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Fuente: Infobae
08/05/2024 02:04

Universidad San Marcos: estos son los servicios que ofrece a 'costo social' y muchos desconocen

No solo pueden hacer uso de estas atenciones los estudiantes, sino personas externas a la casa de estudios y lo mejor que a un precio módico

Fuente: Perfil
07/05/2024 11:18

Alejandro Catterberg: "El Gobierno se va pareciendo cada vez más a muchos gobiernos"

El presidente de Poliarquía opina que Milei atraviesa un proceso de "normalización" que lo asemeja a gestiones anteriores. "Es un Gobierno que abandonó principios nucleares que tenía en su campaña por una política económica más pragmática", explicó. Leer más

Fuente: La Nación
06/05/2024 13:00

Los 200 años de la Novena Sinfonía: la obra definitiva de Beethoven de la que muchos quisieron apropiarse

La enumeración de las tragedias, calamidades, inconvenientes y consecuencias que trajo consigo la pandemia del coronavirus es interminable y dolorosa por donde se la mire. Pero también tuvo consecuencias menores. Entre ellas, y, por su magnitud, no pasible de ser ingresada entre las desgracias mayúsculas, hay que traer a colación la cancelación de todas las celebraciones, acontecimientos y festivales que se iban a llevar adelante en todo el mundo, en 2020, para honrar a Ludwig van Beethoven cuando se cumplían 250 años de su nacimiento. Pero ahora existirá una mínima compensación, ya que este 7 de mayo se cumplen 200 años del estreno de su Sinfonía Nº9, una verdadera y auténtica obra maestra, un verdadero hito en la historia de la música que dará lugar a conciertos, emisiones y transmisiones por todas las vías que la tecnología provee; charlas, conferencias e infinidad de artículos que, como éste, harán hincapié en su significación, en la genialidad de su responsable y en su unicidad, ya que esta sinfonía, por fuera de lo estrictamente musical y sonoro, está rodeada de una saga de implicaciones políticas y culturales que la acompañan desde su mismo nacimiento, aquella primera vez, hace dos siglos, en Viena, en 1824.Todas las sinfonías, ésta sinfoníaCon el advenimiento del clasicismo, en la segunda mitad del siglo XVIII, esencialmente desde Viena y con Joseph Haydn como principal impulsor, se instaló la sinfonía, una obra para orquesta en cuatro movimientos, cada uno de los cuales caracterizado por un perfil y una forma peculiares. En un principio, las sinfonías fueron, mayormente, galantes y equilibradas, pero fue sufriendo transformaciones en sus contenidos con los aportes de Wolfgang Amadeus Mozart quien, creativo y mágico, supo incorporarle otro tipo de elementos más dramáticos, por momentos casi operísticos. Aquellos refinamientos iniciales fueron, lentamente, reemplazados por un discurso más denso, más teatral. En sus últimas sinfonías, Haydn se sumó a esta nueva tendencia. Cabe recordar que Mozart falleció en 1791 y que las últimas sinfonías de Haydn fueron escritas a mediados de la década del 90. Sobre esa base, Beethoven, que desde Bonn había venido a Viena en 1792, estrenó su primera sinfonía en abril de 1800. Si bien es, en general, una sinfonía haydniana (Beethoven había estudiado con él), hay detalles de instrumentación, un clima general más enérgico y un extrañísimo minué, el tercer movimiento, en el que ni el tempo ni su caudal son los de una danza más donosa que apasionada. La huella de Beethoven y las profundas alteraciones y vehemencias que imprimiría al clasicismo vienés habían comenzado.Le continuaron otras tres sinfonías intensas, verdaderas piedras angulares de la historia de la música: la Sinfonía Nº3, la "Heroica" (concluida en 1804), la celebérrima Sinfonía Nº5 (1808) y la Sinfonía Nº7 (1812), tres obras de altísima significación y que serían merecedoras, cada una de ellas, de análisis pormenorizados para denotar y elogiar las novedades, los cambios y las ideas (todas beethovenianas) que laten en ellas. En comparación a ellas, las sinfonías pares son "apenas" buenas obras. La Sinfonía Nº8, de 1812, parecía ser la última ya que, después de su estreno, Beethoven dejó las sinfonías a un lado. Por otra