hartazgo

Fuente: La Nación
24/07/2024 21:18

Ebullición en Venezuela: cómo se vive la previa electoral, entre el hartazgo, amenazas y la esperanza de un cambio

CARACAS.- Pasada las 13.30, la segunda llovizna intermitente del día irrumpe en Caracas este miércoles feriado en el que se conmemora el Natalicio de Simón Bolívar. Pero las gotas no perturban a Ana y Zaleth, de 18 y 19 años, que cortan pedazos de cinta scotch junto a sus compañeros para asegurar que la bandera blanca que planean colgar en uno de los puentes de la Avenida del Libertador quede bien fija en las barandas. De unos seis metros de largo, la bandera, que lleva escrito en letras negras "Vamos. El 28 de julio votamos", genera un efecto inmediato una vez extendida. Al verla, algunos autos y motos responden con bocinazos de aliento, mientras que una transeúnte corea al pasar por al lado: "¡Vamos Edmundo, vamos!"."Tenemos esperanza de un cambio. Más allá del resultado, no pienso irme nunca de Venezuela. Me gusta mi país, no quiero irme. Y si tengo que morir en las calles lo haré", asegura a LA NACION, emocionada, Ana, estudiante de ciencias políticas que colabora en la organización independiente Vamos Venezuela, encargada de promover el registro electoral y fomentar la participación para los comicios del próximo domingo, en los que la oposición confía en terminar con 25 años ininterrumpidos de gobierno chavista.Además de estudiar, ambas trabajan todos los días. Una es niñera y otra da clases particulares de inglés, pero su sueldo apenas les alcanza para pagar el pasaje de ómnibus hasta la universidad. Es por eso que no viven esta elecciones como una más, sino como "el cambio de nuestra vida entera", afirma Ana.Cruzando la calle, pegado sobre un poste de luz, un cartel con letras blancas y amarillas sobre un fondo rojizo también invita a la gente a votar, pero esta vez por el presidente Nicolás Maduro, que busca asegurarse otros seis años en el poder. La imagen de su foto, junto a una más pequeña del fallecido comandante Hugo Chávez, inunda cada rincón del centro de la capital venezolana. En cada semáforo la campaña del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) plantó su insignia, ante la ausencia absoluta de propaganda opositora.Y mañana cerramos esta campaña admirable en CARACAS!! Nos vemos a las 4:00pm en Las Mercedes. ð??ªð??» https://t.co/RN8NUaFf5w— María Corina Machado (@MariaCorinaYA) July 24, 2024Aún así, la propaganda no logra cubrir un sentimiento generalizado de cambio. Unos 21 millones de venezolanos acudirán a las urnas este domingo en unas elecciones cruciales que podrían marcar la historia de Venezuela. El actual presidente se medirá ante el exembajador Edmundo González Urrutia, una figura que hasta hace unos meses atrás era un completo desconocido, pero que según el último sondeo de la encuestadora independiente Delphos podría lograr una amplia victoria, al tener 59,1% de intención de voto frente al 25% de Maduro, los niveles más bajos de popularidad hasta ahora.El exdiplomático se tornó en la cara visible de la oposición en la boleta electoral después de que la líder del movimiento Vente Venezuela, la exdiputada María Corina Machado, quedara inhabilitada de ejercer cargos púbicos por 15 años por la Contraloría General de la República, tras su mayúsculo triunfo en las primarias de octubre con un 92,35%."Ya es hora de que Venezuela encuentre la reconciliación entre los venezolanos, ya basta de gritos ya basta de insultos, es la hora del reencuentro", dijo González Urrutia, de 74 años, ante decenas de simpatizantes en la plaza Bolívar, junto a su socia en esta campaña."Uno lo percibe en la población, sobre todo en las acciones de la dupla Corina Machado y en González Urrutia, es que hay una gran esperanza que no se ha visto nunca antes en elecciones. Que se concrete es otra historia, pero la percepción existe", dijo a LA NACION la socióloga Ligia Bolívar, presidente de AlertaVenezuela.Las encuestas son el reflejo un hartazgo generalizado a una crisis humanitaria sin precedentes. Un cuarto de siglo de chavismo en el poder dejó a un sistema de