Napoleón era un jinete y sufría de hemorroides: unas muy doloras venas varicosas en tu trasero. La historia podría haber sido diferente si Napoleón no hubiera tenido un grave ataque de hemorroides el día de Waterloo. Así que por un momento lo imaginamos sentado en el baño. Afuera llueve torrencialmente y él hace sus necesidades. Se levanta y hay sangre. Luego pasa el día en el campo de batalla, sudando y agonizando". Scarpa le preguntó a Scott si no era una imagen demasiado indigna, a lo que el director respondió: puede ser, pero es verdadera. Al final, lamentablemente, la escena fue eliminada del guion "porque resultaba una distracción", pero ya estaba sembrado el espíritu que nutriría el relato: lo grandioso y lo mundano entreverados en un relato que solo puede ser caótico como su imperial protagonista.Conceptualmente al menos (y habrá que ver cuando se estrene), el relato de Scott puede evocar el recuerdo del proyecto de Kubrick que no fue.Hay una anécdota relativamente conocida, que forma parte de la leyenda: en una cena durante la preproducción de La naranja mecánica, Malcolm McDowell -actor protagónico de ese film- le preguntó a Kubrick por qué estaba comiendo un helado y un bife al mismo tiempo. "Todo es comida", le respondió el director, y agregó: "Así es como comía Napoleón".Kubrick decía que su Napoleón estaba destinada a ser "la mejor película jamás filmada". El enorme éxito comercial de su trabajo por encargo en Espartaco le había dado a comienzos de la década del 60 mucho crédito en los estudios, y lo había curtido en la dirección de grandes multitudes y varias estrellas con fama de difíciles (como Kirk Douglas), así que se sentía habilitado para encarar una producción como la de Bonaparte, que se proponía recrear sus batallas más importantes con 40 mil soldados y 10 mil jinetes en escena que le alquilaría al gobierno de Yugoslavia (por un presupuesto relativamente reducido).Tres o cuatro meses de rodaje en exteriores, otro tanto en estudio, planeaba. Había estudiado obsesivamente todos los terrenos en los que libró batalla el general; lamentaba profundamente no poder filmar en los espacios naturales porque muchos habían sido "modificados por el desarrollo urbano e industrial", pero a su vez se mandó a traer tierra de Waterloo "para poder reproducir sus texturas y colores".Un asistente había recibido la misión de seguir literalmente los pasos de su personaje: "Dondequiera que haya ido Napoleón, quiero que vayas vos", le dijo. Reunió 15 mil fotos y 17 mil diapositivas de lugares, objetos y demás. Para Kubrick las guerras napoleónicas eran como un enorme tableau en el que las formaciones se movían de manera "casi coreográfica" y había que reproducirlas con precisión: "son hermosas, como enormes ballets letales. (â?¦) Es extremadamente importante comunicar la esencia de estas batallas al espectador, porque todas tienen una brillantez estética que no requiere una mente militar para apreciarla. Es casi como una gran pieza musical o la pureza de una fórmula matemática. Es esta cualidad la que quiero transmitir, así como la sórdida realidad de la batalla. Hay una extraña disparidad entre la pura belleza visual y organizativa de las batallas históricas y sus consecuencias humanas. Es como ver dos águilas reales surcando el cielo desde la distancia; puede que estén despedazando una paloma, pero si estás lo suficientemente lejos la escena sigue siendo hermosa".A estas alturas, mediados de 1969, Kubrick se había metido de cabeza en la historia leyendo cientos de libros a los que había organizado por categorías -de los gustos en materia de comida de Napoleón a las condiciones meteorológicas de los días en los que tuvo lugar cada batalla-. Contaba con la colaboración del profesor Felix Markham, de Oxford, que dedicó tres décadas y media al estudio de Bonaparte. También encargó la creación de "prototipos de vehículos, armas y vestuario de la época para reproducirlos a escala masiva, todos tomados de pinturas y descripciones escritas con el mayor nivel de detalle".Quería a David Hemmings (que ya había filmado Blow-Up con Antonioni y La carga de la brigada ligera) y a Audrey Hepburn para los papeles principales, y en el reparto a estrellas como Alec Guinness y Laurence Olivier. Aparentemente consideró también a Oskar Werner y a Ian Holm para el papel de Napoleón, y llegó a conversarlo con Jack Nicholson tras el éxito de Easy Rider, aunque antes de filmar con él El resplandor.Como se hace evidente en el guion (un escrito de 148 páginas que puede encontrarse sin dificultad en internet), la sexualidad de este Napoleón era potente incluso para un film del cine sexualmente audaz de los años 70: Josefina y Bonaparte tienen relaciones rodeados de espejos que van del suelo al techo; ella lo traiciona con un amante mientras se escucha a Napoleón en off, en la batalla, declarando su amor y deseo por ella. Esta relación debía ser uno de los ejes pasionales del relato, a la par de la gesta militar: otra de sus escenas más significativas sería la del avance de las tropas napoleónicas sobre una Moscú fantasmagórica, "desierta, sin vida, una ciudad de los muertos, en la que solo se oye el espeluznante eco de los cascos de los caballos".La MGM ya llevaba invertidos 400 mil dólares en este proyecto cuando decidió cancelarlo, en 1971. La decisión se debió no solo a un presupuesto que parecía no parar de crecer, sino a que otras propuestas recientes y afines como el film del ruso Sergei Bondarchuk Guerra y paz, no habían funcionado. Kubrick archivó el material que había acumulado en cajas en su casa de Hertfordshire, donde permaneció oculto durante casi tres décadas. En parte de este archivo se compone el monumental libro Stanley Kubrick's Napoleon: The Greatest Movie Never Made (Taschen, 2011) una edición limitada de mil ejemplares, 3000 páginas divididas en diez volúmenes que reproducen todas las fotografías de la enorme investigación, escenarios, pruebas de vestuario, la correspondencia con expertos e inclusive la carta algo culposa con la que Audrey Hepburn, semiretirada, declinó el ofrecimiento para hacer de Josefina.Jan Harlan, cuñado de Kubrick y su colaborador desde los 70, cree que podría haber sido la película más significativa del cineasta, porque contenía todas sus obsesiones: "las acciones autodestructivas de personas inteligentes, el veneno de los celos y la venganza, las formas en que la brillantez, el éxito y el poder pueden ir de la mano con el ego, la vanidad y el abuso de ese poder. Estos fueron siempre los temas que le interesaron: basta pensar en Lolita, La patrulla infernal, incluso en 2001â?