parte, cada vez más afectado por los avances de su sordera, dejó de tener apariciones públicas como pianista o como director.En 1817, la Sociedad Filarmónica de Londres le encomendó la composición de una sinfonía y en ese mismo año, comenzó con algunos esbozos para escribir una obra en re menor. Con todo, no avanzó con ese proyecto y, con la relativa lentitud y la consabida concentración con la que trabajaba, escribió las últimas cuatro sonatas para piano, las Variaciones Diabelli, algunas obras de cámara y se abocó, también sin mayor apuro, a su monumental Missa solemnis. Pero en 1822, sin que nadie pueda precisar cuál fue el factor determinante, Beethoven retomó aquella sinfonía olvidada y decidió que incorporaría las estrofas de "An die Freude", literalmente, "A la alegría", un poema que Friedrich Schiller había publicado en 1786 y que Beethoven había leído apenas llegado a Viena. El título fue traducido, en todos los idiomas, como Oda a la alegría o Himno a la alegría. Desde ese momento, en 1822, Beethoven trabajó con la idea de una sinfonía cuyos tres primeros movimientos oficiarían de introducción al poema de Schiller que, grandioso, afloraría en el último movimiento. Pero Beethoven fue mucho más allá de eso y escribió una obra de una extensión descomunal, con una larga serie de estrategias que nunca habían sido plasmadas en una sinfonía. La resultante fue que, de principio a fin, la Sinfonía Nº9 devino en una obra extraordinaria a la cual cualquier adjetivo elogioso le queda un tanto insuficiente. De su mano y de su osadía, en el último movimiento de una sinfonía, un género de música instrumental, aparecen solistas vocales y un gran coro mixto. Si bien, popularmente lo que musicalmente identifica a esta sinfonía es la melodía con la que se inicia el poema de Schiller, la sinfonía se extiende por más de una hora y será justicia pasar lista a las maravillas que hizo Beethoven en los tres primeros movimientos y, por supuesto, también las del final.Los cuatro movimientosEl primer movimiento está antecedido por la indicación "Allegro ma non troppo, un poco maestoso". Con todo, el comienzo es casi un no-comienzo, con notas largas casi inasibles en las cuerdas graves sobre las que apenas aparecen algunos aleteos de sonidos descendentes. Y después sí, emerge el primer tema (0.45), en el tempo requerido y más que majestuoso, enérgico y trágico. En contraposición, el segundo tema es plácido, casi íntimo (2.36). Lejos de cualquier esquema formal evidente, sobrevienen, luego, reiteraciones, nuevos temas e incisos, desarrollos cortos o extensos y cambios de carácter que determinan unidades y segmentos que no se ajustan a la tradicional forma sonata de los primeros movimientos de las sinfonías clásicas. Amplio, intenso y mayormente trágico, cualquier intento de acomodar estos contenidos a una forma tradicional será forzado. Desde el primer movimiento, Beethoven ya anunciaba que esta sinfonía sería diferente. Así suena en la brillante interpretación de la Orquesta del Diván, dirigida por Daniel Barenboim, en el Albert Hall londinense.Novena Sinfonía, primer movimientoSi en su Sinfonía Nº1, Beethoven había llevado al minué, el tercer movimiento, a una velocidad y a una intensidad inauditas, en la Sinfonía Nº2 desechó al minué, demasiado aristocrático para los nuevos tiempos posteriores a la Revolución Francesa, y lo reemplazó por el Scherzo, una danza tumultuosa, veloz, mucho más conveniente para la nueva época. Si bien en algunas obras de cámara, ocasionalmente ubicó al Scherzo como segundo movimiento, en sus sinfonías siempre lo había dejado para después del movimiento lento. En esta obra, el Scherzo continúa al movimiento inicial y, en cierto modo, está emparentado a él en su tonalidad (re menor) y en su vehemencia. Pero es más salvaje que trágico, sensación que puede percibirse desde el mismo comienzo, con un inusual protagonismo de los timbales. Prescripto "Molto vivace", el Scherzo es pujante, vigoroso y desborda energía. Lo sorprendente, además, es que la primera parte está claramente estructurada según los cánones de la forma sonata, con tres temas (0.09, 0.43, 