En su paso por el pódcast Games With Names, el actor revivió momentos únicos del filme, contó anécdotas con la etrella de Hollywood y compartió enseñanzas que lo marcaron en la industria cinematográfica
En el municipio de Trujillo fue detenido el hombre de 48 años que, según lo que indicaron las autoridades, sería el cabecilla de la subestructura Yeferson Madera Jiménez, que se disputa el control del territorio con el ELN
Ben Cohen, de 74 años, convirtió un pequeño negocio de barrio en una de las marcas más icónicas del mundo: Ben & Jerry's. Con una inversión mínima, una batidora prestada y su amigo de la infancia, Jerry Greenfield, fundó un imperio millonario que conjuga sabores de helados con un fuerte mensaje social y político. Y si bien dejó de ser el CEO de la compañía hace poco más de tres décadas, nunca se alejó del activismo y las controversias.De una escuela judía en Nueva York a un imperio gastronómicoCohen nació en Nueva York en 1951. Se crio en Merrick, Long Island, en el seno de una familia judía. Conoció a Jerry Greenfield en séptimo grado, cuando este se desmayó en la clase de gimnasia. Compartieron la escuela, celebraron juntos su bar mitzvah en la sinagoga reformista local y se volvieron íntimos amigos.Con el paso de los años, el lazo de amistad que los unía sumó una arista comercial. Se convirtieron en socios. Según detalla el sitio Unpacked, su espíritu emprendedor se despertó luego de que Jerry no logró ingresar a la facultad de medicina. Primero pensaron en abrir una tienda de bagels, pero los costos del equipamiento los hicieron desistir. Finalmente, se inclinaron por el helado. Se anotaron en una clase económica de cinco dólares en Penn State y con una batidora prestada aprendieron a fabricar cremas heladas.Poco más adelante, con una inversión modesta de US$12.000 dólares, abrieron su primera tienda en 1978, en una vieja estación de servicio en Burlington, Vermont.Ben se ocupó del marketing de la marca. Su anosmia, una condición que le impide percibir olores, lo llevó a desarrollar una obsesión por las texturas. Por ello quiso que sus helados tuvieran grandes trozos de chocolate, galletas y frutas. Desde su cocina, Cohen se dedicó a probar cada receta. Comía potes enteros de helado para asegurarse de que cada cucharada mantuviera la calidad. En 1994 dejó el puesto de CEO, cuando la empresa ya estaba valuada en US$150 millones, pero no se alejó de la compañía. Continúa como asesor y figura clave en la orientación política y cultural de la marca.Ben & Jerry's: helado con compromiso socialUna de las particularidades de Ben & Jerry's, además de sus sabores, fue su marcado compromiso social y político. Desde los primeros años, incorporaron campañas sociales a sus sabores, envases y acciones de marketing. Entre las más recordadas se destaca una de 2009, cuando su sabor "Chubby Hubby" cambió su nombre a "Hubby Hubby" apoyó el matrimonio igualitario. "En 2018 lanzaron el gusto "Pecan Resist" contra las posturas del primer gobierno de Donald Trump sobre temas como la inmigración, los derechos LGBTQ y la conservación del medio ambiente y el 7,5% de las ganancias se destinaron a la Fundación Ben & Jerry's, que respalda movimientos sociales como la reforma carcelaria, la equidad racial y la justicia ambiental.El conflicto con Unilever, las tensiones con Israel y el activismoEn 2000, Unilever compró la compañía. Cohen y Greenfield acordaron la creación de una junta independiente para garantizar que la marca mantuviera sus valores, informó BBC News. Un año más tarde llegó el primer encontronazo, cuando la empresa suspendió sus ventas en Cisjordania. La medida fue apoyada por grupos palestinos, pero generó un rechazo inmediato por parte de líderes judíos y del gobierno israelí. Cohen y Greenfield defendieron su decisión. En un artículo publicado en el The New York Times, dijeron ser "judíos orgullosos", pero remarcaron que la suspensión de las ventas en Cisjordania "puede y debe considerarse un avance de los conceptos de justicia y derechos humanos, principios fundamentales del judaísmo".Ben Cohen fue detenido al protestar en el Senado de EE.UU.Cohen se convirtió en un rostro habitual de las protestas en Estados Unidos. Fue detenido en varias ocasiones. Acompañó causas como la reforma del sistema de financiación política y mostró su apoyo a Julian Assange.Su última aparición pública ocurrió en el Senado, a mediados de mayo de este año, durante una audiencia en la que testificaba Robert F. Kennedy Jr., Cohen interrumpió el evento y denunció la ayuda militar a Israel y el bloqueo en Gaza. "El Congreso mata a niños pobres de Gaza comprando bombas, y paga por ello expulsando a niños de Medicaid en Estados Unidos", dijo en ese momento mientras lo esposaban y retiraban del salón.
