El Comité de Cuentas Públicas del Parlamento británico ha solicitado explicaciones a The Crown Estate y al Tesoro por el contrato de Royal Lodge y su posible impacto en el dinero público
El príncipe Guillermo y Kate Middleton hacen frente al malestar del vecindario, un mes después de haberse trasladado a la mansión en Windsor Great Park
Andrés Mountbatten-Windsor ha perdido sus títulos reales y ha sido expulsado de la mansión en la que ha residido en las últimas dos décadas debido a su relación con el Caso Epstein
El proceso de mudanza ha generado tensiones familiares y un incierto desenlace financiero para el antiguo residente
El hermano de Carlos III hospedó al magnate en su residencia tras emitirse una orden de arresto por agresión sexual a una menor contra el estadounidense
Tras los últimos escándalos, Carlos III ha pedido a su problemático hermano pequeño que abandone el que ha sido su hogar en las dos últimas décadas
La presión de la familia real y la falta de recursos obligan al hermano de Carlos III a buscar otras opciones fuera de su entorno habitual
El proyecto, llamado Wayna Wellping, está ubicado en El Pueblito, Salsipuedes, a 40 minutos de Córdoba Capital y cuenta con 24 plazas de capacidad. La propuesta abarca procesos de salud y bienestar general. Leer más
Según han informado los medios británicos, los constructores han conseguido que la propiedad esté lista antes de Navidad
"Con la más profunda tristeza, tenemos que anunciar que John Lodge, nuestro querido esposo, padre, abuelo, suegro y hermano, nos ha sido arrebatado repentina e inesperadamente". A través de un comunicado que llevó estas palabras, la familia del bajista y cantante de la famosa banda The Moody Blues informó sobre la partida del músico. Tenía 82 años.Seguramente aquellos que tengan edad suficiente recordarán temas como "The Night in White Satin", esa curiosa pieza romántica que, desde la acentuación del blues se sumergía en una balada de amor, con arreglos que terminaban con fuerza orquestal, una tendencia que se imponía incluso en las corrientes rockeras del Reino Unido."John se fue en paz, rodeado de sus seres queridos y con la música de los Everly Brothers y Buddy Holly. Extrañaremos por siempre su amor, su sonrisa, su amabilidad y su apoyo incondicional", continúa el comunicado, aunque sin especificar las causas de su muerte.El testimonio de colegas y amigos no se hizo esperar: "Me entristece enterarme del fallecimiento de John Lodge, de los Moody Blues. Almorcé con él hace unas semanas, así que fue una gran sorpresa. Eran otra banda de Birmingham, a menudo ignorada.Q.E.P.D. Tony", escribió Tony Iommi, quien perteneció a Black Sabbath, grupo, también de Birmingham, que dio meses atrás su último e histórico concierto. También se suma un testimonio desde la cuenta oficial de X del icónico grupo Yes: "Lamentamos profundamente el fallecimiento de John Lodge. Como muchos fans de YES saben, John fue un viejo amigo de la banda, siendo suegro del cantante de YES, Jon Davison, y habiendo estado de gira con ellos en el Tour The Royal Affair, de 2019. Únanse a nosotros para compartir nuestro cariño y más sentido pésame a la familia de John de parte de YES y de todo el equipo de YESworld".We are sad to hear of John Lodge's passing. As many YESfans will know, John was a longtime friend of the band, as father-in-law to YES singer Jon Davison, and having toured with them on The Royal Affair Tour of 2019.Please join us in sharing our love and heartfelt condolencesâ?¦ pic.twitter.com/38i2lOCZhR— YESofficial (@yesofficial) October 10, 2025John Lodge ingresó con The Moody Blues al Salón de la Fama del Rock and Roll. A pesar de que aquel gran éxito de la banda ("Nights in White Satin") fue escrito e interpretado por el guitarrista Justin Hayward, la potente voz y la forma de tocar el bajo de Lodge resultaron fundamentales al momento de pensar en la formación clásica del grupo y en lo que ha dejado. Llevan su firma composiciones como "Ride My See-Saw" y "I'm Just a Singer in a Rock and Roll Band". "Estamos desconsolados, pero seguiremos adelante en paz, rodeados del amor que sentía por cada uno de nosotros. Como siempre decía John al final del programa, gracias por mantener la fe", completa el mensaje familiar.Una escena en ebulliciónSi bien los Moody Blues formaban parte de la próspera escena del rock en Birmingham, Inglaterra, a principios de la década de 1960 y lograron un gran éxito con su versión de la balada de R&B "Go Now" de Bessie Banks, la banda no siguió ese éxito y el cantante y guitarrista Denny Laine (posteriormente de The Wings) y el bajista Clint Warwick, abandonaron la banda. Los miembros restantes, el baterista Graeme Lodge, el tecladista Mike Pinder y el multiinstrumentista Ray Thomas, reclutaron a Lodge y Hayward en 1966. El primer álbum de la nueva formación fue Days of Future Past, que los presentó grabando con una orquesta y escribiendo obras más experimentales, inspiradas por los Beatles y el floreciente movimiento psicodélico. Según medios especializados, muchos lo consideran el primer álbum de rock progresivo. Si bien incluía el gran clásico "Nights in White Satin" y alcanzó el puesto número 27 en la lista de álbumes británica, la canción se convirtió inesperadamente en un éxito radial varios años más tarde, en los Estados Unidos.Para la década del setenta, el grupo seguía despuntando su perfil más progresivo, con una serie de álbumes como On the Threshold of a Dream, To Our Children's Children's Children, A Question of Balance, Every Good Boy Deserves Favour y Seventh Sojourn. Luego de un receso, los muchachos se reagruparon y alcanzaron, a más de una década de la fundación de la banda el disco más exitoso de su carrera, Long Distance Voyager, de 1981, con temas como "The Voice" y "Gemini Dream". A pesar de que no lograron escalar buenas posiciones en los charts, la banda continuó activa en los escenarios hasta 2010. Su inclusión en el Salón de la Fama de Rock & Roll llegó en 2018. De la formación más representativa que tuvo la banda, la partida de Lodge deja a Justin Hayward como último sobreviviente. La sorpresa que causó su partida en el seno familiar fue porque Lodge seguía activo sobre los escenarios. A su gira para 2025 la había bautizado Singer in a Rock and Roll Band y contaba con el apoyo de su grupo 10.000 Light Years Band y, como invitado especial, Jon Davison de YES. En años anteriores había realizado otr, denominada Days of Future Passed, que le sirvió para evocar el repertorio de los años dorados de su vieja banda.
