Una casa señorial de la década del '20, un arquitecto francés, una dama archifamosa de la élite porteña y el pueblo más chic del valle de Punilla. El cóctel no podía ser mejor. Algo de eso deben haber pensado Santiago y su hermana Guillermina Seisdedos, cuando decidieron lanzarse a la aventura: abrir aquí un hotel boutique, único en la zona.Toledo fue la mansión de veraneo de María Unzué de Alvear. Y, aunque muchos dicen que la dama apenas visitó la casa por considerarla demasiado sencilla, lo cierto es que hoy es una verdadera joyita. María provenía de una familia de ricos hacendados, vivía en un palacete de la actual calle Alvear y quizás Córdoba no le resultó tan atractiva.Toledo está ubicada en la zona de Cruz Chica, un paraje en las afueras de La Cumbre. Fue concebida en estilo pintoresquita, en este caso hispano-andaluz, por el arquitecto francés León Dourge, el mismo que diseñó el palacio Duhau en la ciudad de Buenos Aires.La silueta se reconoce desde la ruta de acceso. Techos de tejas musleras, ventanas en arco, rejas ornamentales, balcones en volado y una lindísima entrada con vidrio repartido de colores. Hoy, alberga el novedoso emprendimiento que abrió sus puertas a principios de 2025: el hotel boutique Casa Toledo.El edificio fue remodelado por dentro para adaptarlo a los tiempos que corren. Sin embargo, se conservaron las estructuras originales y los detalles que le dan carácter. La fachada permanece intacta, con ese aire distinguido y relajado que le quiso imprimir su creador, la misma atmósfera que hoy disfrutan los huéspedes.Dos hermanos, un hotel y el arte"Me enamoré de la casa y de La Cumbre", cuenta Santiago Seisdedos, artífice del proyecto Casa Toledo, al recordar cómo descubrió la propiedad. "Encontré mi propia cumbre -bromea-, es que yo hago montañismo", explica, jugando con el lenguaje.Seisdedos trabaja en turismo desde hace 25 años, pero este es su debut como hotelero. "Mi hermana y yo queríamos iniciar un proyecto con espíritu de pueblo. Es que nosotros venimos de un pueblo de mil habitantes (Facundo Quiroga en 9 de Julio), añade. A esta altura de la vida, eso nos sedujo". Trabajar con las comunidades locales, contribuir al desarrollo del destino y apuntar a la exigencia que implica el turismo de alta gama, resultó para los Seisdedos un desafío más que interesante. Así se pusieron manos a la obra.A Casa Toledo se accede por la puerta original, un hall con piso de mosaico y mayólicas antiguas, que es de los primeros tiempos. Un preludio breve para viajar al pasado en un instante.Una vez dentro, algo cambia. El estilo contemporáneo de la ambientación se funde con los techos de doble altura en bovedilla, con las aberturas originales, los pisos de madera y algunos sectores con mosaicos calcáreos, esos que ya no se consiguen y nos hablan de épocas lejanas.Los cuartos, que son 13, se reparten en las dos plantas. Distribuidos en cuatro categorías, tienen detalles de tecnología como la automatización de las cortinas, el cerramiento digitalizado de las puertas y el modernísimo manejo de la calefacción. Cuentan con buenas dimensiones y los de planta superior tienen balcón propio que da al gran parque y más allá a las sierras. La master suite se destaca por un doble balcón y jacuzzi exterior para disfrutar en verano.Casa Toledo es un art hotel, una característica que permite disfrutar de la obra de múltiples creadores cordobeses, especialmente cumbreños. Las colecciones se renuevan por temporadas y pueden verse en las paredes de la habitaciones y en diferentes sectores del edificio. De este modo el hotel funciona como una gran galería con obra cuidadosamente curada. El límite entre el hotel y el espacio de exposición se va desdibujando.La muestra actual Encuentros naturales reúne las propuestas de Mariela Galliussi, Guillermo Daghero, Lucia Barchi, Pilar Maharbiz y Martín Kovensky, artistas que abordan la relación entre el cuerpo y el paisaje. Según apuntan los curadores, "las obras buscan explorar las resonancias, tensiones y correspondencias que emergen de este encuentro a través de la cerámica, la pintura, el collage y la fotografía."Alma, cocina