³.¿Es la flamante película de Scott el proyecto inconcluso de Kubrick? No. Aunque, tras la muerte en 1999 del director de El resplandor, el creador de Alien uno de los realizadores a los que le ofrecieron tomar las riendas (también a Michael Mann y a Ang Lee), la película que ahora llega a los cines parte de otro guion. El de Kubrick fue heredado, como el de Inteligencia Artificial hace casi 30 años, por Steven Spielberg, que lleva una década tratando de hacer con él una miniserie. Ahora parece que finalmente ocurrirá: siete costosos episodios para HBO, producidos con la activa colaboración de Christiane Kubrick (la viuda) y su hermano, el citado Jan Harlan.Gracias a la tecnología digital, dice Harlan, "muchas de las escenas pensadas en su momento para hacer con decenas de miles de extras se producirán de otra manera, pero la sustancia de lo que Kubrick quería hacer sigue tan vigente hoy como hace 50 años. Desafortunadamente nada ha cambiado: este sigue siendo el mundo (desquiciado) de Dr. Insólito".Hay bastante acuerdo entre los historiadores en que el Napoleón de Abel Gance es una obra maestra, un film pionero insoslayable de la etapa muda. Después de filmar Yo acuso (1919) y La rueda (1922), Gance se propuso hacer, cómo no, "la película más grande de la historia". Su intención era narrar la vida completa de Bonaparte en seis films de algo más de una hora cada uno, pero terminó rodando 250 horas y tras enloquecer a su montajista para el estreno en París en 1927 consiguió armar una versión de cuatro horas que contaba solo la primera parte de la biografía. La proyección fue un éxito, alcanzando su clímax en el famoso "tríptico" del final, que consistía en tres pantallas puestas una al lado de la otra horizontalmente, como una triple pantalla dividida, una puesta de un nivel de modernidad y sofisticación pocas veces superado, que buscaba darle un cierre incontestablemente épico a un protagonista ídem.Valgan estos datos no como pura trivia cinéfila sino para dar cuenta de que los proyectos grandilocuentes sobre este personaje desmesurado siempre convocaron a artistas grandilocuentes y desmesurados. En los 60, el ministro de cultura André Malraux le propuso a Gance formar parte de un Comité de Honor por el bicentenario de Napoleón y aceptó financiar un rescate del film, que se proyectaría con asistencia del General de Gaulle. Pero parte de la película se había perdido y Gance debió buscar a través de distintas copias varias escenas extraviadas. Acudieron en su ayuda jóvenes cineastas como Claude Lelouch y el Centre du Cinéma, que apoyaban figuras como Truffaut, aunque el verdadero héroe en el rescate fue el historiador inglés Kevin Brownlow, que había quedado hechizado tras ver tan solo una hora del film en su adolescencia. En 1968, en medio de un festival londinense, George Dunning (responsable de El submarino amarillo) le acercó una copia recuperada del tríptico final, con lo que Brownlow inició un largo proceso de reconstrucción. En 1980 se proyectó en Londres una versión de 5 horas con música de Carl Davis.Uno de los grandes logros de esta película fue, dice Brownlow, "que nos permite sentir lo que es ser un general a los 26 años, ser un civil frente a las tropas de ese general y ser un niño en plena revolución francesa. El director te arranca del público y te convierte en un participante activo. Dudo que alguna vez vayamos a ver una recreación de la historia tan auténtica y emocionante".Kubrick disentía: "Sé que la película de Gance se ha ganado cierta reputación entre los cinéfilos. Técnicamente se adelantó a su época pero en lo que hace a historia e interpretación, es muy cruda". Harlan lo secunda: "Es brillante como ejemplo del cine primigenio, pero no logra dar una idea del carácter complejo de Napoleón, de sus defectos y de casi todo lo que era de interés para Kubrick: su filosofía, su insaciable apetito por el sexo y su sed de poder; su relevancia como ilustración de un gran éxito que condujo a la destrucción total debido a la vanidad y su arrogancia vengativa".Una parte de los otros BonaparteY no hay espacio acá, entre los extremos de este arco de casi cien años de proyectos monstruosos, para recorrer las muchas otras representaciones cinematográficas que se hicieron de Napoléon a lo largo del siglo XX, pero hay que alguna que otra difícil de pasar por alto, tanto por los nombres que hubo detrás o delante de cámara. En 1955 se estrenó la de Sacha Guitry, que cuenta los eventos esenciales de la vida del personaje interpretado por dos actores (Daniel Gélin de joven y Raymond Pellegrin de adulto) y donde el propio Guitry hace de Talleyrand, polémico primer ministro francés que narra la historia cuando acaba de enterarse de la muerte de Napoleón. En pequeños cameos aparecen gigantes como Erich von Stroheim (como Beethoven) y Orson Welles como el carcelero británico de Napoleón, Sir Hudson Lowe. En 1970 fue el turno de Waterloo con Rod Steiger, un favorito de muchos. Con Désirée, la amante de Napoleón (1954), Marlon Brando fue el más prestigioso de los actores que ha interpretado al general (al menos hasta Phoenix), acá envuelto en un romance con la futura reina de Suecia. Y no puede ignorarse La historia de la humanidad (1957) en la que la raza humana es juzgada por un tribunal divino, aunque más no sea porque a Napoleón lo interpreta un joven Dennis Hopper, mucho antes de forjarse cierta fama de demente.
