Ambas, figuras clave del arte moderno, serán el eje de una charla.Participarán la curadora Patricia Molins y el especialista Sergio Baur.El evento es gratuito, con inscripción previa, y se realizará en la Embajada de España.
Cristina Banegas y Andrea Bonelli encarnan con potencia la voz poética y narrativa en dos obras que actualizan a Francisco de Quevedo y Jorge Luis Borges. La escena, como espacio de resonancia, les devuelve a ambos autores una vigencia inesperada
"Mi apellido es Kodama, aunque no lo creas, yo soy japo", así se presentaba Martín Kodama ante clientes incrédulos que lo miraban atender en un restaurante japonés, intentando adivinar algún rasgo asiático en él. No pasaba demasiado hasta que llegara la inevitable pregunta. "¿Sos algo de María Kodama?". "Sí, es mi tía", respondía Martín, quien se convirtió en una de las personas más buscadas en marzo de 2023 cuando falleció la escritora y traductora, a los 86 años. Entonces se supo que la heredera de Jorge Luis Borges tenía a su vez cinco sobrinos herederos. Y Martín era uno de ellos.-¿Cuál era tu parentesco con María Kodama?-María era nuestra tía. Le digo María porque siempre la llamamos así... Ella era la hermana de mi papá, Jorge Kodama. Papá, como ella, nació en Argentina. Falleció en el 2017, el 17, la desgracia... Mi viejo viejo trabajó en la AFIP, no era contador, pero casi. Mi mamá, María Luisa Massini, es argentina. Nos criamos en Capital Federal. Típica familia de clase media, con el colegio a la vuelta de casa. Nunca fui el mejor alumno, para eso estaba mi hermana Victoria, que es abogada, que fue abanderada todo el tiempo... Encima, como iba un grado después que yo, todos le decían "no serás como Martín, ¿no?". Lo mí no eran los libros, era demostrarles después. Mis hermanos y yo nacimos y crecimos cerca de la casa de María, en la calle Juncal.-¿Les preguntaban por su relación con Jorge Luis Borges?-En el colegio, todos. Cuando murió Borges, en 1986, fue cuando más querían saber. En aquel entonces era como decir "Maradona", todos sabían quién era María Kodama, ahora ya no tanto... Pero tampoco es que vas, te parás y decís "Es mi tía". Y tampoco es que leí Borges especialmente, cuando murió yo tenía unos ocho, nueve años. Hoy tengo 47. Sí, siempre parecí menos. Ahora está bueno, pero cuando era chico no. Pensá que cuando tenía 18 años, decían que tenía 13. Nací en Capital Federal, soy el segundo de cinco hermanos. Mariana es la más grande, vengo yo, después Vicky, Matías y Belén, que es la más chica.-María Kodama era una estudiosa constante, ¿seguiste su camino?-Sí, estudié, soy fotógrafo. Trabajé como fotógrafo para varios lugares, para el Gobierno de la Ciudad, para los shoppings, para Coto. En casa, para ellos que yo haya estudiado fotografía era un montón. Yo iba a clases de teatro, me tiraba más el arte. Por entonces tenía el pelo largo hasta la cintura. Mi viejo odiaba eso y los tatuajes. Imaginate, en Japón no gustan los tatuajes. Nunca me quiso enseñar cuál era el emblema familia para evitar que yo me lo tatuara.-¿Qué recordás de tu abuelo?-Mi abuelo, Yosaburo, era fotógrafo de sociales y trabajó en la revista El Hogar. Y se ve que revelaba los rollos, por que mi papá y María decían que era químico. Le gustaba el billar, jugaba en los 66 Billares, en la Avenida de Mayo.-¿En tu familia mantenían la cultura japonesa?-No, no teníamos relación, ni se hablaba el japonés. Pero en casa papá nos decía que Japón y sus tradiciones eran un sueño. Me acuerdo que cuando empezó a imponerse el sushi en Buenos Aires, en los 90, mi viejo comía y le encantaba. Cada vez que pasaba, mi viejo se quedaba hablando especialmente con el de la tintorería de la vuelta. Para él Japón estaba bien arriba.-¿Cómo siguió tu vida?