El músico, una pieza fundamental del sonido épico y sinfónico de la banda de rock británica desde 1966, falleció de forma "repentina e inesperada" rodeado de sus seres queridos.
CHUBUT.-Los ventanales son enormes. De cara a los cerros Tres Picos, Plataforma y Dos Picos, Santiago Peñaloza (36) y Santiago Rozadas (42) rememoran cómo fue que llegaron hasta allí, cómo fue que descubrieron ese paraíso en que hoy se asienta Monte del Tigre, el lodge de aventura que estos dos cordobeses construyeron al fondo del lago Cholila, en Chubut."Empezamos hace como 10 años explorando la Patagonia, buscando lugares vírgenes, con ríos con poca actividad humana, bien solitarios. La excusa era la pesca, pero buscábamos, más que nada, la calma. Mirábamos en el mapa los ríos que les entraban a los distintos lagos y armábamos campamentos. Exploramos San Martín y la zona norte de Neuquén hasta que alguien nos mencionó Cholila. Conocíamos el Parque Nacional Los Alerces, habíamos navegado ahí, pero no habíamos explorado el lago Cholila", cuenta Peñaloza, Oso para los amigos.Descubrieron, primero en el mapa, la multiplicidad de afluentes del lago y la enorme cantidad de montañas que lo rodeaban. Luego se aventuraron a explorar el ignoto río Tigre: llegaron a Cholila a principios de 2020, con una carpa y un gomón con motor. Tras varios días de ir avanzando por el lago hacia el oeste, arribaron finalmente a la boca del río Tigre. "Lo remontamos y llegamos al lugar donde actualmente tenemos el proyecto. Nos detuvimos acá maravillados. El compañero se durmió una larga y memorable siesta sobre un tronco. Nos dimos cuenta de que el lugar era extraordinario. Tuvimos la fantasía de tener una cabañita para nosotros, para poder hacer base y seguir explorando", suma Rozadas, alias Meke, que es sonidista y, tras trabajar muchos años en cine y en publicidad, "quemó naves" para cumplir ese sueño.A poco de aquel primer contacto con el río Tigre, sobrevino la pandemia. Esa situación los armó de coraje y terminó de decidirlos. Meke comenzó a averiguar en Internet y dio con el propietario de una parte del campo. En plena cuarentena, con barbijos y permisos especiales, volvieron a viajar a Cholila para iniciar una negociación que culminó, pocos meses después, con la compra de 16 hectáreas que habían sido arrasadas por el incendio de 2015 -el mismo que consumió más de 30.000 hectáreas de bosque nativo en esa región de Chubut. "Ahí empezaba a nacer la idea de que fuera un proyecto turístico. Nos encontramos con un valle quemado. No sabíamos bien qué hacer y cómo hacerlo. Y vivimos en carne propia eso de 'caminante no hay camino, se hace camino al andar'. Clavamos unos postes, talamos algunos árboles caídos y empezamos a ver que la madera de adentro servía. En ese momento surgió la fantasía de recibir visitantes para que conecten con la naturaleza y con recuperar el bosque nativo", dice Oso, que hoy alterna entre Cholila y Argüello (Córdoba), donde se ocupa de una escuela que fundaron sus padres.La magia del entorno por el que pasó el fuego es una de las piezas centrales de Monte del Tigre. Todas las personas con las que consultaron les dijeron que la madera de coihue quemado no iba a servir para construir. Sin embargo, como estaban rodeados de árboles enormes, de 1,2 m de ancho en promedio, decidieron probar. Ver la madera sana en el corazón de esos coihues antiguos fue para ellos como ver oro. La pulpa de los árboles quemados les dio madera para toda la estructura de las 5 cabinas de 20 y 40 m2 que hoy albergan a los turistas, e incluso para las tablas que las revisten.Para estos dos amigos que se conocen desde la infancia, reutilizar el bosque quemado simboliza un renacer. "Aprovechar la madera de los árboles quemados también contradice la idea de que lo muerto no sirve. En realidad, es un mensaje hacia la continuidad. Se transforma en cabañas para poder compartir este espacio con otras personas y poder restaurar el bosque", señalan.Luego de un proceso de construcción que los tuvo "internados" en ese rincón patagónico durante cuatro años, el lodge de aventura irá este verano por su segunda temporada. Meke y Oso destacan la prosperidad y la abundancia de ese valle natural. "La gente viene y la pasa bien. Conecta con el silencio, con el río, con la calma y con ellos mismos. Creo que nosotros estamos de regalo, hemos sido elegidos por el lugar para poder transmitir un mensaje de conexión con la madre tierra y cuidarla", dice Oso.Tras un debut gratificante el verano pasado, los Santiagos -como los conocen en el pueblo de Cholila- sienten que la naturaleza hace la magia, mientras ellos se esfuerzan por brindar un buen servicio, a través de la gastronomía -el restaurante se llama Muak y ofrece cocina de autor con ingredientes locales-, las charlas luego de las caminatas y diversos detalles que hacen a la estadía en un lugar recóndito y salvaje.Buena parte de la experiencia diferencial que ofrecen está vinculada con las personas que forman parte del staff. Muchas de ellas formaron parte incluso del equipo de trabajo que se instaló en ese rincón alejado durante 4 años para construir las cabañas para 2 y 4 personas. En ese sentido, además de agradecer haberse topado con personas que hoy son familia (como Marcelo y Juan, que participaron de la construcción y se quedaron), Meke y Oso también destacan el apoyo de sus familias, sus parejas y sus amigos. Entre ellos están Nicolás Cugiani -un publicista que ahora embellece proyectos arquitectónicos en Argentina y México- y Manuel "Nano" Herrera, el arquitecto que los asesoró en el proceso.Además del alojamiento y el restaurante donde se sirven todas las comidas, Monte del Tigre posee diferentes ambientes para conectar con la naturaleza, como El Coihual Arena, un espacio circular para fogones, yoga, música, bienestar y "tardes que se alargan sin apuro, después de una aventura transformadora". Y si bien la pesca continúa siendo una actividad que aman y promocionan, los Santiagos buscan indagar más en opciones como el trekking y las cabalgatas. En los alrededores fueron acondicionando muchas sendas que habían sido abiertas por el paso de los animales. "Nos fue movilizando esto de mirar las montañas y querer llegar allá arriba. Fuimos abriendo senderos y hoy ya tenemos un campamento en una de las lagunas de los glaciares", suma Oso. Los visitantes pueden explorar miradores, espejos de agua en altura, cascadas, bosques de alerces gigantes y cerros con fósiles marinos en sus cimas.Con la vista fija en ese magnífico ventanal que les devuelve la postal de un circo montañoso, Meke y Oso saben que allá afuera "está todo por descubrir". Felices de que sus exploraciones los hayan conducido hasta ahí, hoy invitan a quienes sientan la misma pulsión.
