Jenny Rivera contó todo el proceso que fue alquilar su vientre, las dificultades físicas y emocionales que afectaron su vida
Es un comportamiento visto de mala manera en el ámbito familiar o profesional, pero puede reflejar rasgos relacionadas con la creatividad
En la vida cotidiana, es común cruzarse con individuos que parecen vivir en un estado constante de desorden. Ya sea en el entorno laboral o en la vida personal, hay quienes no logran seguir estructuras claras o generan confusión a su alrededor. Este comportamiento, muchas veces juzgado como simple descuido, puede tener explicaciones más profundas desde la psicología.Qué implica el desorden desde la psicologíaLa psicóloga californiana Diane Dreher, experta en bienestar emocional y académica en la Universidad de Santa Clara, analizó este tipo de conducta en un artículo publicado en Psychology Today, donde expuso los posibles motivos detrás del caos persistente y sus consecuencias en la vida de los demás.El desorden no siempre es un reflejo de pereza o falta de interés. Según Dreher, puede tratarse de una manifestación indirecta de emociones no expresadas, como frustración, ansiedad o enojo. En ciertos casos, incluso puede vincularse con actitudes pasivo-agresivas. Personas que constantemente alteran los planes, llegan tarde o incumplen tareas, pueden estar mostrando una forma encubierta de resistencia o protesta.Este comportamiento también puede estar ligado a condiciones específicas de salud mental como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), trastornos de ansiedad o altos niveles de estrés sostenido. Además, factores como la crianza, el entorno social y la sobrecarga emocional pueden reforzar estos patrones.Cómo afecta la desorganización a los demásDreher señaló que convivir o trabajar con individuos desorganizados puede ser una fuente de estrés. "Ya sea intencionalmente o por error, estas personas pueden invadir nuestros límites, sabotear nuestros planes y desviarnos del rumbo", aseguró la experta.El desorden ajeno puede alterar rutinas, generar conflictos y hacer que otros terminen por asumir responsabilidades que no les corresponden. Incluso, puede condicionar las emociones y decisiones de quienes se ven afectados por ese caos. "Su comportamiento transmite una sensación de urgencia, que pone en alerta máxima nuestro sistema límbico y bloquea nuestro buen juicio, lo que nos hace sentir que no tenemos otra opción", explicó.Según la especialista, este tipo de situaciones activa el sistema límbico del cerebro, que es responsable de procesar emociones como el miedo o la ira. En otras palabras, el cuerpo reacciona como si estuviera frente a una amenaza, lo que interfiere en la toma de decisiones racionales.Cómo responder al desorden ajeno sin perder el equilibrioUna idea clave en el análisis de Dreher es que muchas veces se refuerza el comportamiento desorganizado sin querer. Cuando alguien modifica sus planes para adaptarse al caos ajeno, valida ese patrón. Esto deja como resultado que la persona desprolija sigua actuando igual porque no encuentra resistencia real a su modo de operar.La psicóloga recomienda tomar una pausa en esos momentos de presión. Hacer una respiración profunda y preguntarse "¿qué necesito ahora?", puede ayudar a reconectar con las propias prioridades. La clave está en evitar caer en el ritmo de desorganización del otro y actuar desde una posición consciente."Al reconectar con tus sentimientos y la función cognitiva de tu cerebro, podrás reconocer tus propias prioridades y ver más opciones en lugar de rendirte al caos", concluyó.El impacto del entorno caótico en la salud mentalMás allá del comportamiento interpersonal, los espacios físicos desordenados también tienen un efecto directo sobre el bienestar psicológico. Numerosos estudios indican que el caos en el hogar o en el lugar de trabajo puede aumentar la sensación de ansiedad, disminuir la concentración y reducir la productividad.Un estudio de 2011 realizado con imágenes de resonancia magnética funcional mostró que los entornos despejados permiten un mejor rendimiento cognitivo. Las personas expuestas a menos estímulos visuales tienen más capacidad para centrarse en tareas concretas, tomar decisiones acertadas y procesar información de forma eficiente.La desorganización, más allá de ser una molestia cotidiana, puede ser un reflejo de estados emocionales, dinámicas psicológicas y entornos complejos. Comprender sus causas no solo permite una mejor convivencia, sino también prevenir sus efectos negativos en la salud mental.