Cuando acecha la maldad, Sin aire y El sacramento del diablo también llegan a la gran pantalla
La Argentina venía de un período de "vacas gordas" y de "tirar manteca al techo". La caída de la Bolsa de Nueva York, en 1929, ocasionó una crisis financiera sin precedentes con consecuencias para los Estados Unidos y el resto del mundo. La Gran Depresión -así la llamaron- golpeó al país de manera brutal.En enero de 1932, para paliar la caída del modelo agroexportador, el gobierno de facto de José Félix Uriburu, sancionó un "gravamen de emergencia nacional" que gravaba los réditos, entendidos como "el remanente neto, o sea, el sobrante de las entradas o beneficios sobre los gastos necesarios para obtener, mantener y conservar dichos réditos". Hace casi un siglo nació como excepción, pero como (casi) todas las excepciones en la Argentina nunca se fue: con los años pasó a llamarse Impuesto a las Ganancias y el universo de los obligados a su pago fue cada vez es mayor.Sobre los orígenes del impuesto, Eduardo Baistrocchi, director académico de la maestría en derecho tributario de la Universidad Torcuato Di Tella, explica: "El origen de este impuesto fue el enfrentamiento entre Napoleón y el Reino Unido. En Londres necesitaban desesperadamente dinero para financiar la guerra. En 1799 introduce por primera vez en la historia de la humanidad el impuesto a las ganancias solo con ese fin, el de derrotar a Napoleón. Lo cierto es que, finalmente, en 1815, Reino Unido prevalece sobre Napoleón y el impuesto se mantuvo vigente hasta la actualidad, todos los años se renueva. El modelo del Impuesto a las Ganancias argentino se inspira en el británico".-¿Cómo llega de Reino Unido a la Argentina?-Fue vía Australia. Argentina hace una importación del modelo británico a través de Australia. El primer proyecto de ley de este impuesto en el Congreso data de 1917, durante al presidencia de Hipólito Yrigoyen. Pero por razones políticas la elite del momento no quería dar fondos extras. Luego, Raúl Prébisch, que era un joven funcionario de Alvear, fue enviado a estudiar el modelo de "impuesto a los réditos" de Australia, que copiaba el británico. Prébish regresó con todo el know-how pero, otra vez, no llegó a concretarse en el país en ese momento. Fue recién en 1932, cuando Uriburu derrocó a Yrigoyen, que se implementó.-Prébish trajo, desde Australia, el impuesto a las ganancias británico para aplicarlo en la Argentina, ¿con alguna modificación?-Si uno lee la versión original del impuesto a los réditos es como si leyera la de Reino Unido de la época. Dividir en categorías al impuesto es de origen histórico en Reino Unido porque la elite británica de la época, los lores, no querían que ningún funcionario del fisco supiera la magnitud de su riqueza, por eso crearon diferentes categorías y atribuyeron distintas burocracias a cargo de cada una para que ningún burócrata supiera cuanto ganaba cada lord. En definitiva, fue el lobby de los lores británicos.-En 1932, después de dos intentos fallidos, durante el gobierno de José Félix Benito Uriburu se sancionó el impuesto a los réditos, además de ser un gobierno de facto, ¿qué había cambiado?-En ese entonces, se vivía la Gran Depresión y la situación de la economía argentina era frágil porque estaba muy integrada a la británica, se complementaban muy bien. Pero ese modelo de país colapsó en 1930, que coincidió con la implosión gradual del Reino Unido como poder hegemónico mundial. Se volvió a pensar todo el sistema fiscal de la Argentina, porque antes el Estado se mantenía con los impuestos aduaneros.-¿Qué significa que se volvió a pensar todo el sistema fiscal?-Además del impuesto a la renta, se creó el sistema de Coparticipación Federal que hoy es tan discutido. Se dispuso que solo el gobierno nacional puede establecer y recaudar el impuesto a las ganancias, y esa recaudación es repartida a las provincias. Lo que sucede es que este sistema es "el pecado original", por decirlo de alguna forma. Existe un principio fundamental de finanzas públicas según el cual el mismo nivel de gobierno que tiene el poder de gravar debe ser el que tenga la potestad de gastar (power to tax and power to spend), eso debe estar siempre en el mismo nivel porque de esa manera se permite al votante medio premiar o castigar al político si hace las cosas bien o mal. En Argentina eso está fracturado porque el gobierno federal es el que recauda y los gobiernos provinciales los que gastan, entonces el elector no sabe bien a quién castigar electoralmente si, por ejemplo, el hospital no funciona... se embarró la cancha. Eso ya sucedía en 1930 y en 1994 cometieron el error de darle rango constitucional, estamos atados."La tributación progresiva apareció en un régimen de facto o reaccionario"Según Roy Hora, historiador e investigador del Conicet, nuestro país entró tarde "a la organización de una tributación basada en impuestos directos, es decir aquellos que gravan la manifestación directa de la capacidad contributiva de los contribuyentes, como la renta".