Jonathan Lipnicki, de 34 años, se define como actor, productor, padre de perros y cinturón negro de jiu-jitsu brasileño en su perfil de Instagram, donde tiene 150.000 seguidores. Pero para el resto del mundo Lipnicki no es eso, es el niño de gafas de Jerry Maguire (1996), el hermano mayor de Stuart Little (1999) o el amigo rubio de El pequeño vampiro (2000). Estos han sido sus tres grandes papeles en el cine, y solo tenía entre 5 y 10 años cuando le tocó interpretarlos. "Hace 25 años Jerry Maguire salió en los cines y mi vida cambió para siempre. Estoy más que agradecido de haber podido averiguar lo que quería hacer por el resto de mi vida cuando tenía 5 años. Lo mejor está por venir, lo prometo", escribió en 2021 en un posteo que ilustró con una imagen suya en la película que protagonizó junto a Renée Zellweger y Tom Cruise. Si con "lo mejor" se imaginaba algo como su último proyecto, un reality show en el que la premisa es hacer creer a una persona que los demás también son participantes anónimos cuando en realidad son todos actores, entonces tenía razón. Si lo que esperaba era un gran papel con el que dejar de ser "el niño de", todavía no ha conseguido cumplir la promesa. "Para ser sincero, dije que no a unas cinco películas el año pasado", presumió recientemente en una entrevista con la revista People: "Solo quiero darle la vuelta a esta situación". Lipnicki ha lidiado con el fantasma del juguete roto desde la niñez. "De niño/adolescente, algunas personas que ahora son incluso mis amigos en Facebook se burlaban de mí sin parar", escribió en una emotiva publicación -ya borrada- en 2017. "Me decían que era un juguete roto y que nunca volvería a conseguir un trabajo. Me hicieron sentir horrible todos los días de la secundaria, hasta el punto de tener un ataque de pánico todas las noches por ir a clase, porque me preguntaba cómo iba a sobrevivir al día siguiente", se sinceró. Aun así, el intérprete siempre se muestra optimista de cara al público. Incluso ese posteo en el que recordaba humillaciones y traumas del pasado no era más que una excusa para anunciar a sus seguidores un hito importante en su carrera: a sus 26 años había conseguido participar en más películas como adulto que como menor de edad. "No son películas de estudio ni grandes estrenos, ¡pero están en cines! Estoy persiguiendo mis sueños y no podría estar más feliz", celebró.Ocho años después, sigue mostrando su característica actitud positiva, pero también es consciente de que la suya no es la historia de la estrella de Hollywood que cautivó al público como niño y cosechó premios y halagos de mayor, como sí han logrado colegas de la industria como Leonardo DiCaprio, Natalie Portman o Drew Barrymore. "No pasa nada si digo que no estoy donde quiero estar profesionalmente. Todo lo que estamos haciendo en esta vida es prácticamente imposible", reconoció a People. La revista estadounidense publicaba la entrevista dentro de una sección dedicada a la nostalgia, un ejemplo más de que Lipnicki hace años que ingresó en el elenco de actores que están tan desaparecidos que la mayoría de los titulares que protagonizan son del tipo "Qué ha sido de..." o "El increíble cambio físico de...", un cebo para lectores que sienten curiosidad por recordar momentáneamente ese pasado olvidado.La pasión de Lipnicki por el jiu-jitsu hace que su nombre acapare normalmente el segundo tipo de titulares, esos que ensalzan su atlético cuerpo y lo comparan con su imagen infantil de los noventa, cuando lucía pelo pincho y unas cándidas gafitas redondas. "Tengo muchas ganas de hacer algo donde pueda mostrar mi físico, algo con mucha acción", le dijo a People en 2012, poco después de que se hicieran virales unas imágenes de un Lipnicki de 21 años con unos trabajados abdominales y bíceps. Sus deseos fueron concedidos y en 