La parte mala de este viaje tiene que ver, paradójicamente, con lo mejor que tiene para ofrecer. A las 6 de la mañana hay que estar levantado, vestido y peinado para salir en un safari para un máximo de seis personas, dispuesto a ver, por ejemplo, un león en ayunas. En ayunas nosotros; el león, todo lo contrario. Estaba pipón, retozando después de haberse manducado una gacela, un kudú, o algún otro bicho lo suficientemente grande para que la panza se le viera hinchada y se le notara que eso que se había tragado aún no había sido digerido. Mientras pensaba en la boa de El Principito, y trataba de adivinar qué era lo que tenía su vientre henchido, nuestro "ranger" (guardafaunas) Patrick nos explicó que los leones no comen todos los días, sino "cuando pueden". Salir de caza no es garantía de éxito, y el fracaso de una empresa así implica quedarse con hambre. Por eso, cuando logran una presa, ingieren muchos kilos todos juntos, y su cuerpo es capaz de administrar ese volumen de alimento. Nosotros, en cambio, no estábamos preparados para tener semejante encuentro con el estómago vacío. Mientras el cielo recién empezaba a clarear y el ranger manejaba tranquilito, sin GPS, por las 25.000 hectáreas de la reserva, se detuvo justo donde estaba este felino mimetizándose con el pastizal. "¿Eh, qué hay? ¿Por qué para?", preguntábamos todos entre bostezos. Y de repente, glup. Ahí estaba. Y apenas eran las 6.30 de la mañana.A eso pueden seguir decenas -sino cientos- de cebras, varias jirafas, un montón de cérvidos, y para cuando uno regresa al lodge, a las 9, listo para un desayuno en serio, lo cierto es que está mucho más que satisfecho, aunque no haya tomado ni un café bebido.A los estándares de lujo de los lodges, Shamwari suma más de 30 años de buenos resultados en la tarea de reintroducir especies extintas, ampliar territorio, crear un santuario de felinos y un centro de rehabilitación de fauna silvestre. Conclusión: todo funciona. Sólo que, para verlo, hay que levantarse temprano.Un poco de historiaLa cosa no siempre fue así. Ahora Patrick -y cualquiera de los otros 42 rangers- toma su arma antes de cada salida (la de las 6 de la mañana y la de las 15, por la tarde), pero parece que lo hace más por protocolo que por un riesgo real de que un rinoceronte embista uno de los vehículos o un leopardo se zampe a un turista. En 15 años, nunca lo usó. Y basta con ver lo tranquilísima que está la fauna al cabo de un par de tours para comprender que el trato funciona: nadie los molesta y ellos no se meten con nadie. No es raro ver que dos o tres camionetas (unas Toyota adaptadas, con tres filas dobles de asientos) se acerquen a la misma "presa" y que, a pesar de los ruidos de los motores, la chita, el leopardo o el león de turno ni se mosqueen. Por si hiciera falta, va la aclaración: está prohibidísimo pararse, chistarles, silbarles, hablar fuerte o realizar cualquier otra acción que perturbe el tácito -y táctico- acuerdo entre partes.Al principio, no obstante, hubo dificultades. Los primeros en ser reintroducidos fueron elefantes, rinocerontes blancos e hipopótamos. A medida que estos grandes herbívoros comenzaron a recorrer lo que antes eran campos de achicoria y trigo, en su papel de "ingenieros del bosque" empezaron a restaurar el suelo, fertilizándolo con sus deposiciones y dispersando semillas. Los rinocerontes negros y búfalos llegaron en 1993/94, mientras que guepardos, leones y hienas marrones fueron reintroducidos en 2000, seguidos por servales y leopardos al año siguiente. Fue entonces cuando Shamwari se convirtió en la primera reserva con los "big five" (los cinco grandes: búfalos, leones, elefantes, leopardos y rinocerontes) en la Provincia del Cabo Oriental, algo que ocho años antes muchos creían imposible.Como zona libre de malaria y de mosca tse-tse, el crecimiento demográfico en el sur de Sudáfrica fue mucho mayor que en el norte, donde está el Parque Nacional Kruger. Los "big five" habían desaparecido hacía tiempo, y la resistencia a la reintroducción de especies predadoras por parte de los vecinos era considerable.El ecólogo John O'Brien recuerda cuando trajeron picabueyes (un tipo de ave así llamada porque les quita los insectos a los animales de sus lomos) desde el Parque Nacional Kruger e intentaron introducirlos en la reserva. Acostumbrados a no tener aves sobre ellos, los rinocerontes de Shamwari se mostraban alterados y huían en estampida mientras los picabueyes volaban asustados. Parecía que la iniciativa había fracasado, hasta que tiempo después se observaron jóvenes picabueyes en la reserva. Los rinocerontes se habían adaptado, las aves se quedaron y comenzaron a reproducirse.Con el tiempo, Shamwari recuperó cinco de los ocho principales biomas de Sudáfrica: sabana, bosque, fynbos (un tipo endémico), matorral y pastizal. Este último es el que más predomina.Jon Cloete, CEO de Shamwari, fue guía y estuvo al frente del primer safari que se ofreció en la reserva. Recuerda que la mayor dificultad fue no sólo posicionar el lugar como destino, sino también la región como zona de avistajes. "Fuimos pioneros y trabajamos mucho sobre prueba y error, compartiendo nuestras experiencias con otros centros y la comunidad científica", evoca. Un claro ejemplo es el centro de rehabilitación de fauna silvestre, donde se rehabilitan animales heridos para que puedan volver a la vida salvaje. Los visitantes pueden acceder bajo condiciones controladas para evitar que la fauna se acostumbre a la presencia humana. Esta experiencia "tras bambalinas" ofrece una visión única del