0.52) y articulado en exposición repetida, desarrollo y reexposición, un esquema extemporáneo para un Scherzo. El Trío central, en modo mayor, aporta un contraste sumamente oportuno y que, en definitiva, potencia aún más al Scherzo que, cuando reaparece, (8.10) parece aún más urgente y desbocado.Novena Sinfonía, segundo movimientoDesde cierto desconocimiento o por adherir a encasillamientos que en poco lo favorecen, se suele decir que Beethoven es dionisíaco, volcánico, pasional y siempre impetuoso. Por supuesto, Beethoven es muchísimo más que eso y la poesía, la intimidad y la introspección, entre otras cualidades más, también tienen lugar dentro de su creación. El tercer movimiento de la Sinfonía Nº9, "Adagio molto e cantabile", es un testimonio de las profundidades y las honduras que Beethoven era capaz de alcanzar. Extenso y estructurado, muy libremente, casi como meditaciones sobre un tema (desde 0.27 a 3.10), este movimiento, a puro lirismo, está atravesado por un melodismo exquisito, cercano, plácido y seductor.Novena Sinfonía, tercer movimientoSi lo excelso y la más artística perfección habían sido desplegados generosamente en los tres primeros movimientos, la sorpresa, lo inesperado y, definitivamente, lo revolucionario sobrevienen en el cuarto movimiento en el cual, lo reiteramos, por primera vez dentro de una sinfonía aparece la voz humana a través de cuatro solistas, una soprano, una contralto, un tenor y un barítono, y un desmesurado coro mixto que le dará vida y sonidos a la Oda a la alegría, de Schiller. Pero lo de Beethoven no fue, simplemente, musicalizar un texto. Hasta que irrumpe el barítono, preludiando al poema de Schiller con un texto breve del propio Beethoven, a lo largo de unos siete minutos orquestales, el compositor barre con todos los moldes y construye una introducción absolutamente innovadora.En el mismo inicio, luego de un llamado espectacular de toda la orquesta, los contrabajos y los chelos presentan un recitativo en unísono que anticipa lo que será el canto inicial del barítono. Y después, desde 0.57, uno a uno, entre las frases de las cuerdas graves, van reapareciendo los temas de apertura de los tres primeros movimientos. Beethoven no alcanzaría a ser testigo de que su sinfonía sería la piedra basal sobre la cual se desarrollarían las formas cíclicas del romanticismo, es decir, aquellas obras en las cuales cierto material musical circula por distintos movimientos. Y después de esta apertura tensa, única y diferente, en 3.25, apenas susurrado por los contrabajos, en Re mayor, comienza a sonar una de las melodías más célebres de la historia, la que Beethoven escogió para musicalizar la apertura del An die Freude, de Schiller. Unos tras otros, se van sumando las cuerdas, las maderas, los bronces y se alcanza la apoteosis del conocidísimo tema en un tutti orquestal conmovedor (6.00).Novena Sinfonía, cuarto movimientoTodo lo que viene después, luego de la invitación que pronuncia el barítono, en este caso, el gran bajo-barítono René Pape, (7.30) es entonado muy extensamente y en innumerables secciones. Entremezclados y geniales, habrá momentos espectaculares y de alta intimidad, desbordes instrumentales y susurros de altísimo arte. El texto está subtitulado en el video. Sólo para admirar los alcances ciclópeos de Beethoven, no podemos no remitir a la escucha de la plenitud del coro y de la orquesta en 14.23. Para destacarlos, menester es nombrar también a los otros tres solistas, la soprano Anna Samuil, la mezzosoprano Waltraud Meier y el tenor Michael König. En aquella ocasión, en Londres, participó el National Youth Choir of Great Britain.El estreno y una vida multifacética por fuera de los teatrosCon una orquesta inmensa como nunca había tenido Beethoven a su disposición y un coro al tono, el 7 de mayo de 1824, la Sinfonía Nº9 fue estrenada en el Theater am Kärntnertor de Viena, obviamente, no dirigida por Beethoven cuya sordera lo había incapacitado para esa actividad. Para completar el programa, se interpretaron, además, la obertura La consagración de la casa, op.114, y, ya que había un coro, tres partes de la Missa