2013 apareció brevemente en el thriller criminal For the Love of Money. Un año después también tuvo un pequeño papel sin camiseta en la comedia de acción Bad Ass 2: Bad Asses, donde compartió pantalla con Danny Trejo y Danny Grover.Pero sus días de actor secundario tampoco duraron mucho. En los últimos años, ha trabajado sobre todo en teatro y en alguna que otra producción independiente, sobre todo cortometrajes. En 2024 participó en dos largometrajes: el slasher de serie B Camp Pleasant Lake y el difícil de calificar Man Goes On Rant, en el que un hombre al que acaban de dejar observa coincidencias extrañas en acontecimientos históricos recientes (el 11S, la pandemia...) que cree que explican el fracaso de su matrimonio y se decide a hacer un documental sobre ello. Lipnicki se interpreta a sí mismo en tono paródico en esta última. "Esto de actuar es lo que quiero hacer por el resto de mi vida y creo que simplemente hay que creer que va a suceder y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para avanzar en la dirección correcta", aseguró en su última entrevista con People.En 2022, admitió a Slashfilm que la historia oficial que se había difundido durante años de que en su juventud no trabajaba porque había decidido darse un descanso para centrarse en sus estudios era una farsa. "No trabajé porque simplemente no tenía trabajo. La verdad es que no conseguí ningún papel durante mucho tiempo. Y soy sincero al respecto, fue porque no era muy buen actor", reconoció. El intérprete lamenta que ha tenido una "carrera a medias" en la que ha hecho "cosas realmente buenas que nadie vio". Su película mejor valorada de los últimos 25 años es Limelight, de 2017. Cuenta la historia de una sociedad obsesionada con la fama, la validación y las redes sociales, en la que un narcisista de un pequeño pueblo hace todo lo posible para alcanzar el estrellato absoluto. Pero él no es el protagonista del film.En su caso, parece que hace tiempo que Lipnicki ha dejado de obsesionarse con la fama, la validación y las redes sociales. Estas últimas las usa de vez en cuando como escaparate de sus nuevos proyectos, de sus viajes con amigos y familia, sus entrenamientos o de los esporádicos artículos en los que aparece. Pero también están plagadas de fotos y memes de hace más de dos décadas, cuando vivió su época dorada. "Jay Leno fue lo suficientemente amable como para regalarme una de sus zapatillas de Shaquille O'Neal cuando fui invitado a su show", recuerda en una foto en la que se le ve a los 5 años sujetando una zapatilla del jugador de básquetbol casi más grande que él. "¡¡¡Bien hecho chicas!!!!! El hecho de que algunas cosas que hice cuando era niño todavía signifiquen algo para la gente es una bendición", escribió junto a una foto de dos jóvenes disfrazadas de Shad Moss y él en Una pandilla de altura(2002). View this post on Instagram A post shared by Jonathan Lipnicki (@jonathanlipnicki)Por un lado, quiere dejar atrás su pasado, pero, por otro, se niega a separarse de él. "Rezo todas las noches para tener claro adónde debo ir, y estoy seguro de que lo mejor está por venir", confesó a People. Hay una escena cursi en la secuela de Stuart Little en la que el personaje que interpreta Hugh Laurie le dice al pequeño ratón blanco: "Cada día lluvioso tiene su arcoíris". Y pareciera que en realidad se lo dijo a su hermano George, interpretado por Lipnicki, porque va en la senda del discurso esperanzador que pronuncia cada vez que tiene ocasión. "Creo que simplemente hay que creerlo. Si vas a perseguir esto de ser actor, te estás haciendo mal si no sueñas a lo grande", insistió en su última entrevista. A los 5 años, Jonathan Lipnicki era demasiado chico como para saber que estaba haciendo realidad sus futuros sueños, pero 29 años después no pierde la esperanza de volver a hacerlo.