imperdibleDesde el ventanal de Alma (el restaurante) se puede ver la piscina climatizada. Aparece al final de un terreno aterrazado y es el sitio ideal para los días de calor. Las tumbonas dispuestas para desperezarse al sol y el jardín que mantiene el espíritu serrano sin perder el color con los canteros recién florecidos completan la postal.Es la hora del almuerzo y el chef Alejandro Castro se luce con los platos de entrada: repollitos de Bruselas asados con un queso raclette, pickles, cebolla morada y unas mollejas con pure de limón. A la hora de los principales, llega el bife de chorizo con salsa harissa y una trucha a la plancha acompañada con un guisadito de porotos con puerros y tomates secos.El cremoso de chocolate nos deja los paladares maravillados y se deshace en la boca con cristales de sal, pistacho y trocitos diminutitos de zapallo en almíbar.La carta apunta a los platos elaborados con producción local y de estación. Son alternativas que demandan procesos más largos y dan como resultado platos complejos y atractivos a los sentidos. Todos son resultado de la imaginación de Alejandro quien, antes de dedicarse a la cocina, se recibió de perito criminalista. Y sí, algo de ese interés por la investigación se nota en la propuesta.En la cava sorprenden las etiquetas nacionales con un espacio especial para las cordobesas. Además hay algunos vinos españoles y franceses curados por la sommelière Micaela Gata Ferrero.El hotel sólo recibe adultos. Aquí la idea es disfrutar el complejo, pero también sumarse a las experiencias diseñadas para el huésped : catas de vinos, cabalgatas, picnics, masajes, clases de yoga. Muy pronto comenzarán las obras del spa que otorgará un plus a la estadía. En un tiempo más, se iniciará la segunda parte del proyecto que consiste en convertir a Granada, una residencia lindera también diseñada por León Dourge, en un destino para familias Un arquitecto francésLeón Dourge, el hacedor de Toledo, fue un arquitecto francés formado en la École des Beaux-Arts de París. Llegó a La Cumbre para construir una serie de villas serranas, casi todas a pedido de personajes de la élite argentina. Las casas, concebidas para el ocio y el placer, permanecen todas en pie. El Paraíso (casa museo, residencia de Manuel Mujica Laínez ), Sevilla (hoy Hostal Alcázar de Sevilla), la casa Naso Prado (hoy hotel Fonda de Cruz Chica), Toledo (hoy Casa Toledo), Granada y La Gitanilla. Todas invitan a un interesante recorrido arquitectónico.Con algunas variantes, básicamente presupuestarias, las residencias se corresponden con una mirada pintoresquista. Dourge asoció el paisaje cordobés con la geografía del sur de España. De ahí el uso de la arquitectura árabe-andaluza para sus proyectos en esta tierra.Para tener una idea de los ocupantes originales de estas casas, basta recordar que en Sevilla vivió Renée Oster, casada con el príncipe francés Charles de La Tour D'Auvergne Lauraguais.A su vez, María Unzué de Alvear, quien mandó construir Toledo, estaba casada con Ángel Torcuato de Alvear, hermano de Marcelo T., presidente argentino. Fue una mujer de fortuna y una gran benefactora. A lo largo del tiempo fue nombrada por el Vaticano Marquesa Pontificia, título que conservó toda la vida.La Cumbre fue durante las primeras décadas del siglo XX el destino de verano elegido por las familias adineradas de la élite nacional. Llegaban con su séquito de empleados y permanecían en este idílico mundo serrano durante los meses de calor. Toledo es uno de los tantos recuerdos de aquellos años.Datos útilesCASA TOLEDOBartolomé Jaime 1090. T: (3548) 52-3392. IG @casatoledohotelAquí las estadías se ofrecen como experiencias con temáticas, tailor made, pensadas para diferentes tipos de viajeros. La estadía exprés de 2 noches con media pensión es la más breve. Luego hay propuestas de 3 noches enfocadas a diferentes temáticas: Arte culinario y Vino, Aventura, Cabalgata, Wellness, Arte y Cultura y Golf. Cada uno de estos programas fue diseñado para el huésped con actividades organizadas que permiten dejarse llevar por la mano de especialistas y disfrutar sin complicaciones.