solemnis, op.123. La recepción de la sinfonía fue muy favorable y, prácticamente, desde ese mismo instante, la obra comenzó un derrotero que tuvo muchísimas peripecias por fuera de los teatros. En esto incidieron una composición musical excepcional en la que, dentro de una monumentalidad y una desmesura, queda en la memoria una melodía simple y fácilmente cantable. Pero, además, hay un texto que está centrado en la alegría y en la fraternidad, dos términos esencialmente nobles pero que pueden tener diferentes significados según la ideología de quien los mire y considere. Por lo tanto, la Sinfonía Nº9 ha sido utilizada para distintos fines y objetivos y ha aparecido en las más variadas oportunidades. Sin ninguna cronología y sin consideraciones de valor sino, simplemente, como una aséptica enumeración, ésta es una pequeña muestra de las infinitas y muchas veces antagónicas apropiaciones políticas que se han hecho de la Sinfonía Nº9.Ya que con Wagner no era suficiente, los nazis la incorporaron a grandes eventos para reafirmar la superioridad aria. En 1936, apareció en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín, y, al año siguiente, para festejar el cumpleaños de Hitler, Wilhelm Furtwängler la dirigió en su homenaje. Antes de eso, en los años de la Primera Guerra Mundial, los franceses la tomaron como emblema porque encarnaba los ideales de la fraternidad. Siempre en el mismo territorio, muchos años después, unos y otros confluirían en la Unión Europea que, en 1972, la adoptó como himno del bloque en una versión sin texto, versión que arregló y dirigió Herbert von Karajan, el más célebre director europeo de su tiempo pero que, por todos los medios, siempre trató de ocultar o hacer olvidar que, en 1933, se había afiliado al partido Nacionalsocialista. En otro continente, el repulsivo sistema racista imperante en Rodesia, que de fraternal o humanitario no tenía nada, la transformó en su himno nacional. En 1927, cuando se cumplía un centenario del fallecimiento de Beethoven, la Sinfonía Nº9 sonó como manifestación de hermandad tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética. Unos la consideraban democrática; los otros, revolucionaria. En 1989, cuando cayó el Muro de Berlín, Leonard Bernstein consideró oportuno ofrecerla y registrarla en la Schauspielhaus de la ciudad, con músicos de veinte países y hasta con un coro de niños, tomándose la licencia de cambiar el Freude original por Freiheit y así la alegría tornó en libertad.Pero la Novena, así, a secas, también sonó importante y central en otros espacios. Quienes leyeron La naranja mecánica, de Anthony Burgess (1962), recuerdan las perversiones sádicas de Alex, un fanático admirador de Beethoven que buscaba llegar al arte de su ídolo en cada una de las depravaciones que cometía. En la película homónima de Stanley Kubrick (1971), concretamente, la música que ilustra las degeneraciones es la de la Sinfonía Nº9.En Hombre mirando al sudeste, la maravillosa película de Eliseo Subiela (1986), Rantés, en sus delirios, dirige la gran sinfonía y mientras la música emerge victoriosa, las imágenes remiten a los internos del hospital siquiátrico donde él mismo está internado, en una escena de intensa alegría y felicidad.En la novela Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier (1953), el personaje central es un musicólogo que, en un momento conflictivo de su vida, abomina, en general, de la cultura occidental y europea, sensación que se manifiesta, intensa y desagradable, mientras escucha el no-comienzo de la Sinfonía Nº9. Muy lejos del arte musical, cinematográfico o literario, la Novena también aflora en otros ámbitos. Hace más de una década fue la música elegida, durante varias temporadas, para la apertura de las transmisiones televisivas de la Copa Libertadores de América.Tal vez hoy ya menos emparentada a los ideales románticos de la fraternidad y más presente por sus maravillas sonoras y musicales, llega el día de recordar a Beethoven y de ver y escuchar su Sinfonía Nº9 en Re mayor, op.125, que así es como se llama esta obra extraordinaria, una de las grandes creaciones de la humanidad.