A pesar de su juventud, la experiencia de Jonathan Lipnicki en Hollywood ha sido larga y sinuosa. El actor, que debutó a los 5 años en un mega éxito cinematográfico, acaba de confesar en una entrevista que se siente algo frustrado por cómo se fue desarrollando su carrera y confesó que reza todas las noches para no perder el rumbo.Conoció el éxito antes de aprender a leer. En 1996 protagonizó junto a Tom Cruise y Renée Zellweger la película Jerry Maguire y cautivó al público con su simpatía y su soltura. Luego, encabezó Stuart Little (1999), El pequeño vampiro (2000) y Minicampeones (2002). "Tuve experiencias muy buenas cuando era chico", le dijo el actor a People. Sin embargo, admitió que cuando el salto de la niñez a la adultez fue muy duro. "No pasa nada si digo que no estoy donde quiero estar profesionalmente. De todos modos, ya no me siento incómodo con eso. En esta vida podemos lograr cosas que parecen imposibles", aseguró. "Esto, actuar, es lo que quiero hacer por el resto de mi vida. Y creo que simplemente hay que creer que lo que uno desea va a suceder y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para encaminarse en la dirección correcta", agregóUno de los motivos por los que su carrera no siguió desarrollándose de la misma manera durante su adolescencia tiene que ver con una decisión que tomó a consciencia: cuando comenzó la preparatoria, quiso dedicarle más tiempo a la escuela y, para hacerse de más recursos, comenzó a tomar clases de actuación en el poco tiempo que le quedaba libre. Una vez que logró graduarse, retomó su carrera y comenzó a aparecer en películas independientes, a la vez que comenzaba a cimentar su carrera teatral en Los Ángeles. View this post on Instagram A post shared by Jonathan Lipnicki (@jonathanlipnicki)"Si soy sincero, debo decir que he tenido una carrera a medias en la que he hecho cosas realmente buenas que nadie vio", resumió el actor. Y señaló: "De todos modos no me arrepiento de nada, porque de las series y películas en las que trabajé y no me gustaron, me enseñaron a elegir cuidadosamente los proyectos en los que ahora me involucro", indicó. "Reconozco que dije que no a unas cinco películas el año pasado", admitió Lipnicki. Y explicó cuál fue el motivo: "Solo quiero darle la vuelta a esta situación. Rezo todas las noches para tener claro adónde debo ir, y estoy seguro de que lo mejor está por venir". "Creo que simplemente hay que creer que lo que uno realmente desea, va a ocurrir. Si vas a perseguir un sueño, te estás haciendo un flaco favor si no sueñas en grande", indicó. Además de la actuación, y con ese doble propósito de elegir bien sus proyectos y de concretar sus sueños, Lipnicki ha incursionado en los últimos años en la producción. Su último proyecto, The Joe Schmo Show fue, según el actor, "un paso en la dirección correcta". La serie consiste en hacerle una broma a una persona "normal" que cree protagonizar un reality, pero en realidad está rodeado de un elenco de hábiles cómicos de la improvisación. View this post on Instagram A post shared by Jonathan Lipnicki (@jonathanlipnicki)Allí, Lipnicki interpreta una versión ficticia y egoísta de sí mismo. "Creo que definitivamente fue un paso fuera de mi zona de confort y eso es algo que me hace sentir orgulloso", indicó al respecto. Y afirmó: "Como actor que creció en esta industria, uno quiere portarse bien, y yo tuve que portarme mal. Había algo empoderador en eso, de una manera extraña".En 2017, el actor confesó que sus colegas lo habían acosado porque lo consideraban un "pasado de moda". Como consecuencia, sufría de ansiedad y depresión. "Me dijeron que era un fracasado y que nunca volvería a conseguir un trabajo", escribió en una emotiva publicación de Instagram en ese momento. "Me hicieron sentir como una basura todos los días de la escuela secundaria, hasta el punto de tener un ataque de pánico todas las noches antes de la escuela, porque me preguntaba cómo iba a sobrevivir el día siguiente". Sin embargo, Lipnicki reflexionó: "Estoy agradecido por la increíble vida que tengo y espero poder transmitir que SÍ mejora".