Donde alguna vez se oyó el bullicio de seis chicos, las conversaciones en tono bajo de un abogado austero y la risa discreta de una familia reunida, hoy se erige un hotel que honra la memoria sin congelarla. En el corazón de Chascomús, la antigua casa del expresidente Raúl Alfonsín fue reconvertida en Casa Laurel, un hotel boutique que combina diseño contemporáneo, arte local y un tributo respetuoso a quien supo habitarla.El niño Raúl tenía por costumbre mojarse el cabello antes de salir al colegio. Su madre insistía en que esa era la forma correcta de presentarse al mundo, aun cuando la mañana chascomunense amenazaba con niebla. Al pasar frente al almacén del señor Irazábal, se detenía a saludar. Siempre a todos. Siempre con ese tono de niño que, con el tiempo, conservaría aún de adulto: cordial, algo tímido, tan distinto del aire grandilocuente que suele rodear a los políticos.Emprendedores: son argentinos y desembolsarán US$20 millones en Chapadmalal en un proyecto con mar y viñedosEn aquella casa de la calle Lavalle, una estructura austera de principios del siglo XX, sin pretensiones, con paredes anchas y galería fresca, transcurrió una parte sustancial de su vida. Allí no solo compartió las rutinas familiares junto a María Lorenza Barreneche, su esposa, y sus seis hijos, sino que también instaló su estudio jurídico. Desde esas ventanas blancas, cubiertas por celosías de madera, se divisaba un trozo del alma de Chascomús. Fue en esas salas donde se escucharon los ecos de visitas emblemáticas: Arturo Illia, Ricardo Balbín, compañeros radicales que cruzaban la llanura bonaerense para conversar, debatir, fundar un país mejor.Esa casa, desde 1957 hasta 1976, fue el escenario doméstico del hombre que más tarde sería llamado "el padre de la democracia". Pero, más que un monumento político, fue un hogar: allí se celebraron cumpleaños, se despidieron adolescencias, se planificaron campañas y se colgaron dibujos en la heladera. También se la solía prestar para casamientos o eventos especiales porque no todas las propiedades tenían espacio suficiente.Memoria viva en clave de diseñoDécadas después, en plena pandemia, Gastón Sessa y María Eugenia Muñoz encontraron por azar una publicación en redes sociales que anunciaba la venta del inmueble. "Ni lo dudamos â??dice Sessaâ??, sentimos que el lugar nos eligió a nosotros para reescribir su historia sin negarla". Así nació Casa Laurel.El desafío fue grande: restaurar una vivienda centenaria sin petrificarla. El proyecto no pretendía convertir la propiedad en museo, sino dotarla de una nueva vitalidad. "Quisimos que cada visitante sintiera que llegaba a su propia casa, con el encanto de los detalles únicos y la elegancia del presente", cuenta Muñoz. El sitio tenía, ya de por sí, alma. La tarea fue escucharla.El espacio es hoy un hotel boutique con 13 habitaciones en suite, una de ellas llamada "Presidente", que ocupa el espacio donde dormía Alfonsín. No hay bustos ni retratos solemnes: la memoria del expresidente está presente en los gestos, en los espacios recuperados, en el respeto que transmite la arquitectura. Los materiales nobles, la recuperación de carpinterías originales y la armonía entre lo antiguo y lo nuevo dan la pauta de que aquí nada fue improvisado.En cada rincón habita el arte. Desde el inicio, artistas plásticos como Ricardo Calderón, Martín Enricci, Wanda Matulionis, Caro Etchepare, Sebastián Semino y Jessica Trosman aportaron obras que dialogan con la esencia del lugar. "No queríamos decoración, queríamos alma", sintetiza Muñoz.Cuánto cuesta construir una casa "barata" de 73 a 81 metros cuadrados hoyLa restauración arquitectónica fue un acto de escucha. Se conservaron los patios, las galerías, los pisos originales. Se incorporaron tecnologías de última generación, pero sin que se notaran. La luz natural baña los ambientes y resalta la paleta de colores elegida: tonos tierra, ocres, verdes suaves que remiten al entorno pampeano. El resultado es una experiencia que no solo hospeda: abraza.El proyecto no se queda en lo arquitectónico, sino que se transforma en una experiencia decorativa que lleva a la vida real las puestas de Tienda Laurel, el espacio de diseño que pertenece a los mismos dueños. Cada cuarto ha sido concebido como un montaje que permite vivir el estilo sin necesidad de imaginarlo.Un viaje al corazón de la ciudadCasa Laurel no vive de la nostalgia. Tiene vida propia, empujada por su propuesta integral de hospitalidad. Uno puede ir solo por el placer de desayunar mirando el patio interior o dejarse tentar por una cena en el restó, el espacio gastronómico a cargo del chef Juan Augusto García, que reinventa la cocina local con guiños contemporáneos. "La cocina es el corazón de la casa, y queríamos que eso se notara", dice García. Su carta apuesta por ingredientes de cercanía, con platos como roll de pejerrey sobre risotto verde, pastas caseras con frutos de mar o un lomo a la pimienta con papines que rinde homenaje a las mesas familiares del interior. Hay postres cuidados y un té vespertino que convoca a propios y ajenos, acompañado por las delicadas creaciones de Maruge Chocolates.El