salud colapsado, una economía rota en la que los salarios pierden frente a la inflación, cortes de energía y agua como moneda corriente y más del 69% de la población bajo niveles de pobreza multidimensional, según el último reporte de HumVenezuela.Esta debacle forzó a 7,7 millones de venezolanos a migrar en busca de mejores condiciones de vida, en lo que marcó una de las mayores crisis de desplazamiento en el mundo. El resultado electoral, en caso de que el chavismo persista en el poder, amenaza con provocar una nueva oleada migratoria, según sondeos independientes."Tengo mucha esperanza por varias razones. Hemos intentando de muchas maneras tumbar a este gobierno y considero que la última opción que nos queda es la democrática. Hace mucho tiempo que no veía a la gente tan determinada a salir a votar de forma masiva, en 2018 hubo abstención electoral y esta vez es completamente diferente", afirmó Zaleth, que contó que conoce a mucha gente que le soltó la mano al chavismo por estar "cansada de la situación"."Eso me da fe. Sin importar el resultado oficial, vamos a ganar por mayoría de votos", añade.IncertidumbreAsí como prima la ilusión de un triunfo opositor, también sobrevuela la incertidumbre por lo que pueda llegar a pasar en estos comicios. Como Zaleth, muchos creen que existe una gran posibilidad de que el domingo el gobierno recurra a un fraude electoral para impedir su previsible derrota. Ya ha puesto palos en la rueda para reducir la cantidad de personas habilitadas para votar. Este es el caso de quienes sufragan en el exterior. De casi 5 millones de venezolanos aptos para votar fuera del país, apenas 69.189 están habilitados, el 0,32% del padrón electoral, debido a los requisitos inaccesibles que impuso el Consejo Nacional Electoral (CNE).En tanto, el gobierno de Maduro lanzó una campaña del miedo, apodada por él mismo como la "furia bolivariana", construida a través de amenazas y persecución contra miembros de la oposición, activistas y organizaciones sociales que ha ido en aumento a medida que se aproximan las elecciones. La semana pasada llegó hasta la propia Machado, cuando agentes revolucionarios cortaron los frenos de los vehículos con los que se movilizaba en una caravana en el interior del país."Si la derecha engañara a la población en Venezuela podría haber un baño de sangre y una guerra civil, porque este pueblo no se dejará quitar la patria ni los derechos sociales", exclamó Maduro.Omayra, de 41 años, espera que el fin de semana los resultados consumen la caída del chavismo, un suceso que añora desde hace tiempo. Atiende en un kiosco ambulante en el municipio de Chacao, un pequeño puesto que adquirió después de tener que vender su negocio que iba rumbo a la quiebra. Ahora trabaja de lunes a lunes, de 4 de la mañana a 10 de la noche, y aún así, su sueldo le alcanza para comprar lo básico y recibe cada mes ayuda económica de su hermana.Escuchó las declaraciones del presidente, pero, al igual que como cree que opina toda la población, no tiene miedo. "Queremos un cambio. La gente ya esta harta, llegó a su límite. Y él puede hablar de un baño de sangre, pero la gente prefiere plomo a morir acá de hambre o en el hospital. Si igual ya estamos muriendo lentamente. Ya todos pensamos únicamente en el domingo", dijo a LA NACION, mientras vendía un café a un cliente, que aportó a la conversación con un breve "el domingo va a estar fuerte".A poco más de 6 kilómetros de allí, en Petare, un exbastión chavista que hoy clama por la dupla de Vente Venezuela, Edwin, un conductor de motos de 37 años, comparte el mismo sentimiento que Omayra. "Escucho mucha gente que dice que hay miedo. Yo veo emoción, veo a la gente emocionada. La gran pregunta que se hace la población es qué va a pasar después de las elecciones. No hay que ser tonto para analizar que ellos mismos van a hacer fraude. Pero yo no tengo miedo de salir a luchar por el futuro de mis hijos, de mis padres. Los que provocan violencia son ellos, porque nosotros salimos con el arma más letal que es el voto. Ese es el temor que tienen que tener ellos", señaló a LA NACION.