Lugo completa la cesión del joven delantero ghanés Jerry Afriyie, destacado en Thoughts FC, quien se incorporará al equipo para la presente temporada tras acuerdo con Al-Qadsiah Club
Jerry Springer: Peleas, cámara, ¡acción! (Jerry Springer: Fights, Camera, Action, Estados Unidos/2025). Dirección: Luke Sewell. Duración: dos capítulos de 50 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena."Cuídense a ustedes mismos y a los demás". Con esa recomendación terminaba Jerry Springer cada episodio del programa con el que revolucionó a la televisión de los Estados Unidos a partir de la década del 90. Era una demostración cabal del desprejuicio de un personaje que fue exitoso en un ambiente donde lo único que importa de verdad es el éxito.The Jerry Springer Show consiguió algo que parecía imposible: desbancar a la gran deidad de la industria televisiva norteamericana, Oprah Winfrey, dueña de una audiencia de 12 millones de personas gracias a un programa de entrevistas cargado de testimonios lacrimógenos y conflictos de baja intensidad que sigue siendo, en su categoría, el más visto de la historia de la TV de su país.Springer empezó su aventura televisiva sin demasiadas expectativas, con un show basado en reencuentros familiares e historias de superación personal. No pasó mucho tiempo hasta que los directivos de la cadena NBC lo amenazaron con cancelarlo si no conseguía mejorar un rating que hasta entonces era muy discreto. Decidido a triunfar como sea, Springer le vendió el alma al Diablo. Logró hacer el programa más escandaloso de la historia de la televisión estadounidense (lo que es mucho decir), el que la famosa revista semanal TV Guide ubicó en el puesto número 1 de una lista de los peores de la historia de la televisión.El gestor principal del cambio de rumbo que convirtió a Springer en una estrella (trash, pero estrella al fin) fue Richard Dominick, un hombre orquesta de la televisión de Estados Unidos. Guionista de Jay Leno, productor de un programa de noticias infantil (Not Just News), cronista estrella de medios como Penthouse (clásico del soft porno gráfico) y las revistas humorísticas National Lampoon y Cracked, Dominick -que tiene hoy 72 años- ha demostrado a lo largo de su extensa carrera tener tanto talento como falta de escrúpulos. David Letterman lo invitó muchas veces a su popular Late Night para que hablara de la repercusión de algunos de sus artículos más comentados: "Soy la esclava sexual del Yeti y voy a tener un hijo con él" y "Tostadora poseída por Satanás", por citar dos de los más recordados.Tan astuto como amoral, Dominick tuvo siempre una intuición especial para detectar el interés del gran público, de eso no hay dudas. La primera decisión que tomó fue que la gente de la tribuna que era parte esencial de la puesta en escena de The Jerry Springer Show ovacionara al conductor cada vez que ingresara al estudio en el inicio del programa. Una manera de calentar un ambiente que, desde ese momento, normalmente iba rumbo a terminar muy caldeado. Springer no era todavía una estrella, pero era recibido en cada edición del programa como si lo fuera. Una idea simple y efectiva.La otra estrategia que Dominick impuso muy rápido entre sus colaboradores fue convencerlos de buscar y crear historias (al fin y al cabo, de eso se trataba todo) que pudieran ser atractivas aún si fueran seguidas en un televisor sin volumen. Traducido: una imagen poderosa vale más que mil palabras.La consecuencia de esa premisa de hierro fue la explosión de una cadena interminable de peleas ridículas como la que protagonizaron en la televisión argentina Mauro Viale y Alberto Samid -pero mucho más violentas, eso sí- y de una sucesión de desnudos injustificados, dos tipos de "contenidos" que levantaron el rating del programa y el ánimo de Dominick, cuyo lema profesional más célebre es "Si pudiera matar a alguien en televisión, lo ejecutaría en vivo", como él se encarga de ratificar en una de las dos partes del documental Jerry Springer: Peleas, cámara, ¡acción!, que en la Argentina se puede ver en