-¿Por qué la Argentina entró tarde?-Ya en 1910, en la Argentina se estaba viendo el impuesto a la renta y quizás hubiese sido esperable que en un gobierno democrático, como el que surgió de las urnas, en 1916, (Hipólito Yrigoyen) hubiera avanzado en esa dirección. Sin embargo, fracasó... y el mayor freno vino de las provincias. Tuvo que ocurrir un cataclismo económico como fue la Gran Depresión para que se aprobara el impuesto a los réditos. Lo llamativo es que la tributación progresiva, que es la que está más en sintonía con la idea democrática aparece en un régimen de facto o reaccionario, es decir no viene de la mano de la democracia, sino de la restricción. Al comienzo, los socialistas se oponían al impuesto a la renta. Luego el peronismo también se opuso a este impuesto. Pero, esto es curioso, otros países fueron por el camino de generalizarlo, es decir, que la mayor parte de los trabajadores lo pagaran.-¿Cuál fue el rol del peronismo en el Impuesto a las Ganancias y los trabajadores?-Con el peronismo la Argentina nuevamente toma un camino distinto al de los demás países del mundo, en especial a los más desarrollados. En los 40 se produjo una universalización del impuesto a la renta. En los Estados Unidos, al finalizar la guerra, más de tres cuartas partes de los trabajadores pagaba impuesto a la renta (income tax), pero el peronismo no quiso ir por ese camino, no quiso expandir el impuesto a las ganancias.-¿Por qué Perón no lo hizo?-Las razones por las que Perón se resistió a crear una cultura tributaria más universal son difíciles de establecer, probablemente porque prefirió poner el foco en otros impuestos, en el comercio exterior (IAPI - Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) o financiarse con recursos de la caja jubilatoria que estaba siendo creada en esos años. Perón no quiso decirle a los trabajadores tienen que dejar una parte de su salario para pagar el impuesto y probablemente eso lo hizo porque se sentía políticamente débil frente a las organizaciones sindicales y los trabajadores. En el 46, Perón era un recién llegado que había prometido mucho en términos de justicia social y tenía ese compromiso. Él buscaba sintonizar con los intereses de la mayoría, pero no quería que esas mayorías que lo apoyaban sintieran que tenían que financiarlo, por eso fue por otro camino."La decisión posterior de incluir a los asalariados busca lidiar con el problema de la desigualdad gravando con mayor fuerza a los más ricos. Mientras más grande es el universo de los sujetos alcanzados por el impuesto más baja puede ser la alícuota. Sin dudas, no todos deben pagarlo, solo aquellos que superan un mínimo no imponible. Permite sociedades más cohesivas, más igualitarias y que funcionan mejor", añade Baistrocchi."Todos tienen que pagar el impuesto a las ganancias, equidad horizontal""Es el impuesto más progresivo inventado por la humanidad y, paradójicamente, un gobierno peronista ahora hace algo que beneficia a los ricos vaciando de contribuyentes a este impuesto. Existen cuestiones claramente inconstitucionales como un convenio colectivo de YPF excluyendo a los empleados de la empresa del impuesto. En el cortísimo plazo, la medida es entendible porque los sueldos de los empleados suben y probablemente desaliente un paro de los trabajadores, pero a largo plazo implica favorecer a los ricos porque obliga al Estado a emitir y genera más inflación que es regresivo. Creo que esta decisión del ministro de economía es una píldora envenenada para el próximo gobierno", agrega Baistrocchi.El economista Juan Carlos de Pablo sostiene: "Este impuesto en realidad debería llamarse 'impuesto a los ingresos netos de los gastos ocasionados para generar ingresos', pero como es un nombre largo le pusieron "Impuesto a las Ganancias"... un error. Por ejemplo, yo dicto clases en la universidad San Andrés y por eso me pagan, pero para dar clases tengo que ir y pagar la nafta para el auto, cuando estoy allá me gusta tomar una coca cola... entonces deduzco de lo que me pagan esos gastos, ese es el concepto. Es un impuesto universal. Eso de decir 'No, los peluqueros no tienen que pagar'... Todos lo tienen que pagar y en igual condiciones, equidad horizontal. Excepto los asalariados en relación de dependencia que tienen una deducción especial, es decir una persona gana cien pesos porque es asalariado y otro gana cien pesos por alquileres, el primero paga menos que el otro".Sin embargo, para De Pablo a la progresividad hay que tomarla con pinzas: "En la facultad les pregunto a los estudiantes '¿Qué opinan de que aquel que gana el doble pague el doble de impuestos? ¿Están de acuerdo?'