restaurante está abierto todo el día con una zona exclusiva para huéspedes. El resto del espacio funciona con reservas. La intención es clara: cuidar la experiencia sin perder la apertura. Y eso también se nota en la forma en que los dueños recorren, saludan, se detienen a contar la historia de un cuadro o a sugerir un vino. Todo sucede sin estridencias.El perfil del visitante es variado: desde turistas curiosos por la figura de Alfonsín hasta parejas que buscan una escapada tranquila desde La Plata o Buenos Aires, hasta formación y retiros. "La casa se adapta, como siempre lo hizo", dice Sessa.El entorno ayuda. Chascomús es un pueblo que aún conserva el ritmo de la siesta y el murmullo de los adoquines. La laguna cercana, la Catedral, la Casa de Casco, la Capilla de los Negros, el Teatro Brazzola y el Museo Pampeano componen un circuito que no necesita filtros de Instagram. Todo está ahí, a escala humana. Esta propiedad se integra a ese paisaje como una pieza más de un rompecabezas que honra el tiempo sin anclarse en él. Como un refugio donde lo íntimo se vuelve universal.Hay hoteles que se visitan, y hay otros que se viven. Esta reinvención es de estos últimos. Es imposible caminar por sus pasillos sin imaginar a Alfonsín preparando un café para sus amigos del comité, o a una de sus hijas entrando del colegio, con los zapatos embarrados. Hay algo sutil que sobrevive en la atmósfera, un respeto delicado por la historia sin caer en el gesto conmemorativo. Es, ante todo, una casa viva.Para Gastón y María Eugenia, la tarea fue siempre más grande que un emprendimiento comercial. "Queríamos regalarle a Chascomús un espacio que conservara lo que fuimos y lo proyectara hacia lo que podemos ser", dice ella. Lo lograron. En una ciudad donde la palabra "democracia" tiene calle propia, esta casa convertida en hotel boutique se transforma también en un pequeño acto de memoria activa.Venden departamentos y lotes que se pueden pagar hasta en 30 años sin crédito hipotecarioY así, cada huésped se convierte, sin saberlo, en parte de esa continuidad. De esas paredes que siguen escuchando, de esas ventanas que alguna vez vieron jugar a seis chicos y ahora contemplan a una pareja de huéspedes leyendo junto al fuego.En el patio trasero, la glicina que crece desde hace décadas sigue trepando como si nada hubiera cambiado. Cuando cae la tarde en Chascomús, cuando la ciudad empieza a silenciarse en tonos de durazno, hay algo en Casa Laurel que se enciende suave. Como un eco. Como una promesa. Como si, en algún rincón de la casa, Raúl aún murmurara bajito: el país que soñamos empieza siempre por casa.
Los lectores de esta columna deberán disculpar que se incluyan palabras soeces, que al autor no le gustan y que tampoco las pronuncia nunca. Sin embargo, su inserción es necesaria para que sepamos dónde estamos y hacia dónde vamos. Uno de los momentos más escandalosos de la semana ocurrió el miércoles pasado, en la Cámara de Diputados, cuando casi se agarraron de los pelos diputadas libertarias y kirchneristas en una sesión autoconvocada por la oposición para tratar cuestiones que le desagradaban al mileísmo. Entre los temas de ese día, figuraban la baja de las retenciones al agro y la reescritura de la ley que reglamenta el artículo de la Constitución sobre la facultad presidencial de firmar solo con sus ministros decretos de necesidad y urgencia que tienen fuerza de ley. Las leyes necesitan, en cambio, la aprobación del Congreso. Todavía se discute si fue el kirchnerismo o el mileísmo (o los dos) la facción política que dejó a la Cámara sin quorum, pero lo cierto es que no se trataron dos temas que Cristina Kirchner rechaza en homenaje a su propia historia. La célebre guerra con el campo en 2008 fue porque le subió las retenciones a la soja y también ella es autora, cuando era senadora nacional y su marido era el presidente, de la arbitraria ley que reglamenta los decretos de necesidad y urgencia. Esa ley le da más poder al presidente de la Nación que el que los constituyentes imaginaron durante la reforma de 1994, cuando los DNU se incorporaron formalmente a la Constitución. Cristina puede hacer muchas cosas, menos aceptar que no tuvo razón. Antes de que la sesión saltara por los aires, las diputadas kirchneristas Florencia Carignano y Paula Penacca se trenzaron en una pelea, que casi termina con las manos incluidas, con la diputada mileísta Juliana Santillán. "Loca" y "gato" la llamó Carignano a Santillán en plena reunión de una de las dos cámaras del Poder Legislativo. Carignano le dio a "gato" no la acepción real de una mascota doméstica, sino el sentido con el que popularmente se llama a las personas que cobran por ofrecer sexo. En ese mismo discurso, Carignano lo calificó de "dopado" al diputado Gerardo Milman, muy cercano a Patricia Bullrich. Poco antes, en esa misma sesión legislativa, la diputada Cecilia Moreau había llamado al diputado José Luis Espert "cagón" y "psicópata", y acusó al mileísmo de "meterse la Constitución en el culo". La insinuación o la metáfora no son su fuerte.Mucho antes, los diputados Oscar Zago y Lisandro Almirón se habían agarrado