Netflix.Al margen de los enfrentamientos entre invitados alterados (generalmente personas de clase popular presionadas psicológicamente para entrar en estado de indignación), el show empezó a incluir historias muy estrafalarias como la del romance entre un hombre y una pony vestida con ropa interior femenina, un relato que tendría su cover en la TV argentina con el gaucho enamorado de una oveja que apareció alguna vez en el inolvidable Yo me quiero casar de Roberto Galán.El nivel de virulencia y chabacanería del show de Springer aumentó tanto como para generar un gran revuelo mediático: había nacido un programa de TV que podía ser tema de muchos otros programas de TV y también de la prensa gráfica. Un programa del que hablaban todos. El sueño húmedo de Dominick y del propio Springer.La excusa para extralimitarse fue la de siempre: "Si la gente lo eligeâ?¦". Y el éxito no impulsó precisamente la moderación: apareció una transexual que se había cortado las piernas con una sierra, una mujer que aseguraba haberse acostado con 251 hombres en 10 horas, un hombre que anunciaba haberse cortado el pene y hasta hubo un obsceno enfrentamiento, presentado como "guerra de clanes", entre integrantes de dos organizaciones de extrema derecha con diferentes objetivos, el Ku Klux Klan y la Liga de Defensa Judía. Aún siendo hijo de dos sobrevivientes del Holocausto que escaparon a Estados Unidos, Springer no tuvo reparos en banalizar el tema.Como tampoco le había importado poner en riesgo su carrera política en el Partido Demócrata (llegó a ser alcalde de Cincinnati) frecuentando prostíbulos hasta ser descubierto por cometer la insólita torpeza de pagar con cheques a su nombre. Más que un descuido, el incidente reveló el grado de impunidad con el que se manejaba Springer usualmente.Lo que hizo esa vez, redoblando la apuesta, como era su costumbre, fue admitir sus aventuras sexuales. Asumir la culpa. Y logró salir ileso: no tuvo que dejar la política y logró que su esposa y su hija (una chica ciega y sorda que lo defendió públicamente cada vez que hizo falta) se mantuvieran a su lado. Incluso se llegó a filtrar un video en el que Springer aparecía teniendo sexo con una stripper y su madrastra -dos mujeres que habían estado en uno de sus escandalosos programas-, pero el oprobio que desató, lejos de perjudicarlo, consolidó su fama. Con sus patéticos episodios, que abarcaban desde el adulterio hasta la zoofilia, The Jerry Springer Show allanó el camino para la frivolización de la política que la ha transformado en parte de lo que es hoy, un espectáculo sensacionalista.En este punto específico, el estreno de un documental sobre un personaje de estas características tiene especial resonancia. Muchos de los actuales líderes de opinión y de la política cimentan su apoyo en la extravagancia y una convicción firme de que para triunfar en una era donde la superficialidad parece haberse asegurado el rango de valor, mejor correr para adelante, multiplicar la distorsión y dejar atrás cualquier represión o límite relacionado con la ética.Springer fue un modelo de ese estilo de vida. Hasta que la desgracia con la que había coqueteado tantas veces finalmente llegó para cambiar definitivamente el escenario. Nancy Campbell-Panitz había llegado al programa para recuperar a su exmarido Ralph, pero con Springer como perverso maestro de ceremonias descubrió en vivo que él se había casado hace unos días con otra mujer llamada Ellen. Nadie de la producción la había preparado, ni siquiera se lo habían insinuado. Y eso era completamente adrede. La ambición por el rating no se ajustaba ni al más mínimo decoro.Nancy se fue ese día amargada, pero eligió no prestarse al show habitual: un match de lucha libre entre dos oponentes estimulados para entregarse irreflexivamente a la riña. La amenazaron con no pagarle el billete de regreso a su casa (ella vivía lejos de Chicago, donde se grababa el programa) y ante la persistencia en la negativa invirtieron la estrategia y le ofrecieron traslados en limusina, alojamiento en hoteles cinco