manejo de un proyecto de conservación a gran escala.En este sentido, el aporte de la "pata" turística del proyecto es fundamental no sólo para el centro de rehabilitación, sino también para la restauración y equilibrio ecológico, el mantenimiento de cercas, las patrullas contra la caza furtiva y muchos otros gastos imprescindibles asociados a la gestión de una reserva de 250 km².Si bien la tarifa es alta, también lo son los estándares de servicio. El fundador Adrian Gardiner (ver aparte) vendió Shamwari, junto con sus reservas Sanbona y Jock Safari Lodge, en 2008, a los emiratíes de Dubai World. En 2017 tomó posesión la Investment Corporation of Dubai (ICD), un fondo soberano de inversión que pertenece al Gobierno de ese país. Convencido de que los árabes no iban a tomar decisiones apresuradas, Gardiner vendió tranquilo. En 2019, todos los lodges fueron renovados con una inversión de u$s 25 millones. Cada detalle, desde las bebidas de bienvenida hasta los artículos de tocador, fue considerado.Rinocerontes en peligroDe todos los animales que pueden verse en Shamwari, los rinocerontes -negros y blancos- son los más amenazados. Ellos y los búfalos son los únicos que tienen collares con tags de geolocalización, pero por diversos motivos. Mientras que los búfalos son controlados porque pueden contagiarse enfermedades del ganado, los rinocerontes son los más buscados por los cazadores furtivos. El kilo de cuerno se consigue en África por unos u$s 8.000 y se vende en China y Vietnam por u$s 22.000, aunque hay quienes aseguran que el precio puede llegar a triplicar esa cifra. Para obtenerlo, los poachers arrancan el cuerno entero desde su base, de modo que el animal muere desangrado. Una -polémica- manera de protegerlos es cortarles el cuerno por encima del lugar donde nace, como si fuera una uña: un rinoceronte sin cuerno carece de atractivo para estos cazadores. El problema es que el cuerno vuelve a crecer, lo que supone hacer un seguimiento casi constante de los animales. En Shamwari, donde los rinocerontes son parte del logo de la reserva, ellos se pasean orgullosamente completos, con cuerno y todo. Cloete informa que la reserva invierte u$s 276.000 anuales en protegerlos y asegura que sólo una campaña que incluya influencers y redes sociales, que acabe con la noción de que el cuerno tiene poderes afrodisíacos y curativos, y con su asociación con un alto estatus, podrá salvarlos.En la actualidad, quedan en Sudáfrica alrededor de 23.000 rinocerontes, una cifra muy inferior a su histórica población de 500.000 ejemplares. Sólo en 2023, la caza furtiva mató 449 rinocerontes, aunque los parques nacionales como Kruger han experimentado una reducción aún mayor de sus poblaciones. En la última década (hasta 2021), Kruger perdió el 76% de sus rinocerontes blancos y el 68% de sus rinocerontes negros.En contraste, la proporción de rinocerontes blancos en tierras privadas de Sudáfrica aumentó del 25% en 2010 al 53% en 2021, de modo que los propietarios de reservas privadas albergan ahora la mayor cantidad de rinocerontes blancos en el continente. De todo esto hablamos con Patrick una tarde, mientras montaba el set del "drink time" sobre una pequeña mesa adosada al capó de la camioneta: vino, champagne, gin tonic, gaseosa, biltong (un tipo de carne seca característico de Sudáfrica) y castañas de cajú. Al cabo de tres días de repetir este virtuoso ritual, nos animamos a preguntarle qué animal sueña con ver. "Los gorilas", fue su respuesta. Sus preferidos de la reserva son las jirafas y los elefantes, dos especies adorables y abundantes que nos lleva a ver como "consuelo", después de haber intentado sin éxito encontrar al leopardo. Lo ha buscado en el follaje de un sector específico -a diferencia del león, que duerme tranquilo "sin frazada", el leopardo se mantiene alerta en la copa de los árboles-, después de haber logrado mostrarnos a los otros cuatro protagonistas del quinteto, además de chitas e hipopótamos.Patrick nació en Port Elizabeth y aprendió afrikáans, aunque no todos los nativos de PE lo saben. Además de su nombre en inglés, tiene otro en la lengua local, el xhosa, que está lleno de clics consonánticos: son chasquidos que emite de corrido y que distinguen significado. Imposibles para nosotros, que nos reímos al escucharlos mientras compartíamos el último desayuno."¿Cuál es el animal más peligroso?", le preguntamos a modo de colofón, esperando que el agresivo hipopótamo dirimiera el podio con el rápido rinoceronte. "El mosquito de la malaria", respondió seguro. El Anopheles se carga más víctimas que cualquier predador cuadrúpedo.En Port Elizabeth no hay malaria, y esa es otra de sus claves. Los mimos del spa, la categoría de las suites y las comidas a la carta terminan de completar la felicidad. Sólo faltó el leopardo, pero ya se sabe: es una excusa para la próxima. No somos leones. Siempre es mejor quedarse con hambre. Datos útilesShamwari Los siete lodges están distribuidos en las 25.000 hectáreas de la reserva, muy lejos uno de otro. Estos son: Sarili Private Villa, Long Lee Manor, Riverdene, Eagles Crag, Sindile, Bayethe y Explorer Camp. Todos ofrecen similares estándares de lujo, aunque cada uno presenta una decoración y estilo muy diferentes. Algunos son más adecuados para familias con niños, mientras que otros están pensados para escapadas románticas. Bayethe, por ejemplo, no cuenta con piscina, pero sí dispone de tinas individuales en su deck privado. Desde u$s 1.680 por día para dos personas, con sistema all inclusive (comidas, bebidas y dos safaris diarios).