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Soy una terapeuta que escribe sobre trucos domésticos para gente desordenada. Cuando publico videos sobre mi casa -un lugar en el que la ropa limpia se lanza sin doblar en cestos y un cubo de basura gigante con ruedas se desplaza por mi cocina-, la sección de comentarios estalla con advertencias de que soy una haragana. Sin embargo, mi bandeja de entrada privada es diferente. La gente me dice a menudo que mi aceptación del desorden está revolucionando sus vidas."¿Me estás diciendo que no soy una persona horrible y que no me estoy inventando excusas?"."Acabo de encontrarte y ya estoy llorando de alivio porque no soy la única.La infusión que limpia los riñones, combate las infecciones urinarias y elimina los cálculosEl mundo es duro con la gente desordenada. Lo entiendo. No hace mucho pensaba que el hogar de una mujer madura y de éxito era un refugio luminoso y aireado, a la manera de famosos diseñadores de interiores, con las camas hechas. Hogares donde todas las cosas están ordenadas en contenedores ingeniosamente etiquetados, y donde no hay pilas ni manchas.Mi casa nunca ha tenido ese aspecto. Durante años, sentí que no superaba la prueba de fuego estética para ser adulta y estar ordenada. Pero hace cuatro años acepté algo que me liberó y me proporcionó una alegría inesperada: soy desordenada.El desorden debería celebrarse. En cambio, es un problema que hay que resolver, un mal hábito que hay que rectificar, algo por lo que hay que disculparse profusamente cuando entra una visita. En el mejor de los casos, podrías perdonarte a ti mismo o bromear sobre tu defecto; tu defecto de carácter, en realidad, ya que nuestra cultura asocia el desorden con la pereza.Llevo años predicando mi evangelio de que ser desordenado no es un defecto moral. Pero quiero ir un paso más allá: el desorden puede ser algo bueno. Todas las comunidades deberían tener gente desordenada. Por mucho que lo intentemos, por mucho que sostengamos nuestros objetos para ver si desprenden alegría, no nos convertiremos en el armario de Marie Kondo, porque somos el escritorio de Albert Einstein.A pasos de la avenida Libertador: el pasaje porteño que es un paseo europeo con casas que cuestan millones de dólaresLas partes de mi cerebro que me permiten producir trajes renacentistas hechos a mano son las mismas responsables de un comedor rebosante de retazos de tela y material de costura. Es hora de que admitamos que lo que nos hace brillar no puede separarse de lo que nos hace dispersos.La ciencia está de acuerdo. Por ejemplo, quien padece TDAH suele ser desordenado porque el centro de funcionamiento ejecutivo de su cerebro -el área que controla la gestión del tiempo, el cambio de enfoque, la memoria y el establecimiento de prioridades- funciona de forma distinta a la de un cerebro típico. Este funcionamiento atípico también puede crear un mayor nivel de pensamiento divergente y creatividad, según algunas investigaciones.La "diosa de la glucosa" reveló en que orden hay que consumir los alimentos para evitar un pico de glucemiaLa afirmación a menudo repetida de que el desorden es perjudicial para la productividad y la creatividad también puede ser errónea. Un estudio de la Universidad de Minnesota puso a prueba el rendimiento creativo de los estudiantes que trabajaban en una oficina desordenada frente a los que lo hacían en una ordenada, pidiéndoles que imaginaran que trabajaban en una fábrica de pelotas de ping-pong y tenían que idear nuevos usos para las pelotitas. Los participantes de la sala desordenada no solo generaron el mismo número de ideas que los de la sala limpia, sino que sus ideas fueron calificadas como más creativas por jueces independientes.Sin duda, las personas desordenadas deben tener consideración con los demás y proporcionar un entorno seguro e higiénico. La buena noticia es que puedes crear una vida agradable y funcional como persona desordenada sin convertirte en alguien ordenado, utilizando métodos que trabajen con tu cerebro, no contra él.Algunas personas pueden guardar algo en lugar de simplemente dejarlo, sin mucho esfuerzo consciente. Yo no soy esa persona. Cuando guardo algo, desaparece de mi memoria como si no existiera. Pero el esfuerzo de guardar cada cosa que toco a lo largo del día me agota más que el propio desorden.Esto no significa que sea incapaz de hacer cambios o de esforzarme. Todo lo contrario. En lugar de centrarme en guardar siempre las cosas y mantener mi casa ordenada, me aseguro de que cada habitación de la casa tenga una papelera, una cesta de la ropa sucia y un cubo de "esto pertenece a otra habitación". Cuando un espacio se vuelve demasiado desordenado para disfrutarlo, en lugar de ignorarlo porque me parece abrumador, me tomo unos minutos para tirar las cosas a su cesto y seguir adelante. Renuncié a tener un armario de manualidades estéticamente agradable y en su lugar opté por estanterías rodantes con bandas abiertas. Facilitan el almacenamiento de materiales y mantienen la mesa del comedor utilizable incluso durante los proyectos artísticos en curso.Me centro en lo que funciona para mí, no en lo que importa para la opinión que los demás tengan de mí. En realidad, no me importa que los platos sucios lleven días en la cocina, solo que no haya restos de comida en ellos que huelan o atraigan plagas; no me importa que la ropa esté doblada, solo que pueda encontrar lo que necesito.Ninguno de estos métodos de limpieza es especialmente complejo o innovador. En cuanto dejé de emplear toda mi energía en intentar pasar de ser una persona desordenada a una ordenada, descubrí la creatividad que necesitaba para encontrar los sistemas de limpieza que funcionaban para mí. Aceptar mi desorden ha hecho que las tareas domésticas sean más fáciles, no más difíciles.* KC Davis es terapeuta en Texas y autora de "Cómo mantener la casa mientras se ahoga"