estrellas y una vida temporariamente lujosa con tal de convencerla de prestarse al escarnio.No pudieron persuadirla. Nancy no quiso volver al programa, pero su ex marido vio aquel en el que ella contó su verdad, se emborrachó, salió enajenado a buscarla con el objetivo de asesinarla y cumplió con su cometido. Ella ya lo había denunciado por violencia doméstica, por lo cual exponerla a dar testimonio en un programa de televisión de gran audiencia era evidentemente muy riesgoso. Es probable que los productores del programa de Springer lo supieran. Y si no lo supieron, la investigación que necesariamente tuvieron que hacer para elegir la historia que iban a contar -de la forma más mugrienta posible, como era norma para ellos- no fue lo suficientemente profunda."A Jerry Springer y sus productores les pregunto: ¿importa más la audiencia que la dignidad humana?", dijo en una de las audiencias la jueza que tuvo a su cargo el caso que se abrió después del crimen de Nancy. Era una pregunta retórica. La respuesta era más que obvia.Springer y su equipo decidieron alejarse del problema trasladándose a Jamaica para grabar un programa en un resort de intercambio de parejas. Y después siguieron al aire muchos años más, hasta que en 2018 la NBC decidió levantar el ciclo.En el documental, muchos de los ex miembros de la producción del programa de Springer cuentan cómo cayeron en distintas adicciones por el estrés provocado por un programa en el que la presión por generar audiencia era extrema. Pero todos evaden responsabilidades directas de una manera muy notoria, a pesar de que el material de archivo de esta película los incrimina (más de una vez se los ve incentivando claramente a los participantes de los escándalos a entrar en conflicto con sus adversarios). La naturalización sobre todo eso que "había que hacer" como parte del trabajo es muy común en un ambiente donde el éxito, de nuevo, es lo único que importa.Claro que el mundo hubiera llegado de todos modos hasta dónde se encuentra hoy. Pero el show televisivo de Jerry Springer anticipó muchas de las marcas de esta época en el mundo de la política y la discusión social. Esas que son insumo permanente en redes sociales: la violencia, el interés personal antes que cualquier otra cosa, la firmeza para defender falsedades aún con plena consciencia de la estafa, el apego al exotismoâ?¦ Y especialmente el cinismo: "No quiero vivir en un país que vea mi programa", declaró alguna vez Springer, sabiendo que no habría demasiadas consecuencias por eso que estaba diciendo.
La animación clásica revive con nuevas películas anunciados por Warner Bros. en CinemaCon 2025. Aunque los detalles son escasos, el entusiasmo de los fanáticos es inmenso
El proyecto, que despertó el interés de varios estudios incluyendo a Paramount y Warner Bros., abordará una temática de conspiraciones y contará con un guion de Zach Baylin
La pelea entre Jery Sandoval y Yaya Muñoz escaló hasta tal punto que los demás participantes tuvieron que intervenir para evitar un enfrentamiento físico en pleno reality
La pelea se produjo debido a los constantes ataques de la actriz a Emiro Navarro, en medio de la dinámica que hizo Yina Calderón, en los que Sandoval incluso habló de denuncias en la Fiscalía
A 36 años de su estreno la serie se posicionó como una de las mejores de la época a pesar de no tener un contenido fijo
El icónico Porsche 917K, protagonista en Le Mans junto a Steve McQueen, continúa en la colección del humorista tras la inesperada conclusión de la subasta
"Yo era el proxeneta de Jerry Springer y reservaba visitas para que se acostaran con él", lanzó Norm Lubow, uno de sus más afamados productores del famoso show de TV estadounidense. Reveló que el conductor no podía controlar sus impulsos porque estaba consiguiendo mujeres que nunca antes había tenido. Leer más
Todos lo odiaban y su negativa influencia llega hasta hoy, pero en los años 90 el conductor llegó a derrotar a la mismísima Oprah Winfrey. En el documental hablan varios integrantes del equipo... y no se arrepienten de nada.