Los príncipes de Gales han encontrado el hogar perfecto para criar a sus hijos, George, Louis y Charlotte, en una vivienda que se sitúa lejos de Londres
Aires nuevos vienen soplando en Bahía Bustamante, con más opciones de alojamiento y una redecoración que no elude el espíritu original del legendario campamento alguero, reconvertido en lodge a la medida de los viajeros solitarios. Hoy, este refugio suma un hito en su historia: la presencia del primer viñedo marítimo de la Patagonia.La historia comienza con Lorenzo Soriano, un visionario inmigrante español que impulsó un emprendimiento pionero en la Patagonia argentina. Soriano, comerciante y emprendedor de alma, había fundado en San Isidro una fábrica dedicada a la elaboración de un fijador para el cabello llamado Malvik, cuyo componente principal era la goma arábiga procedente de la India. Cuando la Segunda Guerra Mundial interrumpió la importación se enfrentó a un estado de cosas jamás planeadas, hecho que lo llevó a descubrir un lugar único en el mundo. Con la información de que ciertas algas podían proveer un material gelificante, Soriano partió en un jeep rumbo al sur, acompañado por dos de sus cuatro hijos, en busca de un reemplazo de su materia prima.En la zona de Trelew y Gaiman se enteró de la existencia de una "bahía podrida", que rápidamente asoció con la presencia de algas y decidió explorarla. Esa "bahía podrida" era la bahía Bustamante, que se convertiría en el origen de su gran negocio, basado en la recolección y procesamiento de algas, y hoy allí turistas de todo el mundo descubren una geografía singular entre el océano Atlántico y la extensa estepa patagónica.En 1950, compró las primeras hectáreas en esta región de Chubut y fundó el pueblo. En su apogeo, bahía Bustamante llegó a albergar 500 habitantes y contaba con escuela, comisaría, iglesia, bar y pulpería, entre sus calles con nombres de algas. Las viviendas para las familias de operarios, en general de los puestos más importantes, eran unas casas modelo junto al mar. Para los solteros, en cambio, estaban los "refugios": unas pequeñísimas habitaciones en hilera y con baño compartido, donde dormían los trabajadores que hasta aquí llegaban -algunos incluso a pie desde Comodoro- para realizar tareas de estación. Esas casas adaptadas son las opciones de hospedaje del lodge, y uno de los refugios está ambientado para que el turista pueda imaginar cómo se vivía en ese entonces.La actividad giraba en torno a la producción del agar-agar, que se extraía de la Gracilaria, un alga roja, fuente del agar y alimento tanto para humanos como para algunos frutos de mar. En los años 60 y 70 se extraían, por temporada, entre 2.000 y 3.000 toneladas secas. Sin embargo, en la década de los 80, la sobreexplotación y los derrames de petróleo en la zona afectaron el ciclo natural de las algas. Por otra parte, la mecanización del trabajo redujo la necesidad de mano de obra. El establecimiento se empezó a despoblar y, tras la muerte de Lorenzo en 1986, la producción se vio seriamente disminuida.Sin embargo, su legado permanece más vivo que nunca en el trabajo de su nieto, Matías Soriano, que desde el año 2000 lo lleva adelante en lo que, actualmente, es un santuario de vida marina. La accidentada geografía del lugar genera una variedad de escenarios en los que anidan 13 de las 16 aves marinas de la zona y donde, además, se alimentan y descansan muchas especies migratorias, como los pingüinos magallánicos, las ballenas y las orcas.Atendido por sus propios dueños -Matías y Astrid Perkins- y un indispensable equipo de trabajo, funciona sobre las antiguas construcciones refaccionadas. En el predio, donde antaño se procesaban algas, ahora se producen los alimentos que se ofrecen a los huéspedes: carne ovina, además de productos provenientes de frutales, huerta y viñedos.Durante años estuvo el anhelo de renovar el espacio: ampliar la capacidad de alojamiento sin perder su identidad histórica. Carlos de Ridder se encargó de poner en valor las casas tradicionales que no estaban en condiciones. Los nuevos ámbitos fueron concebidos para un mayor disfrute panorámico del entorno natural. Las hermanas Caradonti -Paz, Lola y Agustina- estuvieron a cargo de la ambientación y el mobiliario.Los cuatro nuevos Lofts Marinos cuentan con una amplia habitación con escritorio y un living separado por una pared divisoria que incluye una estufa a leña con doble visibilidad, lo que permite apreciar el fuego desde la cama. No falta el detalle hogareño de una pequeña cocina, aunque la estadía cubre todas las comidas en el restaurante del lodge. Su rasgo más exquisito son las dos terrazas exteriores a las que dan los ventanales. Hacia un lado se ve el pueblo y, detrás, el mar; hacia el otro, la estepa, escenario imbatible para contemplar el atardecer. Las paredes recubiertas en madera rústica, las alfombras tejidas en tonos tierra y las vistas brindan calidez y conexión con el paisaje circundante.La otra novedad es la Suite del Viñedo, la antigua casa de la familia Soriano transformada en una suite amplia y confortable, con un marco abierto al mar. A metros de la costa, los rayos del amanecer que despuntan detrás del océano entran a la casa apenas tocan el continente. Gracias a los enormes ventanales, el mar es omnipresente en su interior. La suite, que cuenta con un living y cocina integrada, se puede conectar con la Casa de Mar para ampliar la capacidad a seis personas, ideal para familias numerosas o grupos de amigos. Su nombre proviene de su cercanía al viñedo marino, que aporta un toque verde al azul de las vistas.Los espacios comunes también forman parte de esta renovación. La antigua proveeduría, transformada en recepción, conserva el mobiliario original y una balanza que permite imaginar las viejas épocas del campamento. Desde allí se accede al living, donde se puede hurgar en la biblioteca con libros de naturaleza patagónica, o contemplar el océano mientras se bebe un vino del propio terruño. El restaurante La Prove está revestido con listones de madera rústica, estilo Patagonia atlántica y esteparia. Allí se sirven menús exclusivos de cocina regional hechos con productos de la propiedad: cordero, guanaco, algas marinas, pescado, frutos de mar y verduras de la quinta biodinámica. Con un poco de suerte, es probable que, durante un almuerzo, el huésped aviste algún soplo de ballena o una aleta de orca en el horizonte.Disfrutar de este descanso sin perder