Fuente: La Nación
04/06/2024 21:00

Ante las razones del hartazgo social

Los jubilados han sido la variante del ajuste de todos los gobiernos de los últimos 20 años. Según las estadísticas, el período presidencial en el que mejor les fue corresponde al que presidió Carlos Menem en los años 90, y cuando ya las jubilaciones estaban en manos de la AFJP. Cristina Kirchner y Amado Boudou (con la complicidad de Sergio Massa) tuvieron la idea en 2008 de devolverle al Estado esa enorme masa de recursos. La usaron políticamente. La peor pérdida del poder adquisitivo de los jubilados se registró, en cambio, entre fines de 2017 y enero de este año; perdieron el 57 por ciento del poder de compra. Es un período que abarca tres gobiernos (los de Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei), pero la mayor cantidad de años pertenece a la tercera administración kirchnerista. Llama la atención, por eso, que este martes haya sido el kirchnerismo uno de los principales impulsores de la sublevación política en la Cámara de Diputados para imponerle a Milei, supuestamente, una nueva fórmula jubilatoria. Acompañaron a los seguidores de Cristina Kirchner la izquierda -cómo no-, el radicalismo (esto fue más extraño) y el bloque Hacemos Coalición Federal, un poliédrico conjunto de diputados que preside Miguel Ángel Pichetto, cuya alianza fugaz con la izquierda para alcanzar ayer el quorum es difícil de explicar. Solo Pro y el partido del Presidente, La Libertad Avanza, no aceptaron participar del complot. ¿Por qué se habla tanto de la decisión de Milei de no acercarse tanto a Mauricio Macri? Las posiciones están a la vista en los momentos cruciales.Julio María Sanguinetti, expresidente de Uruguay, suele decir que cuando la economía se desajusta alguien la ajusta: el mercado o la conducción política del país. Los ajustes en la Argentina, dispuestos por el Gobierno o por el mercado, cayeron siempre sobre los jubilados; sucede también que el gasto en Seguridad Social representa casi el 50 por ciento del presupuesto nacional; la mayoría de ese gasto pertenece a jubilaciones y pensiones. Desde la época de Cristina Kirchner existen moratorias, además, que les permite jubilarse a personas que no hicieron los aportes necesarios al sistema previsional. Se sumaron casi cuatro millones de jubilados a un sistema que tiene más de siete millones de jubilados. La mitad de los jubilados que existen en la Argentina, aproximadamente, no hizo los aportes que establece la ley. Es cierto que muchas de esas personas no pudieron formalizar los aportes porque fueron víctimas de las periódicas crisis de la economía argentina, pero había otras maneras de resolver esos problemas que son reales. El exgobernador peronista de Santa Fe Omar Perotti propuso, cuando era senador nacional, crear un subsidio para las personas mayores que carecieran de jubilación, pero por fuera del sistema previsional. Esta iniciativa dejaba a la Anses dedicada solo a los jubilados que habían hecho los aportes en tiempo y forma.La torpeza como ideologíaPerotti intentó resolver un problema que es fácilmente comprensible: cualquier decisión sobre los ingresos de los jubilados, por pequeño que sea el aumento que disponga, impacta fuertemente en el presupuesto nacional. Es ahí donde se metieron este martes los diputados opositores, según la distintas versiones de la oposición, pero solo se pusieron de acuerdo para alcanzar el quorum; no lograron ni uno ni dos proyectos comunes para cambiar la fórmula previsional. Empezaron a sesionar con cinco proyectos distintos. Imposible mayor confusión. Corresponde señalar que cuando los legisladores proponen un aumento de las partidas presupuestarias, y tienen derecho a proponerlo, deberían también, por responsabilidad institucional, indicar de dónde saldrán esos recursos sin afectar el equilibrio de las cuentas públicas. ¿Por qué no imaginaron, por ejemplo, eliminar la excepciones impositivas a unas pocas empresas en Tierra del Fuego para destinar ese dinero a mejorar los ingresos de los jubilados? ¿Por qué no propusieron cambiar el régimen que regula la pesca para aumentar el insignificante canon que pagan unas 30 empresas que hacen millonarios negocios con una riqueza que pertenece a todos los argentinos? Sobre esos arbitrarios beneficios de un reducido sector empresario no hablan ni diputados ni senadores. Silencio. ¿Complicidad también? Quién lo sabe. La propuesta de aumentos de partidas presupuestarias sin compensación significa en los hechos, lo digan o lo nieguen, el proyecto de un regreso al déficit fiscal. Es otro ejercicio de irresponsabilidad política; esa inconsciencia de sus dirigentes llevó al país (y a la sociedad, sobre todo) a la necesidad de sufrir un brutal ajuste de la economía. Es también la tara del kirchnerismo, que aumentó