literalmente a las trompadas en otra sesión de la Cámara de Diputados, aunque en una reunión posterior del cuerpo Almirón pidió perdón y le ofreció a Zago "un piquito" (que se lo dio) para consumar la reconciliación. Ni siquiera una sátira de los métodos parlamentarios hubiera llegado a tal grado de violencia y humorismo al mismo tiempo. La diputada libertaria, aunque no fanática del mileísmo, Marcela Pagano, que ya había dicho que su colega Lilia Lemoine es una "discapacitada mental" y que por eso la usa el oficialismo, calificó de "fascista" a Espert. Entre tanta mugre verbal, la demoledora calificación de Pagano a Espert pareció pertenecer a un miembro de Westminster, la sede del Parlamento británico. Lemoine, que no encontró todavía los necesarios límites verbales, había dicho antes que la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, es una "garrapata" y una "sanguijuela". El propio Espert desbarrancó de mala manera cuando en una conferencia en la Universidad Católica Argentina (UCA) manifestó que él tuvo razón cuando dijo que Florencia Kirchner "era hija de una gran puta". Justo en una universidad pontificia, reconocida como tal por el Vaticano. Pero ninguna hija merece que le digan eso porque su madre es una dirigente política, por más polémica que esta sea. La sutileza y la oportunidad no son virtudes de Espert. Mucho antes, Leopoldo Moreau, padre de Cecilia, le enrostró el epíteto de "mercenaria" a la ministra de Seguridad, Bullrich. En otra sesión de Diputados, Pagano y Lemoine se trenzaron en una pelea a los gritos que la diputada libertaria Rocío Bonacci resolvió tirándoles a las dos un vaso de agua. El ejemplo viene de arriba. El presidente de la Cámara, Martín Menem, les dijo a los diputados libertarios, según un audio que se filtró, "los quiero a todos puteándome. Nada pacífico" para abortar una sesión difícil para el oficialismo. Aunque luego intentó atribuirle esa grabación de sus palabras a una manipulación con inteligencia artificial, diputados opositores aseguran haber confirmado que el vástago más importante de la familia Menem dijo eso, en efecto. El caso más ilustrativo de que el ejemplo se propaga es el que dio un militante kirchnerista, que participaba de la multitudinaria marcha en la Plaza de Mayo en apoyo de Cristina Kirchner cuando esta comenzó a cumplir la prisión en su casa. Se llama Joel Miguel Pessi y dijo en declaraciones públicas: "Lo vamos a matar a ese hijo de mil puta", en alusión al Presidente. Pessi fue encarcelado en el acto y llevado ante la Justicia.El mal gusto deriva de la acción personal y del contexto familiar, no de circunstancias políticas pasajerasLos kirchneristas aprendieron a insultar de la peor manera durante los gobiernos de sus líderes, los dos Kirchner, y los mileístas se mimetizaron con su jefe político, Javier Milei. Pero -nada debe ocultarse- ningún jefe del Estado llegó tan lejos en los insultos y los agravios, y en el uso de las palabras groseras y chabacanas, como el actual presidente. Milei calificó a políticos opositores, a economistas y a periodistas como "mentiroso", "econochanta", "mandriles", "tipo de mierda", "sorete", "basura", "rata" y "ratas", "esbirro", "puta", "mierda", "pautero", "ensobrado" y "extorsionador". Según el sitio Chequeado, Milei había proferido, hasta febrero de este año, más de mil agravios a políticos, periodistas y economistas en apenas 14 meses de gestión presidencial. La novedad de un presidente mal educado llegó al extremo de convertir en un fenómeno político el ranking de los llamados mandriles que hace el columnista de humor de Clarín Alejandro Borensztein, ranking que le atribuye a una inexistente Asociación de Mandriles Argentinos. El problema de Milei es que todos sus opositores, sobre todo políticos y economistas, quieren estar en esa lista y aspiran a estar entre los primeros lugares. Algo extraño sucede cuando las ofensas de un presidente de la Nación no hieren a nadie y se transforman, al revés, en una especie de jocosa distinción para sus opositores. El Presidente le dedicó al propio Borensztein algunos de sus improperios, aunque no lo llama por su nombre: "el hijo de Tato Bores", le dice. Es la única referencia de Milei, cuando destrata a la gente, en la que tiene razón: el columnista es hijo del memorable Tato.Si los insultos de Milei se convirtieron en una socarrona jarana para sus críticos y opositores, algunas expresiones de Cristina Kirchner provocan indignación por el grado de hipocresía que exhiben. En un tuit posterior a la visita que le hizo el presidente Lula da Silva, la expresidenta se escandalizó por las "cotidianas violaciones a la libertad de prensa" y respaldó tal denuncia en una declaración de la ONG Reporteros Sin Fronteras. Ningún presidente, como Milei, agravió tanto verbalmente al periodismo, pero ninguno llegó tan lejos en los actos concretos contra el periodismo como Cristina Kirchner. Ella denunció penalmente, y pidió la prisión preventiva, del entonces director de LA NACION, Bartolomé Mitre, ya fallecido, y del director general del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, por un supuesto delito