la rutina del entrenamiento físico, es posible: desde este año, hay un gimnasio, además de una cancha de paddle y un salón de juego.Una experiencia inmersivaBahía Bustamante Lodge es otra idea de paraíso, donde la inmensa estepa se funde con las aguas azules del Atlántico Sur. El paisaje ofrece playas vírgenes y formaciones rocosas curiosas. Aislado y remoto, este lugar hace de la soledad un privilegio, y cada rincón se vive como un descubrimiento.Uno de los imperdibles es la península Gravina. Se llega en 4x4 o, con coraje, en bicicleta. Una vez allí se puede recorrer a pie. Entre sus joyas se encuentra la Playa del Amor, donde, en temporada, se puede observar el majestuoso paso de las ballenas Sei. Muy cerca está la Playa de los Toboganes, que recuerda al Caribe con sus aguas turquesas y arena blanca. También hay formaciones geológicas, entre ellas el "Milhojas", compuesto por infinidad de capas de roca apiladas como lonjas por el tiempo. Una postal curiosa: entre las piedras puede cosecharse sal marina y ver pasar las ovejas de la propiedad que se acercan hasta el mar.La navegación es otra de las grandes experiencias. Con marea alta y buen clima, se navega por la caleta Malaspina hacia las islas del archipiélago Vernacci, donde viven miles de lobos marinos, pingüinos de Magallanes y una gran variedad de aves marinas: cormoranes, petreles, patos vapor, skúas, chorlos, gaviotas y gaviotines. Otra posibilidad para avistar fauna es visitar la isla Pingüino, con acceso a pie cuando la marea está baja. A tan sólo 15 minutos, en temporada, es posible presenciar cómo los padres alimentan a sus pichones.Una retrospectiva casi fantástica: el Bosque Petrificado presenta un escenario surrealista con troncos fosilizados de más de 60 millones de años sobre un desierto lunar.Por último, la travesía en 4x4 hasta el cabo Aristizábal destaca maravillas naturales -piletones y cañadones- y conduce a atractivos en los que el ser humano intervino. Un faro solitario y una instalación del artista francés Christian Boltanski se emplazan en este rincón perdido en el mundo.Ciencia y vinoEn la actualidad, la cosecha de algas, aunque en mínima escala, continúa. De las históricas 3.000 toneladas récord, se pasó a sólo 10 y la cosecha ya no es de Gracilaria rodhophyta, sino de la especie Undaria pinnatifida, alga invasora asiática. También el uso de este organismo acuático cambió; además de ser un suplemento dietario, la Undaria es exportada a Australia, donde se investiga como medicina no tradicional para la cura del cáncer de próstata.Aquella bahía que Lorenzo Soriano había encontrado cubierta de algas, hoy se observa a través de un cordón verde de 4.000 plantas: el primer viñedo marino de Argentina. A cinco metros de la línea del mar, crecen las vides de las cepas Semillón, Pinot Noir y Albariño. Este terruño se caracteriza por recibir de un lado la bruma marina y del otro el viento cálido y seco de la estepa patagónica. Hasta ahora, en fase experimental, los huéspedes de la próxima temporada serán los primeros en tener el honor de degustar esos vinos en este lodge que no para de sumar novedades.Bahía Bustamante sigue siendo ese remoto paraíso marino y terrestre. El lodge no es sólo un lugar para alojarse: es un portal a una historia única, una reserva natural impresionante y una experiencia que combina cultura, confort y paisaje. Datos Útiles Bahía BustamanteLos Lofts Marinos y la Suite del Viñedo cuestan, por noche, u$s 1.400 para 2 personas. Las Casas de Mar, a metros de la playa, con dos habitaciones dobles, baño, living con gran ventanal al mar, área de cocina con anafe y terraza privada para contemplar el océano a la sombra de los árboles, u$s 1.100 para 2 personas y u$s 1.770 para 4. Estas opciones incluyen todas las comidas y una actividad por día. Las Casas de Estepa, con una habitación con cama King, baño con ducha, living con cama adicional y cocina completa, además de terraza con chulengo, bancos y mesadas, u$s 200 por día, sin actividades, para 2 personas.T: (+54 9 11) 4156-7788. GPS: S 45° 07.610 / W 066° 32.180.
Apenas se cruza la entrada, un ventanal inmenso ocupa todo el contrafrente de Uman Lodge y obliga a detenerse. No por cortesía, sino por asombro. Al otro lado del vidrio, la cordillera dibuja una línea firme sobre el horizonte, mientras el valle se abre en verdes profundos y el río Futaleufú traza su curso con autoridad. En el centro de esa escena, encaramado sobre la altura, el lodge parece haber estado ahí desde siempre.Ubicado en el Fundo La Confluencia, una extensión de casi 500 hectáreas que alguna vez perteneció al empresario conservacionista Douglas Tompkins, este proyecto combina la rudeza del entorno con una arquitectura sobria, cálida, construida con materiales nobles. Desde cualquier punto â??habitaciones, comedor, terrazaâ?? la vista es la protagonista. Pero el verdadero lujo del lugar es otro: la geografía. La Patagonia chilena en estado puro.Desde la terraza de una de sus 16 suites se observa la confluencia de los ríos Espolón y Futaleufú. Uno llega tranquilo; el otro, impetuoso. Se entrelazan brevemente y siguen. En ese punto exacto, con un café caliente -o por qué no un gin tonic- en mano, el tiempo parece tomar otra forma. No hay apuro. Tampoco estridencias. Solo el ritmo del agua, el viento entre los árboles y una distancia justa del mundo.La historia de Uman comenzó en 2007, cuando el empresario francés Olivier Halley y su esposa Sybille visitaron Futaleufú y quedaron cautivados por la zona. Halley â??hijo del cofundador de Promodès, empresa que luego se fusionó con Carrefourâ?? había recorrido buena parte de la Patagonia argentina y fue durante uno de esos viajes que escuchó hablar del fundo. En ese entonces, las tierras pertenecían a Tompkins, que las había adquirido junto a la familia Weeden para restaurar un ecosistema degradado por el sobrepastoreo.El plan original era construir una casa familiar. Pero la escala del lugar llevó a imaginar algo más amplio. La decisión de edificar en altura fue de Sybille, que durante una caminata descubrió el punto exacto desde donde todo se ve distinto. La obra â??dirigida por los arquitectos argentinos Martín Forcinito y Fernando Camps, con apoyo del estudio chileno Stein y Suazoâ?? duró cuatro años y demandó cortar caminos en roca viva, nivelar terreno y traer materiales desde lejos. El proyecto final costó alrededor de 12 millones de dólares.Uman abrió en 2015 con un