. Y todos contestan afirmativamente. '¿Cuál es el sentido de ganar el doble? ¿Pagar más impuestos?', les respondo. Por eso hay que tener cuidado con la progresividad porque tiene límites. En los Estados Unidos, en la década del 50, la alícuota marginal del impuesto a las ganancias llegó creo que al 90 por ciento, entonces las grandes empresas empezaron a pagar en especie, es decir con fringe benefits (beneficios complementarios) y les daban a sus empleados la casa, el auto, la masajista y no sé qué otras cosas más... hasta que se dieron cuenta y bajaron las alícuotas".-De Pablo, ¿se puede eliminar el Impuesto a las ganancias?-Entre Ganancias e IVA es la mitad de la recaudación total del Estado, alguien que dice "vamos a sacar el impuesto a las ganancias" no tiene la menor idea de lo que está diciendo."Hay que pagar impuestos, los impuestos son el precio de la civilización. Sin impuestos la sociedad se convierte en una selva. Claro que si los impuestos son demasiado altos se produce lo que explicó un jurista económico de Ronald Reagan, la curva de Laffer: cuando la carga impositiva supera cierto nivel, subir la alícuota genera una caída de la recaudación en lugar de aumentarla. El problema de Argentina es que la economía en blanco es cada vez más chica y se ve obligada a pagar cada vez más impuestos. Eso origina una lógica perversa porque incentiva a eludir o evadir impuestos, o irse a otra jurisdicción", concluye Baistrocchi.
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Ridley Scott amenaza con el lanzamiento de un corte que profundiza en la historia de Joséphine, la esposa de Napoleón Bonaparte
Desde el chef Mauro Colagreco hasta Jorge Luis Borges; desde Mauricio Macri hasta Eva Perón; desde Julio César Strassera hasta Mirtha Legrand: la lista de los argentinos que pertenecen a la Orden de la Legión de Honor francesa trasciende las épocas, las profesiones e incluso las ideologías políticas. El primero del país en obtener la distinción, la más importante que otorga el gobierno francés, fue el nobel de la paz Carlos Saavedra Lamas, quien en 1935 presidió la conferencia internacional que puso fin a la Guerra del Chaco; la última -condecorada en septiembre de 2022 durante una elegante ceremonia en la Embajada de Francia- fue la activista de los derechos humanos Graciela Fernández Meijide."Para mí fue un gran honor otorgarle la legión a ella porque es una mujer realmente impresionante, una maravilla de persona. Le dieron una altísima categoría de la Legión: la de Commandeur (Comandante)", afirma el neurocirujano Armando Basso, presidente de la sección argentina de la Sociedad de Miembros de la Legión de Honor.En total, son 499 los argentinos que han obtenido esta condecoración a lo largo de la historia. Actualmente, unos 80 se encuentran con vida, pero son menos de 40 los que participan de manera activa de las diversas actividades que organiza la comunidad, como almuerzos con personalidades destacadas y charlas inspiradoras para jóvenes. Al igual que los grupos de legionarios de otros países, los miembros de la sección argentina también han facilitado relaciones bilaterales entre su gobierno y el francés. Pero sin dudas la mayor obra legionaria se encuentra en la casa central de la Orden, que este año cumplió 219 años.La legión de Bonaparte: un símbolo de épocaLa Legión fue creada en 1902 por Napoleón Bonaparte. "En ese entonces todavía había una diferencia enorme entre el pueblo y la nobleza. Lo que quiso hacer Napoleón fue terminar con las diferencias y crear una Legión de Honor para premiar a los militares que se habían jugado la vida en las diferentes guerras. También a los científicos, a los artistas. Él la fue extendiendo de a poco. La idea era hacer lo que, justamente, muchas veces se discute en la Argentina: premiar al mérito", explica el doctor Basso, quien fue presidente de la Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía, con sede en Ginebra, y es legionario desde 1998. "En mi caso, me condecoraron porque estuve a cargo de la creación de hospitales por todos los países de África de lengua francesa, durante mi rol como presidente mundial de la Federación", explica.En un principio, el gobierno francés entregaba la Legión de Honor solo a varones franceses. Recién en 1851, Marie-Angélique Duchemin, sargento de las Fuerzas Armadas de la República Francesa, se convirtió en la primera mujer en ser distinguida. Con los años, la legión también comenzó a cruzar fronteras. Se extendió por el continente europeo hasta que finalmente llegó a todo el mundo, a través de las embajadas francesas.La cantidad de condecorados ha ido en aumento a lo largo de los siglos, pero la relevancia de la legión no se ha desgastado, destaca Basso. "Hay una persona que ocupa el cargo de Grand