de lesa humanidad que nunca cometieron, como luego lo estableció fielmente la Justicia argentina. Tanto Néstor como Cristina Kirchner hacían algo peor que insultar: les endilgaban a los periodistas y medios periodísticos críticos una historia que no era la de ellos y usaban los derechos humanos para hacer política contra la prensa. Los derechos humanos como arma arrojadiza de la política es una expresión cabal de desprecio hacia los derechos humanos. Elisa Carrió suele decir, ya en alusión a Milei, que las palabras son actos, porque el pensamiento es un acto. Esto es: cuando Milei agrede con la palabra, ya está ejerciendo una violencia real. De todos modos, la filósofa Hannah Arendt reflexionó sobre el discurso violento de esta manera: "Cuando el odio se convierte en la norma del discurso público, la violencia se convierte en su consecuencia inevitable". Cuidado: el futuro puede estar cerca.Tales espectáculos de violencia explícita o implícita sucedieron, en parte al menos, en una semana que vio subir el precio del dólar a pesar de una fuerte liquidación de los exportadores, más que nada de los agropecuarios. La suba ocurrió después de que el ministro de Economía, Luis Caputo, desafiara públicamente a sus críticos: "Si decís que el dólar está barato, compralo, campeón", chicaneó a los que afirman que el precio de la moneda norteamericana está atrasado. La respuesta del mercado consistió en que muchos salieron a comprar dólares. Caputo el tío, al que se le reconoce su esfuerzo para estabilizar la economía, es un caso infrecuente de mutación de la personalidad. Se extraña, en efecto, al hombre extremadamente tímido -y extremadamente correcto- que era cuando trabajaba como alto ejecutivo de grandes bancos internacionales, como J. P. Morgan o Deutsche Bank. Esa manera de ser fue suya, incluso, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando fue secretario y ministro de Finanzas y, por último, presidente del Banco Central. Muchos funcionarios parecen admirar al Presidente por su estilo maledicente y agresivo. Ese es el riesgo de muchos jefes políticos: sus subalternos los copian y terminan en algunos casos siendo copias peores que el original. Los dirigentes políticos tienen la respuesta muy cerca cuando se preguntan por qué no fue a votar casi el 47 por ciento del electorado en la Capital y el 48 por ciento en Santa Fe. Es culpa de ellos. Así las cosas, las formas se confunden con el fondo y el sistema político constitucional deja de ser lo que es. Además, la dirigencia pierde el tiempo, como los argentinos no se cansaron de perderlo durante demasiado tiempo. Fue la semana también en la que se conoció la decisión de la jueza del Distrito Sur de Nueva York, Loretta Preska, que decidió que el gobierno argentino debe entregar el 51 por ciento de las acciones de YPF por la pésima estatización de la petrolera hecha por el gobierno de Cristina Kirchner. La historia debe recordarse en su amplitud: el 15 de abril de 2012, la entonces presidenta de la Nación expropió lo que era la mayor empresa privada del país por un simple decreto de necesidad y urgencia. Cualquier empresa privada quedó entonces a tiro de un decreto; fue una clara violación de la Constitución, que protege la propiedad privada y que exige que una expropiación sea previamente aprobada por una ley del Congreso. El antecedente es tan grave que explica por qué la sola posibilidad de que el kirchnerismo vuelva al poder desalienta a eventuales inversores. También por qué el riesgo país no puede bajar de cerca de los 700 puntos básicos. Milei y los escándalos de violencia política, a los que él mismo aporta verbalmente, tampoco contribuyen a activar la confianza en el destino del país. Según varias encuestas, una mayoría de la sociedad está en desacuerdo con cómo el Presidente maltrata a sus opositores y críticos; más argentinos aun cuestionan el permanente atropello presidencial al periodismo. A una minoría de muy jóvenes, casi adolescentes, les gusta ese estilo desagradable de Milei. Poca gente. Aunque el mandatario sigue cosechando un 50 por ciento de adhesión social, debería preguntarse qué sucedería si las cosas cambiaran. Siempre cambian.El argumento de los funcionarios más moderados del Gobierno es que toda la violencia que se ve y se toca es producto de la cercanía electoral, y que eso sucede siempre que la nación política se encamina hacia cruciales elecciones. "No somos la Madre Teresa frente al odio del neoliberalismo. Y nunca lo seremos", se justifican a su vez los seguidores de Cristina Kirchner, quienes refieren también que dentro de poco tendrán que competir en elecciones nacionales. Todavía faltan más de tres meses para esas elecciones, que se harán el domingo 26 de octubre. Es demasiado tiempo para tolerar tanta vulgaridad. Tampoco sirve el argumento de que "son así" y de que nada los puede corregir a todos ellos, incluido el Presidente. Nadie nace guarango. No son las vísperas de nada las que provocan esa insoportable cantidad de grosería; el mal gusto es el resultado de la formación personal y del contexto familiar, no de próximas y pasajeras circunstancias políticas.