concepto de spa de montaña, pero pronto los huéspedes empujaron la propuesta hacia una experiencia más activa: rafting, pesca, cabalgatas, caminatas. Hoy ofrece todo eso, sin perder el clima íntimo que lo distingue.El hotel funcionó hasta 2020, cuando cerró por la pandemia. Tres años después, dos hermanos argentinos â??Santiago y Juan Hidalgo, socios de Cara Surâ?? retomaron la operación. Conocían bien el lugar: lo habían visitado varias veces desde la ciudad vecina Esquel, solo para almorzar. Cuando supieron que el lugar seguía cerrado y que existía la intención de reactivarlo, se contactaron con Polin Cullen, administradora del lodge y principal interlocutora con Olivier Halley, el propietario. Así comenzó el proceso para retomar la operación, con el objetivo de devolverle al lugar su vitalidad original.Ese fue el punto de partida. Comenzó un trabajo silencioso pero profundo para recuperar el ritmo perdido. "La máquina de café no se había prendido en tres años", recuerda Pilar Astorga, actual gerenta de Uman. Hoy, el hotel volvió a su pulso habitual: activo pero sereno, conectado al paisaje y a la comunidad.Pilar llegó a Futaleufú después de haber dejado una vida corporativa en Buenos Aires. Pasó por Esquel y finalmente se instaló en este rincón del sur chileno, donde encontró otra manera de habitar el tiempo. Hoy dirige el lodge con una dedicación visible en cada detalle: desde la calidez del servicio hasta la forma en que el lugar se abre al entorno.El día en Uman Lodge arranca con un desayuno amplio, servido frente al ventanal que domina el espacio común. Luego, las posibilidades se despliegan según el ritmo de cada huésped: trekking por senderos del fundo, rafting en el Futaleufú para quienes buscan adrenalina, cabalgatas entre lengas y ñires, pesca con mosca en aguas cristalinas. También hay opciones de pausa: piscinas climatizadas, hammam, sauna y sala de masajes.La cocina acompaña la propuesta general: ingredientes de estación, productos locales, huerta propia. La gastronomía fusiona sabores patagónicos con técnicas contemporáneas, con foco en la calidad y en una conexión honesta con el territorio. La cava ofrece una selección cuidada de vinos chilenos y etiquetas de otras regiones, pensadas para maridar con los platos. El comedor â??de líneas simples y materiales noblesâ?? mantiene la mirada siempre orientada hacia la cordillera.A pocos kilómetros del lodge, Futaleufú -el pueblo- conserva su escala pequeña. Casas dispersas, una plaza central, calles que huelen a leña. En los carteles que marcan el ingreso, una frase se repite: "Un paisaje pintado por Dios". Es un recurso poético, sí. Pero basta con ver el río para entender que no está del todo fuera de lugar. El Futaleufú es uno de los ríos más imponentes de la zona: azul glaciar, caudaloso, vivo. Ha convertido a esta región en un destino buscado por amantes del rafting extremo.Aquí, el descenso por el río es un ejercicio físico intenso, donde cada rápido exige atención y coordinación. Desde que el bote toca el agua, el cuerpo lo entiende: este río es otra cosa. Una fuerza que empuja y sacude, que arrastra con un estruendo sordo. Al principio, la corriente es un susurro, un preanuncio de lo que vendrá. Pero en cuanto aparecen los primeros rápidos, la calma se rompe. El agua se pliega y se abre en un caos de espuma y rocas. Hay que remar con fuerza, coordinados, atentos. El guía grita instrucciones, la balsa rebota, el corazón late fuerte. Luego, una tregua: un remanso donde el río se aquieta y deja ver su color imposible. Un respiro antes del siguiente embate. Y al final, un nado en el agua helada hasta la orilla, los brazos tensos, la risa fácil, la certeza de haber estado, por unos minutos, en manos de algo mucho más grande que uno mismo. Al caer la tarde, el lodge se vuelve más silencioso. El fuego encendido, una copa servida sin apuro, la madera que cruje. Afuera, el río sigue inmutable. No hay nada que interrumpa su curso. Uman Lodge no necesita anunciarse: está ahí, donde la geografía traza su propia forma de belleza.Datos útilesUman Lodge. El alojamiento incluye opciones como la Master Suite y suites equipadas con todas las comodidades modernas, como calefacción y aire acondicionado, TV satelital, y decks privados con vistas espectaculares. El Health Club incluye sauna, hammam, jacuzzi, y pileta tanto interior como exterior. Además, se ofrecen actividades al aire libre como trekking, cabalgatas, pesca con mosca, rafting y avistaje de aves, sumado a experiencias como agroturismo y visitas a huertas y animales de la región. Abre de noviembre a hasta mayo. Desde USD 570 por noche, con opciones de pensión completa y media pensión disponibles. Futaleufú, Chile IG: @umanlodgepatagonia
"Son las últimas playas vírgenes de la Patagonia", dice emocionado el fotógrafo José Pereyra Lucena, desde el Lodge Bahía Bustamente, en la costa de Chubut. Salvaje, inhóspito y fuera de radares de rutas tradicionales de turismo, funciona en el que fuera el único pueblo alguero del mundo que llegó a tener 400 habitantes. Este retirado santuario y hospedaje exclusivo recibió la visita del ex presidente Mauricio Macri, junto a su esposa Juliana Awada y familia.¿Cómo es este lodge? Es una estancia histórica con salida al mar propiedad de la familia Soriano y un antiguo puerto natural. "Pocos lugares en el mundo albergan tanta biodiversidad además de playas soñadas", dice Astrid Perkins, anfitriona y pareja de Soriano. The New York Times lo puso en su mira y envió una periodista para conocerlo. El artículo lo titularon "Bahía Bustamante: la respuesta secreta (y privada) de Argentina a las Galápagos"."Lo primero que llama la atención es la magnitud de todo: la distancia infinita entre las ciudades, la insondable extensión de tierra que se extiende entre tú y el horizonte, las vastas extensiones de cielo", así escribió en su nota Danielle Pergament. No es fácil escapar a la primera impresión de Bahía Bustamante Lodge, a 35 kilómetros de la ruta 3, el camino de acceso penetra la estepa salvaje y su transición a la costa.Para llegar al lugar elegido por Macri hay que volar hasta Comodoro Rivadavia y trasladarse por tierra. No hay pueblos ni parajes, mucho menos señal telefónica. La desolación, pero también la naturaleza es pura y agreste, se presentan sin intermediarios. Zorros, choiques, guanacos, piches y liebres suelen cruzar el camino."Es como viajar a la antigua Patagonia, acá no ha cambiado