Chancelier -Gran Canciller, en español-. En Francia, un presidente electo no es presidente hasta el momento en que el Grand Chancelier le coloca el gran collar de Napoleón de la Legión de Honor. Es una ceremonia muy especial", afirma el neurocirujano, quien ejerció la medicina 14 años en Francia y tiene una estrecha relación con la central madre de la Sociedad de Miembros de la Legión de Honor, ubicada en el edificio de Les Invalides, en París. Allí también se encuentra la tumba de Bonaparte.En París, los legionarios aún mantienen, bajo la autoridad del Grand Chancelier, las Casas de Educación, establecimientos de educación pública creados por Napoleón en 1805 para la enseñanza de los jóvenes. La legión también tiene el Hospital de Los Inválidos de París, que, según Basso, es único en el mundo debido a sus sus modernos equipamientos para la rehabilitación de pacientes. También administran el Museo de la Legión de Honor y de las Órdenes de Caballería, ubicado en el Palacio Salm de París.En tanto, en la Argentina, la sección revivió en 2003, cuando el recientemente difunto abogado Jorge Ricardo Macri tomó la presidencia. En ese entonces, le encomendó a Basso, que viajaba mucho a Europa por trabajo, que se ocupara de la conexión y la acreditación de la sociedad argentina ante la central de París. Y desde entonces los legionarios argentinos comenzaron a reunirse nuevamente."Nuestra tarea es transmitir las ideas y los principios de la Legión de Honor", explica Basso. Hasta comienzos de la pandemia, la sección organizaba cada dos meses almuerzos con diferentes oradores, que podían ser legionarios o externos. Entre los oradores han estado legionarios como los abogados Julio César Strassera e Hipólito Solari Yrigoyen, y también externos, como el escritor Marcos Aguinis, el ensayista Santiago Kovadloff y el periodista Diego Cabot."Ninguno de los personajes que invitamos dejó pasar la oportunidad. Los citábamos en el Club Francés y muchos legionarios se inscribían para escuchar al orador. Nuestros almuerzos eran más importantes que los de Mirtha Legrand, te diría", bromea Basso. Ahora, su intención es volver a organizar estos almuerzos, que terminaron cuando se decretó la primera cuarentena obligatoria. También pretende revivir las conferencias para jóvenes en la Alianza Francesa y el Liceo Francés Jean Mermoz que él y otros legionarios solían ofrecer antes de la pandemia."Pensábamos recomenzar los almuerzos ahora, pero con esto de las elecciones y la situación de país, por ahí es mejor, por ahora, hacer algo entre nosotros, invitar a la nueva embajadora de Francia. Vamos a reunirnos para programar lo que queremos hacer y luego retomar las reuniones mensuales o bimensuales. También queremos intensificar nuestra relación con la juventud a través del Liceo Francés, dándoles clases directamente", dice.En las últimas décadas, diferentes legionarios unieron fuerzas en pos de proyectos a beneficio del país. El último fue durante la presidencia de Mauricio Macri. "Nosotros estábamos muy interesados en la provisión de barcos franceses de altísima tecnología para proteger el Mar Argentino. Entonces, con el doctor Angel Tello, que era viceministro de Defensa del gobierno de Macri y también era miembro de nuestra comisión, hicimos todo un proyecto que finalmente él terminó presentando ante el gobierno. Francia, a raíz de la buena relación que teníamos, ofrecía una financiación muy especial para la adquisición de estos barcos al gobierno argentino. Pero no se llevó a cabo, no hicieron nada, y hoy nos siguen robando los pescados del Mar Argentino los rusos, los japoneses y los chilenos", asegura.Hay diferentes rangos dentro de la Legión de Honor. La mayoría de los condecorados argentinos fue distinguido como Chevalier (Caballero), la categoría base de la orden. Mientras que una minoría cuenta con categorías más altas. Basso, por ejemplo, fue condecorado como Oficial (Officier). Por encima se encuentra el rango de Commandeur (Comandante) con el que fueron condecorados únicamente dos argentinos: Fernández Meijide e Hipólito Solari Yrigoyen.La elección de los nuevos candidatos argentinos suele llegar a Francia por medio de la recomendación de un legionario local. Pero la decisión y la investigación de la persona depende de la casa central. "A veces tardan años en decidir", afirma Basso.
El emperador interpretado por Joaquín Phoenix sufrió un cambio importante en su próxima película biográfica
Los dos actores protagonistas de la película de Ridley Scott llegaron a un mutuo acuerdo para animar el rodaje
"Acordamos que íbamos a sorprendernos mutuamente e intentar crear momentos que no existieran", declaró el oscarizado actor en una entrevista
El director del drama historico aseguró que fue la actuación que le dio el Oscar a Phoenix lo que lo convenció.