Fuente: La Nación
05/05/2024 18:00

David Lebón: algunos nervios, muchos invitados y canciones entrañables que sabemos todos

Desde el lanzamiento de los álbumes Encuentro supremo (2016), Lebón & Co I (2019) y Lebón & Co II (2022), sumado a la obtención del Gardel de Oro en 2020 (premio al que nuevamente está nominado para la edición de este año) y a una nutrida e incesante presencia en infinidad de escenarios, David Lebón se encuentra atravesando uno de los mejores y más plenos momentos de su ya dilatada trayectoria.Asiduo protagonista de memorables conciertos en el estadio Obras y en teatros como el Ópera, el Coliseo o el Gran Rex, el ex Pappo's Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, Polifemo y Serú Girán añadió ahora un nuevo desafío al debutar en el amplio y espacioso Movistar Arena. Con el pretexto de seguir presentando en vivo Herencia Lebón, una serie de grageas audiovisuales en las que interpreta composiciones propias y de otros autores en frescas y renovadas versiones y que en breve contará con una tercera entrega, el músico concretó un nuevo y emocionante encuentro ante un público sumamente fiel.Si bien en un futuro cercano se aguarda la aparición de un nuevo trabajo discográfico con material inédito seguido por otro con temas cantados en inglés (un viejo anhelo del artista), Lebón viene desarrollando en este último tiempo una profunda relectura de canciones ajenas a la vez que una puesta en valor de gran parte de su repertorio. Esto incluye no sólo a los infaltables clásicos sino también a un puñado de interesantes creaciones de cosecha propia que merecían ser rescatadas del olvido y tener una segunda oportunidad, como por ejemplo "Nuevas mañanas", "Bonzo" y "Sin decir adiós". Y eso fue lo que ocurrió en la mágica noche de Villa Crespo."No seas dura", "Cuánto tiempo más llevará" y "En la vereda del sol" abrieron un show que mostró a un Lebón exultante, feliz y en un estado de gracia total, disfrutando y haciendo disfrutar a la audiencia de un ecléctico y vasto cancionero que todos conocían a la perfección y secundado por atractivas visuales que se sucedían desde una gigante pantalla LED.Luciendo un inmaculado traje blanco y de muy buen humor, el popular Ruso señaló a poco de comenzar: "Mirá qué linda canción que viene ahora", como preámbulo de la invariablemente intensa "Esperando nacer". Así se fue gestando un verdadero y muy completo recorrido musical por las diferentes épocas de un músico que en verdad tocó con todos (Pappo, Spinetta, Charly García) y caracterizado por diversos y sugerentes climas en tiempo de rock, blues, pop y sentidas baladas.En esto mucho tuvo que ver la banda que lo acompañó, un ajustado y versátil conglomerado de instrumentistas que combina la experiencia del siempre sólido Daniel Colombres en batería (un incondicional y fiel ladero de David desde hace cuarenta años) y del guitarrista Dhani Ferrón con el ímpetu juvenil y el buen gusto destilados por Leandro Bulacio (teclados), Roberto Seitz (bajo) y Tavo Lozano (guitarra líder). Fue sobre ese muro de contención donde Lebón desplegó tanto sus inspiradísimos solos de guitarra (a esta altura toda una marca de fábrica) como una vocalización que pareció lucir más cómoda y firme en los pasajes calmos y sensibles antes que en los segmentos de mayor aspereza rockera.Entre los varios tramos destacados a lo largo de una extensa noche, sin dudas vale la pena resaltar el conformado por la bellísima "San Francisco y el lobo", seguida de la delicada "Blackbird" (The Beatles) y la muy coreada "El tiempo es veloz". Como así también el desfile de invitados que se fueron acoplando con el correr de los minutos: "Mundo agradable" y en particular "Copado por el diablo" englobaron la impronta de Alambre González a través un visceral duelo de guitarras con el propio anfitrión; la ascendente Luz Gaggi desplegó toda su potencia y exuberancia vocal de raíz negra en "Frecuencia modulada" y "Encuentro con el diablo"; la versión unplugged de "Layla" (Eric Clapton) se vio engalanada por la presencia del muy respetado Luis Salinas desde las seis cuerdas, mientras que la guitarra incandescente de Baltasar Comotto elevó la temperatura del lugar mediante abrasadoras versiones de "Despiértate nena" y "Noche de perros".El olvido de un breve segmento en la letra de "No soy un extraño", en compañía de Nico Sorín, Hernán Jacinto y Gabriel Pedernera (baterista de Eruca Sativa), empañó en parte el tributo del Ruso hacia Charly García ("Mi hermano del alma", según sus propias palabras). Aunque el mal trago pronto quedó sepultado cuando el pequeño Carmelo (piano) junto a su padre Palmo Addario (guitarra), más el propio Lebón desde la batería, se despacharon con un fragmento de "Peperina" empalmado con "Pubis angelical" y seguido luego por una emocionante versión de "Desarma y sangra", en la que el exquisito violín de Alex Musatov se llevó todos los aplausos."Yo en River toqué con Serú pero acá estoy solito", bromeó Lebón en referencia a los nervios que comenzaron a perseguirlo desde el mismo momento en que se confirmó su debut en el Movistar Arena y que aún lo acompañaron en pleno escenario. No obstante, el fervoroso apoyo de sus seguidores disipó rápidamente esa sensación para colaborar desde los coros en "Puedo sentirlo"."No llores por mí Argentina", "Seminare" (con un océano de celulares iluminándolo todo al compás) y "Nos veremos otra vez" se encargaron de cerrar una velada que fue de menor a mayor en cuanto a intensidad y signada por el noble gesto de dar y a la vez recibir. Pero por sobre todo, por la rica herencia musical de Lebón (Beatles, Hendrix, Clapton y tantos otros ilustres nombres del rock y el blues) además del propio e inspirador legado que él mismo, a los 71 años, deposita en toda una generación de músicos y oyentes que lo admiran y respetan con devoción.