el gasto público hasta dejarlo en casi el 50 por ciento del PBI nacional. La administración de Alberto Fernández fue la peor de las tres kirchneristas porque ni siquiera tuvo la astucia de evitar que estallara el conflicto de la economía durante su mandato.La lideresa que levantó ayer la bandera de los jubilados, Cristina Kirchner, se pasó sus dos mandatos peleándose con la Corte Suprema de Justicia porque esta le exigía que cumpliera con la ley y fuera más justa con los salarios de los jubilados. La Anses llegó a declarar formalmente en aquellos años ante el máximo tribunal de justicia del país que quebraría si cumplía con las resoluciones de la Corte. Es costumbre institucional que cuando la Corte fija una jurisprudencia sobre un tema, el Poder Ejecutivo traslada esa opinión a un proyecto de ley para que la decisión se generalice en el acto. Si no fuera así, la Corte debería resolver caso por caso innumerables expedientes. Ese tribunal no resuelve en general, sino sobre cada situación en particular. El caso histórico más emblemático de esa práctica fue la decisión de legalizar el divorcio en el país; la Corte Suprema fue en los años 80 la primera institución en resolver que el divorcio era un derecho constitucional. El gobierno de Raúl Alfonsín convirtió esa decisión en ley aprobada por el Congreso para que la Corte no terminara resolviendo todos los divorcios del país. Al revés, Cristina Kirchner se negó a convertir en ley la decisión de la Corte sobre el salario de los jubilados y condenó a cada uno de estos a comenzar una causa propia. La sede de la justicia previsional ocupa una casona muy antigua. Cada cierto tiempo, ese edificio debe ser liberado de expedientes con planteos de jubilados porque corre el riesgo de desmoronarse. Esa indiferencia histórica desnuda la protesta parlamentaria de la víspera.Sucedió este martes, más que nada, una demostración de fuerza ante un presidente que -también es cierto- trata despectivamente a los legisladores de las dos cámaras del Congreso. Las formas y el respeto personal son cualidades que en algún momento se valoran. Pero cualquier iniciativa sobre los jubilados aprobada por la Cámara de Diputados deberá pasar luego por el acuerdo del Senado. Si existiera una decisión con el consentimiento de las dos cámaras, le quedará a Milei todavía el recurso del veto. Falta mucho camino por andar si los diputados se propusieron realmente modificar la fórmula previsional de aumentos. ¿O es que solo querían mostrar que los opositores, todos ellos juntos sin vínculos políticos ni ideológicos, están en condiciones de marcarle a Milei los límites políticos que tiene? El aspecto más notable de lo que ocurrió en la Cámara de Diputados refiere a un cambio abrupto e imprevisto en la relación de fuerzas de esa cámara. Los opositores consiguieron que 141 diputados se sentaran en sus bancas para que el cuerpo pudiera sesionar (se necesitan solo 129) y decidieran contra la opinión del Gobierno. En la votación en general, el proyecto de la Ley Bases consiguió en la Cámara de Diputados, en los primeros días de febrero pasado, 144 votos a favor de la iniciativa de la administración de Milei; ese mismo proyecto, ampliamente modificado, fue aprobado en general el 30 de abril pasado por 142 votos a favor del Gobierno. Un cambio radical en la relación de fuerzas preexistente en esa cámara. ¿Definitivo? Difícil, sino imposible. Las negociaciones entre el kirchnerismo y la oposición dialoguista (radicales y legisladores de Pichetto, sobre todo) era este martes un espectáculo inverosímil. No durará.Gritos e insultos entre Juan Grabois y la abogada de Sandra Pettovello en Comodoro PySin embargo, lo que sucedió en la Cámara de Diputados pertenecen a esos hechos de la política que pasan inadvertidos para la mayoría de los argentinos, pero que ven con preocupación sectores financieros internacionales y el mercado nacional. No es extraño que ayer se hayan movido en una mala dirección el precio del dólar y el valor de los bonos argentinos. Milei no consiguió todavía, cuando está a solo cinco días de cumplir seis meses en el poder, que el Congreso le aprobara una sola ley ni su monumental decreto de necesidad y urgencia de diciembre pasado. En ese escenario de simbólicos triunfos internacionales y de serias restricciones políticas locales, se inscribió el motín parlamentario de ayer. Fue también un símbolo destinado a caminar hacia ninguna parte, pero representa al mismo tiempo el espíritu de gran parte de la dirigencia política argentina. El gasto del Estado, dicen, es inofensivo. Ese es un error que explica el hartazgo de los argentinos y, también, por qué muchos se abrazan a políticas inconducentes que proponen la idea delirante de un país sin Estado.




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