La España medieval fue una época fascinante, de castillos, murallas y catedrales imponentes. Para descubrir aquellos monumentos históricos, además de pueblos pintorescos y paisajes de cuento, lo mejor es alojarse precisamente en edificaciones antiquísimas. Hay muchas por todo el territorio ibérico y, en conjunto, son conocidas como 'paradores'.SEGUÍ TODAS LAS NOVEDADES DEL MERCADO INMOBILIARIO EN LN PROPIEDADESParadores Turísticos de España se fundó en 1928. La misión de la organización es contribuir a la recuperación del patrimonio histórico-artístico de este país y preservar sus espacios naturales.Ya sea en la playa, en la montaña, en un viñedo o en el casco antiguo de una localidad pequeñita, encontrarás alguno de estos refugios. Hay castillos, monasterios, fortalezas y edificios vanguardistas.País Vasco, Victoria y ArgómanizEn Bilbao, lo primero es lo primero: visitar el museo Guggenheim. El edificio torcido y curvilíneo fue diseñado por Frank Gehry. Puede tomar la forma de un barco si se ve desde el río Nervión o de una flor que se abre al cielo si se aprecia desde las alturas.Con la construcción del Guggenheim en 1997, Bilbao se transformó en una ciudad vanguardista que recibe un millón de turistas al año. Este museo no solo es una joya por fuera; sus interiores, igual de impresionantes, llevan a través de un viaje por el arte moderno y contemporáneo.A una hora de distancia se encuentra la capital del País Vasco, Vitoria-Gasteiz, ciudad con un pasado medieval, el cual pueden atestiguar sus templos góticos, sus calles en forma de almendra y, sobre todo, su casco antiguo, uno de los mejores conservados de todo España.Barrio por barrio, el precio del metro cuadrado y la rentabilidad de un alquilerEl parador de Argómaniz es el antiguo Palacio de los Larrea, un edificio renacentista de 1712 en la Llanada Alavesa, por donde pasaron romanos, cristianos, moros y judíos. Este palacio destaca, entre otras cosas, por su ubicación: una llanura que sobresale del resto de las casas de la localidad. Se dice que Napoleón Bonaparte descansó dentro de estos muros.Hay que tomarse un tiempo para visitar, muy cerca de ahí, el Parque Natural de Ullíbarri-Gamboa y del Monte Gorbea, además del casco antiguo y su catedral.Los jardines de este parador son un verdadero santuario de relajación, mientras que, en su restaurante, preparan pura delicia local acompañada de excelentes vinos y quesos. Sus habitaciones son modernas y sencillas. Si se elige una con jardín, mucho mejor.La Rioja y Santo Domingo de la CalzadaNuestro siguiente destino: La Rioja, una región muy atractiva por su producción vitivinícola, cuya denominación de origen es la más antigua de España.La vid es parte del paisaje, y se puede admirar desde las alturas, a bordo de un globo aerostático, desde donde se alcanzan a ver las tonalidades ocres y verdosas de la campiña.La arquitectura de sus bodegas bien merece un recorrido por sí sola: construcciones históricas que parecen palacetes y hasta de arquitectura de vanguardia como Marqués de Riscal o Ysios.Kilómetros arriba, en una colina, está el Monasterio de Suso, en donde los eremitas escribieron en sus scriptorium las primeras palabras en castellano, marcando el nacimiento de nuestro idioma.Santo Domingo de la Calzada es un parador alojado en el antiguo Hospital de Peregrinos, construido en el siglo XII. La leyenda cuenta que Domingo García (santo patrono del pueblo) ayudaba a los peregrinos del Camino de Santiago, edificando puentes, hospitales y caminos.El parador se ubica en la plaza principal, frente a la catedral y a un costado de un refugio de peregrinos. Destacan su vestíbulo con arcos góticos, su construcción sobria e imponente, sus salones que nos remontan al pasado y su restaurante de auténtica y tradicional cocina riojeña.Conocé cuál es el valor de venta de una propiedad Uno de los pueblos de La Rioja es Cellorigio, que con cuatro habitantes se niega a su extinción. Sus caminos no tienen asfalto y, en pleno campo, se conservan casas de piedra en cuyas fachadas hay relojes de sol y escudos de la familia.También está Sajazarra, cuya primera mención aparece en el Fuero de Miranda de Ebro en 1099. En este pueblo no ha pasado el tiempo, con sus calles estrechas, su castillo construido en la segunda mitad del siglo XV, sus callejones y su iglesia del siglo XII y XIII.León y el Hostal de San MarcosUn paso de peregrinos que sigue el Camino de Santiago es León, ciudad flagrante de belleza histórica, vigilada por la catedral de Santa María de Regla, que inició su construcción en el siglo III. Atesora un conjunto monumental de casi todos los estilos artísticos, como el románico, el gótico, el plateresco, el renacentista, incluso el modernista.El Hostal de San Marcos es un parador construido en el siglo XII. Es uno de los edificios más emblemáticos del renacimiento español, tan asombroso en su exterior, como en su interior. Además de hotel, también es un museo en el que se resguarda todo tipo de esculturas y ornamentos medievales, como los tapices de los siglos XVII y XVIII que decoran los muros para ser admirados por los huéspedes y paseantes.Propiedades: la trama de la operación inmobiliaria más grande del mercado de la que se cumplen 10 añosLerma y el Palacio DucalLerma, en Burgos, es un lugar que no tiene desperdicio. Su esplendor fue en el siglo XVII. Debajo de las viviendas y de los adoquines de esta ciudad hay bodegas subterráneas desde tiempos muy antiguos. Algunos restaurantes las adecuaron como