nada", dice Matías Lorenzo. Su abuelo llegó en 1950 de Andalucía buscando hacerse la América, pero también un sustituto a la goma arábiga que era fundamental para continuar produciendo su fijador de cabello. Necesitaba buscar algas para extraer el agar agar, sustituto de aquella. Un baqueano le dijo que había una bahía con mal olor, por las algas que el mar depositaba en la costa. No lo dudó y fue, así descubrió Bahía Bustamante."Era un pueblo que llegó a tener 400 personas", dice Soriano. Él pasó su infancia acá. La empresa tuvo éxito y su abuelo hizo fortuna, cosechaba las algas en la costa y las llevaba a una planta en Pueblo Gaiman. Lo importaba a Japón y en el país fue muy valorado para la industria alimenticia y cosmética, el poder gelificante del agar agar sirve para el dulce de batata, el flan en polvo, fiambres y hasta en pasta dental.Todo aquello terminó y quedó el esqueleto de un pueblo con iglesia, escuela, comisaría con dos calabozos, docenas de casas, cementerio (está enterrado Lorenzo Soriano, el pionero) calles y senderos. "Quise preservar todo", cuenta Matías y, sin abandonar el lago productivo ganadero de la estancia, se dedicó a reconstruir el pueblo que fundó su abuela para transformarlo en uno de los lodges más exclusivos del mundo. Hasta la pandemia, el turismo que ingresaba era en su mayoría internacional.La visita de Mauricio Macri no es casual. El lodge recibe personalidades y celebrities que pueden sentirse en total libertad lejos del mundo, periodistas y miradas. El pueblo más cercano es Camarones, 90 kilómetros por la costera ruta 1."Llegar a Bahía Bustamante Lodge es una experiencia inmersiva en naturaleza, historia, geología, arqueología y toda la épica del Atlántico Sur", dice Perkins. El alojamiento está distribuido en las históricas casas de los antiguos algueros y del personal jerárquico de la empresa. Está separado para contemplar los dos paisajes dominantes: la estepa y el mar, de un color azul centellante.Cuatro lofts marinos diseñados por el arquitecto Carlos de Ridder ofrecen inmensos ventanales y dos terrazas, con vista al mar y a la estepa. Amplios, de espacios amables, pero incorporando la rusticidad del exterior, el lujo aquí es la sencillez y poder sentirse parte del paisaje y la realidad huérfana de humanidad. Tienen cocina, escritorio, estufa a leña y baño.Frente a las casas está la calle principal del lodge, pero también existen viñedos a menos de 20 metros del mar. En este escenario se restauró la que fue la casa de Lorenzo, el pionero. Hoy es "La Suite del Viñedo", a pasos del mar y del conjurado solar donde crecen uvas que ya producen vinos que pueden beberse en el lodge. La casa es amplia, con camas king, y un living con un inmenso y confidente ventanal con vista al mar. Un horizonte extendido e íntimo.Luego están las llamadas "Casas de la Estepa" y "Del Mar" La desconexión con la sociedad moderna es total. El lodge es autosustentable, la electricidad se origina con paneles solares. A las 23, las luces se apagan y la oscuridad es natural, las estrellas iluminan la noche de una claridad cenicienta. No hay señal telefónica y sí Internet, pero también se interrumpe a esta hora. A las 8 AM vuelve la electricidad.El ex presidente Mauricio Macri difundió en su cuenta de Instagram su paso por el lodge y mostró algunas de las actividades que hizo. La costa es virgen y existen playas con canto rodado, pero también con arena fina y blanca. Cuando baja la marea deja piletas naturales con agua cristalina. Pueden verse peces mientras se practica nado. Dos se destacan, la playa del Tobogán y la playa del Amor. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Mauricio Macri (@mauriciomacri) En una de las fotos del posteo puede verse a Macri y su familia caminar por el lecho marino hasta la isla de los Pingüinos. Cuando sube la marea, solo es posible llegar con embarcación. La costa de Bahía Bustamante es accidentada. "La gente viaja a través de los continentes para conocer este lugar", escribió Danielle Pergament. En diferentes caminos se presentan pequeñas caletas donde el mar reposa, calas, bahías desoladas. Es posible hallar playas que posiblemente nunca haya sido pisada por el ser humano.Hacia la noche se puede ver la nostálgica luz en el cabo Aristizábal, donde un viejo y solitario faro emite una luz que es una señal para los marinos que tienen su derrota por los mares del fin del mundo. "Es uno de los lugares más lindo del mundo", confiesa Pereyra Lucena."Somos marinos por naturaleza", dice Matías. Él se encarga de hacer una navegación desde la Caleta Malaspina hasta el uno de los litorales marinos con mayor biodiversidad en el mundo.Más de 30 islas del archipiélago Vernacci salpican esta bahía. 4000 lobos marinos y una colonia de 100.000 pingüinos magallánicos eligen estas mansas y reparadas aguas. 13 de las 17 aves que se crían en la costa argentina, nidifican en Bahía Bustamante. Las excursiones son momentos de profunda introspección. Bajo bosques marinos de macroalgas, una bióloga y el propio Soriano van contando la historia del lugar y los secretos de las espacies que lo habitan.La costa del lodge forma parte del Parque Nacional Marino-Costero Patagonia Austral y de la Reserva de la Biósfera de la UNESCO Patagonia Azul."Nuestros tomates son bombones", dice Soriano. La gastronomía es un eje fundamental y deseado. Una vez que se entra al lodge, se cancelan las chances de recuperar la dinámica del mundo moderno. En el que fuera el antiguo almacén, está "La Prove", un restaurante frente al mar y los viñedos donde los platos tienen un denominador común: son producidos ahí mismo.Una huerta biodinámica da verduras y hortalizas, árboles frutales, y aromáticas nativas como la lavanda y el tomillo silvestre. El menú se nutre de todo esto, pero también de la rica bondad marina: pulpos, mariscos, peces y la estepa colabora con carne de guanaco y cordero. Por supuesto, las algas están presente en los platos, por ejemplo, en canelones. La ensalada con salicornia es fresca y delicada. Causan placer los platos. La carta de vinos, es estrictamente patagónica."Te desconectás de tu día a día", dice María Chacur, asidua visitante. Lo más trascendente y valorado por quienes desean tener intimidad. "Acá hay playas sin gente, sin paradores, la única música es la del viento â??agregaâ??. Te encontrás a vos mismo y con el templo que existe dentro tuyo.
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