Fuente: La Nación
05/05/2024 01:00

Envejecimiento poblacional: España necesita muchos más trabajadores para sostener el pago de las jubilaciones

MADRID.- El Banco de España hizo una llamada de atención sobre el reto de las pensiones en el país. Ni la llegada de inmigrantes, ni las subas de cotizaciones, ni los incentivos a demorar la jubilación serán suficientes por sí solos para abordar un problema de "extraordinaria envergadura" y "uno de los mayores desafíos a los que se enfrentarán las principales economías en los próximos años", señala en su informe anual.En España, por el envejecimiento haría falta que en 2053 se triplicara el número de extranjeros residentes incluido en las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE), si se busca que permanezca igual la relación entre el número de personas en edad de trabajar y el de pensionistas. Para dentro de tres décadas, el INE espera que en España haya 14,8 millones de pensionistas, 18 millones de nacionales en edad de trabajar y 12 millones de extranjeros activos.Con esas cifras, la proporción entre ocupados y jubilados se estrecharía mucho. Así que, para mantener la tasa de dependencia actual, situada en 26%, el Banco de España explica que la población inmigrante trabajadora tendría que subir en más de 24 millones de personas hasta un total de 37 millones. Habría bastantes más trabajadores extranjeros que españoles. Y eso implicaría que se tendrían que crear unos 800.000 puestos de trabajo al año, solo para cubrir estas llegadas.Con más de un 17% de los residentes nacidos fuera, España ya está entre los cuatro países del mundo con una mayor proporción de extranjeros, detrás de los Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. A la luz de estos números y a pesar del elevado dinamismo de los flujos migratorios hacia España, "no parece probable que la inmigración pueda evitar el proceso de envejecimiento en el que se encuentra inmerso nuestro país", concluye el mencionado informe. Por otra parte, aunque contribuyen de forma decisiva a paliar la escasez de mano de obra, los inmigrantes no presentan la formación de los nacidos en España y no servirían en esa medida para responder a las necesidades que creará la transformación tecnológica, de acuerdo con lo que advierte el organismo que dirige el gobernador Pablo Hernández de Cos.Proyecciones del gastoEl reporte también cuestiona las proyecciones del Gobierno y de la Comisión Europea sobre el gasto en pensiones. Y es crítico con respecto a una de las principales medidas de ahorro que ha planteado el Ejecutivo y que ha aceptado Bruselas como buena: los incentivos para demorar de forma voluntaria la jubilación más allá de la edad legal.Los cálculos del gobierno de España sostienen que en 2050 el gasto puede bajar en unos 1,4 puntos de producto bruto interno (PBI), porque la mitad de los trabajadores va a retrasar por voluntad propia su retiro durante tres años. Pero el Banco de España afirma que hay mucha incertidumbre sobre cuántos retrasarán su retiro y pone en duda la cifra de ahorros que se podría obtener; una de las cuestiones es que, para dar incentivos (a retrasar la jubilación) deberían pagarse importes mayores.Como ha argumentado otras veces, la institución recuerda que la reforma de pensiones aprobada entre 2021 y 2023 aumentó las obligaciones de gasto sin elevar en la misma medida los ingresos. Y apunta que es muy probable que en 2025 se ponga en marcha la cláusula de revisión de las pensiones que impuso Bruselas.Esta obliga a que, si no se acuerdan otras medidas alternativas, se tengan que subir los aportes. Sin embargo, el Banco de España desaconseja tomar la vía de subir las cuotas sociales: según sus estimaciones, por cada punto de aumento se pierde un 0,25% del empleo al cabo de cuatro años. Unos 50.000 trabajos por cada punto. La reforma aprobada ya contempla una suba de casi tres puntos sin poner en marcha la cláusula de revisión de 2025. Podría ser perjudicial para el empleo y la competitividad de la economía y tener consecuencias sobre la equidad intergeneracional, afirma el supervisor.Por este motivo propone, por ejemplo, evaluar las llamadas tasas de reemplazo. O lo que es lo mismo: qué porcentaje del salario representa la pensión. Esta es una medida de la generosidad del sistema y se encuentra en niveles superiores a la media de los países del entorno, según apunta el Banco de España. Rebajarla supondría un recorte de la pensión inicial, pero ayudaría a la sostenibilidad del sistema. También reclama que se examine la evolución del ahorro privado y su capacidad para completar el sistema público de prestaciones.Ã? © El País




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