cavas y son parte de su atractivo, como el Asador de Caracoles, una casa de comidas con más de 100 años de historia.El Parador de Lerma ocupa el viejo Palacio Ducal del siglo XVII. Intramuros guarda la historia del duque Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja, el hombre más poderoso del reinado de Felipe III.En el año subieron más de 70%: los alquileres fueron los principales responsables del alza de la inflación de junioSe presume que en esta construcción de piedra, sobria y elegante, con 200 balcones de hierro en su fachada y cuatro torres, durmió también Napoleón Bonaparte. El dramaturgo Lope de Vega igualmente pasó por aquí, estrenando sus obras en el patio interior hace unos 500 años.Pasear por los alrededores de la plaza implica algo de tiempo bien invertido tomando fotos de cada rincón, incluida la casa en la que vivió durante su juventud José Zorrilla, autor de Don Juan Tenorio. Su escultura se encuentra en los jardines de la Excolegiata de San Pedro, desde donde se puede apreciar todo el valle de Lerma.El castillo de Sigüenza y la otra GuadalajaraLlegamos a Sigüenza, en la provincia de Guadalajara. Es una ciudad que asombra por su historia tejida entre sus calles y fachadas, pero sobre todo por su monumental castillo que se remonta a la era románica. Sirvió de fortaleza en las guerras carlistas, incluso en la guerra civil de 1936.Es un palacio: cómo es y cuánto cuesta un departamento igual al de Fito Páez que se vende en su mismo edificioEn las habitaciones del castillo se dio cobijo a varios personajes de la historia, entre ellos a obispos y reyes, como Felipe III y Doña Blanca (la que está cubierta de oro y plata, según la ronda infantil), que fue encerrada por su esposo, Pedro I de Castilla, para evitar que apoyara a los nobles que pretendían destronarlo en 1355.Restaurado y con el porte de un edificio de su linaje, este castillo se mantiene firme en lo más alto de Sigüenza (con vistas de infarto). Transformado en un parador, reúne el esplendor medieval y el lujo de vanguardia.
El actor de 'Joker' da vida al histórico emperador francés en este biopic que llegará a cines en noviembre
El film se estrenará en noviembre y contará con Vanessa Kirby interpretando a la emperatriz Josefina. "Napoleón es un hombre que siempre me ha fascinado", señaló Scott.
La película producida por Sony y Apple tiene a Phoenix como el icónico comandante francés Napoleón Bonaparte.
El actor ganador del Oscar dará vida a la figura histórica en la próxima película dirigida por Ridley Scott ("Alien")
El presidente consideró que ahora con el cambio de titular en la STPS podría darse un nuevo acercamiento con el líder sindical
La negociación siempre se centró en el reparto de sillones. Podemos, pese a la resistencia de Pablo Iglesias, traga con el veto a la Ministra de Igualdad y firma a última hora un acuerdo para integrarse en la coalición de Sumar
Una increíble mansión de 12 dormitorios ubicada en las afueras de Londres acaba de salir al mercado por el equivalente de US$93 millones. Esta majestuosa residencia ocupa un terreno de más de 17 hectáreas lleva el nombre de Denham Place y fue puesta a la venta después de ocho años de intensa restauración. Este impresionante edificio fue construido entre 1688 y 1701, lo que lo convierte en una verdadera joya arquitectónica con más de 300 años de historia.El responsable de esta venta es nada más y nada menos que el magnate de los cosméticos multimillonario Mike Jatania, quien adquirió la propiedad en el año 2000 por £20 millones, según el medio ingles The Guardian. Jatania se esforzó por mantener la majestuosidad de la casa, invirtiendo en una restauración meticulosa durante ocho años. Como resultado, la mansión está en perfectas condiciones y lista para recibir a su nuevo dueño.Seguí toda la información del mercado inmobiliario en LN PropiedadesLa casa tuvo solo siete propietarios a lo largo de su historia, lo que la hace aún más exclusiva y atractiva. Uno de sus ocupantes más famosos fue el fundador del gigante bancario JPMorgan Chase, JP Morgan, quien alquiló la casa a finales del siglo XIX. Además, también fue la residencia del coproductor de la icónica franquicia cinematográfica de James Bond, Harry Saltzman.Beauchamp Estates, uno de los tres agentes que comercializan la casa, asegura que se usó para filmar algunas escenas de James Bond, según The Guardian. Incluso algunos miembros de la dinastía de la familia Bonaparte vivieron en la casa durante un período. Entre 1834 y 1844, fue ocupada por los hermanos de Napoleón, el ex rey exiliado de Nápoles y Sicilia, el rey José-Napoleón Bonaparte, junto con el príncipe de Montfort y rey de Westfalia, Jerónimo-Napoleón Bonaparte.Barrio por barrio, el precio del metro cuadrado y la rentabilidad de un alquilerConocé cuál es el valor de venta de una propiedad La mansión cuenta con 12 habitaciones y baños, 14 salas de recepción y un gimnasio. Pero eso no es todo: la sala de cine y el gimnasio están inspirados en la icónica franquicia de James Bond. Además, el terreno incluye un parque y un bosque catalogados como Grado II, con un jardín hundido formal (ubicado debajo del nivel principal del suelo que lo rodea), un jardín amurallado, un prado, un huerto y un lago. Si eso no es suficiente, el nuevo propietario también podría aprovechar el consentimiento de planificación para construir un spa y una pileta.El Denham Place se convirtió en una de las casas de campo a la venta más costosas en la historia del Reino Unido.