La relación entre el cofundador de The Beach Boys y Melinda Ledbetter superó el control del Dr. Eugene Landy
Fruto de la unión de dos talentos, el madrileño Víctor Camargo en cocina y el argentino Diego Cabrera en coctelería, este mítico local es ahora epicentro de lo que llaman la "nueva cocina de taberna madrileña"
Carmen Fúnez critica la corrupción en el Gobierno, el papel del Fiscal General y la situación judicial, subrayando el impacto en la economía y la necesidad de una oposición firme en España
En lugar de turistas y bañistas, el área está ocupada por equipos de la Agencia de Protección Ambiental, quienes trabajan con trajes de materiales peligrosos para clasificar residuos tóxicos
La producción buscaría transmitir a las pantallas las polémicas, el éxito empresarial y hasta la estancia en la cárcel de la influenciadora bogotana Daneidy Barrera Rojas
Durante un robo en curso en un atractivo club de Chicago, un matón desalmado mata a un cliente y enseguida comienza a tomar rehenes. Al llegar al lugar, el teniente Mike Torello acepta facilitarle un auto para su escape y así inicia una persecución por las calles de la ciudad; en ese momento, uno de los rehenes es lanzado a través de la ventana trasera, destrozada por las balas, para colgarse del auto a toda velocidad. La escena culmina cuando Torello atrapa a su presa en un tranquilo barrio residencial y le dispara en la cabeza al asesino, mientras dos niños en pijama observan en silencio desde una ventana cercana. Y aún no han llegado los créditos iniciales.Dirigido por Abel Ferrara, Historia del Crimen (Crime Story), irrumpió en la pantalla de NBC el 18 de septiembre de 1986 y aquel primer piloto de dos horas de duración fue visto por más de 30 millones de espectadores. La presentación incluso fue proyectada en salas de cine seleccionadas porque, según aseguraba su productor ejecutivo, Michael Mann, tenía la apariencia de una película. El concepto había surgido de un guion de Gustave Reininger, un exbanquero de inversiones de Wall Street, y Chuck Adamson, un oficial de policía de Chicago que anteriormente ya había trabajado como consultor técnico de Mann."La idea no era hacer una serie sino una película de treinta horas que no tuviera nada que ver con la habitual idea del bien y del mal que tienen los escritores de Hollywood. La idea era mostrar y filmar 'la cosa verdadera'", explicó alguna vez el creador de esta joya del policial negro, que tuvo un total de 43 episodios a lo largo de dos temporadas, entre 1986 y 1988. Hacia fines del gobierno de Raúl Alfonsín, esta ficción desembarcó en el país como Historia del crimen, por la pantalla del viejo Canal 13.Fue uno de los primeros dramas serializados en horario de máxima audiencia que abandonó el formato procedimental y contó una historia que duró toda la temporada. Era extensa y novelesca de una manera que ningún programa de televisión lo había sido antes, y cada episodio requería el conocimiento de episodios anteriores.Años después, en el libro The Best of Crime & Detective TV (The Critics' Choice), Max Allan Collins la ubicó dentro de las 10 mejores series policiales de todos los tiempos, y la revista Times la calificó como la mejor serie policial de los años '80.Mann también era el creador y productor ejecutivo de División Miami y le gustaba decir que en realidad aquella serie con Don Johnson había sido apenas el modo de financiar las dos temporadas de Historia del crimen, su flamante criatura.Protagonizada por Dennis Farina en la piel del detective Torello -quien de hecho, también había policía de Chicago durante 18 años, desde 1967 hasta 1985-, y Anthony Denison en el papel de Ray Luca, la formidable serie también contó con la actuación destacada de John Santucci como Pauli Taglia, el hombre de confianza de Luca. Así, la participación de auténticos expolicías y criminales le dio mayor verosimilitud a cada uno de los personajes.Fue exactamente su experiencia en la vida real lo que hizo de Farina una elección natural para Historia del crimen: sus ojos expresaban cierto tipo de agotamiento, el hastío de un detective real y experimentado. En la pantalla, era un tipo que solo hacía su trabajo.Esta noche, en Historia del crimen...Una de las escenas de apertura presenta una cascada de chispas de soplete de acetileno en primer plano, derramándose sobre una caja fuerte, como para hipnotizar al público desde el minuto cero. Luego, una voz masculina retumbante resume minuciosamente el episodio de la semana anterior antes de anunciar "Esta noche, en Historia del crimen". Cada episodio termina de la misma manera: una imagen congelada, marcada con las palabras "Continuaráâ?¦" en rojo.La trama transcurre el año 1963. El durísimo teniente Mike Torello es el jefe de la Unidad de Delitos Graves del Departamento de Policía de Chicago. De rostro inexpresivo, cuando Torello no protege a sus hombres maltrata a su esposa. El expediente que está sobre su escritorio es el de Ray Luca, un advenedizo en el formidable submundo criminal de la ciudad.Luca es una figura menor en el crimen organizado de Chicago, pero Torello se da cuenta de su plan para hacerse un nombre: quiere monopolizar la industria ilegal de las apuestas deportivas y planea ubicar la sede de esta red nacional en Las Vegas. Entre Torello y Luca también hay un tercero en discordia: el abogado David Abrams, hijo de mafioso, que hace equilibrio entre un bando y otro.Hay que decirlo: pocas series tuvieron un índice de mortalidad tan alto. Incluso, recibió una multa de 55 mil dólares por la American Federation of Police por "retratar a los oficiales de la ley como asesinos con placa".Más allá de su rivalidad, Torello y Luca han desarrollado una especie de admiración mutua. Ambos son hombres heridos que anteponen el trabajo a todo lo demás; deambulan por las mismas calles solitarias por la noche. Los neones, las superficies brillantes de los automóviles y las avenidas resbaladizas por la lluvia son lo más resplandecientes posible. Y, de a poco, la persecución de Luca por parte de Torello se convierte en una obsesión personal."La mitad de las veces no sabés de qué lado está la ley. Así es la justicia en esta ciudad", admitirá uno de los personajes en alguno de los pasajes. Historia del crimen transcurre sobre la delgada línea que separa a los policías de los criminales, y da cuenta de ese límite difuso que a veces existe entre infringir la ley y hacerla cumplir.Así las cosas, Torello es rudo y despiadado, sin inhibiciones de ningún tipo, decencia o legalidad en su cacería implacable. La historia está marcada por sus idas y vueltas, las persecuciones y las ejecuciones a quemarropa; los conflictos matrimoniales y amorosos de sus protagonistas; las amistades poderosas y las fugas de último momento.Además de Dennis Farina y Anthony Denison, la serie está protagonizada por John Santucci, Stephen Lang, Bill Smitrovich, Bill Campbell, Paul Butler, Steve Ryan, Pam Grier, Jon Polito y fue una plataforma de lanzamiento para nuevos talentos en auge como David Caruso, Julia Roberts, Ving Rhames y Christian Slater. Incluso el cantante Paul Anka aparece en el capítulo 20 de la primera temporada y hasta Miles Davis hizo un cameo haciendo de él mismo.Otro elemento clave del envío fue el tema musical de su presentación, una nueva versión de "Runaway" interpretada por Del Shannon, uno de esos crooners estadounidenses de la segunda mitad de los 50 y comienzos de los 60 que luego de alcanzar el éxito cayeron en desgracia. El hit, autoría del propio Del Shannon y Max Crook que llegó al Billboard Hot 100 el 24 de abril de 1961, fue modificado y regrabado en su nueva versión para la serie.En su versión original, su letra abordaba la historia de un hombre cuya amante se había escapado; a pedido de Michael Mann, Del Shannon modificó la letra de modo tal que la canción ya no se refería a dos amantes, sino a dos detectives.El duelo que entablaban el detective Mike Torello y el gánster Ray Luca destilaba odio y admiración mutua en dosis similares, y alcanzó su clímax en los episodios finales de sus dos temporadas. En la primera, una explosión atómica cae, literalmente, sobre Luca y su amigo Paul Taglia en pleno desierto de Nevada. Ya en la segunda temporada, el teniente Mike Torello es desplazado a Las Vegas, en una nueva unidad anticrímenes, ignorando la suerte de Ray Luca. Sin embargo, el gánster regresa de la muerte algo demacrado, pero con su capacidad delictiva y ambición de poder intactas. Para el final, Mann sube a los dos protagonistas junto a Taglia a un avión que vuela sobre el mar Caribe, cuando de repente desenfundan pistolas y efectúan disparos que matan al piloto y caen a pique hacia el océano. Nunca más se supo de ellos.