-Trabajé como fotógrafo hasta 2011, hacía sociales. También coberturas de ceremonial y protocolo para la Ciudad de Buenos Aires. No siempre estuve así, con look rockero: a veces tocaba usar traje. Le saqué fotos al rey de Marruecos cuando Aníbal Ibarra era el jefe de Gobierno. Después me casé y como mi chica era de zona sur, de Lanús, me vine a vivir acá. Hoy estoy divorciado, pero me casé con papeles, tuve tres hijos (León de 14, Ciro de 13 y Gael de 9 años), casa, perro y me puse una juguetería. ¿Cómo llegué a la juguetería? Yo trabajaba en un estudio de fotografía Kodak en Belgrano, que me quedaba lejos, y mi cuñado importaba juguetes... Llegué a tener dos jugueterías muy grandes en Lanús. Y después, cuando fue el furor de las cervecerías, allá por 2017, abrí una cervecería y la pasé muy bien. Venían Duki, vino Cazzu, fue un furor. Fue mi época nocturna.-¿Cuando incursionaste en la gastronomía japonesa?-En la pandemia cierro el bar, me retiro y vuelvo a vender juguetes por Internet. Cuando volvieron a abrir los comercios cayó la venta online. Entonces vi un aviso del restaurante El Quinto, de Quique Yafuso, que necesitaban personal. Envié mi currículum y cuando fui a la entrevista conocí a Quique, también nikkei, descendente de japoneses como yo, y eso lo cambió todo. Llegué, me senté y me dijo "te llamo por tu apellido". Ahí hicimos conexión. A él le llamó la atención que fuera Kodama, reconoció el apellido japonés, y empezamos a hablar. Me preguntó, obviamente, por María. Le dije "sí, es mi tía" y me contó que ella iba a comer al lugar. Ahí empecé.-Un nikkei en un lugar de sushi, no puede ser casulidad.-Me dijo "voy a apostar por vos" y arrancamos. Fui gerente y ahí di mis primeros pasos en la gastronomía japonesa, en 2022. Hacía dos turnos porque necesitaba plata para poder mudarme a Capital y estar más cerca del trabajo. Ayudaba en El Quinto, también su restaurante Haiku, e iba aprendiendo todo. No me quedé quieto ni un segundo. Me metí en la cocina y aprendí todo, desde hacer los pedidos hasta el más mínimo detalle de la gastronomía. Al mismo tiempo, iba conociendo más sobre mis raíces japo.Me acuerdo que una vez estábamos en el local y vino a comer un escritor especializado en Borges. Se sentó justo con un libro suyo en la mano. Yo, que hablo con todo el mundo, le dije "ése es mi tío". Si, aBorges le decíamos "tío". "Ah, vos sos sobrino de María Kodama", me respondió. ¿Ves? La gente que conocía a Borges sabía de nuestra existencia.Los herederos y conexión JapónMaría Kodama nació en Buenos Aires el 10 de marzo de 1937. Hija del químico japonés Yosaburo Kodama y de María Antonia Schweizer, de ascendencia suizo-alemana, inglesa y española. Una orgulllosa nikkei -como se denomina a los descendientes de japoneses- de segunda generación que solía participar de eventos de la colectividad. La escritora incluso llegó a explicar que, aun cuando era porteña, se sentía japonesa. "Uno no es del lugar donde nació, sino del lugar donde fue educado. Y mi padre, que nació, se crio y educó en Japón, puso todas esas reglas en mi cabeza. Por lo tanto, por educación, soy japonesa", aseguraba.El 26 de abril de 1986, María Kodama se casó con Jorge Luis Borges. El matrimonio duró unas pocas semanas: el 14 de junio, el aclamado escritor falleció en Ginebra, Suiza. Se llevaban 38 años. Kodama, siempre discreta y moderada, murió el domingo 26 de marzo de 2023, a los 86 años. Muchos se sorprendieron al saber que tenía un hermano, e incluso cinco sobrinos. Y así como María Kodama fue la heredera universal de Jorge Luis Borges, su "samurái", la guardiana de sus escritos y de sus derechos, tras su muerte fueron sus sobrinos quienes heredaron toda la obra.-¿Cómo era María Kodama?-Era copada. Teníamos una relación normal, no es que mi viejo y ella estaban peleados ni nada. Es más, el año que falleció mi papá, María le dedicó un libro. En "Relatos", que trata sobre un joven samurái, se lee "A Simio con todo mi cariño". No se por qué pero lo llamaba 'Simio'... Recuerdo que dos días después de que falleció mi viejo hicimos juntos el trayecto en auto hasta donde estaba enterrado. Hablamos mucho, era una copada. Nos pusimos a charlar del bar del subte que le gustaba, de música, porque ella vivía cerca del Shamrock... En su casa tenía anotados nuestros cumpleaños.-Al morir María, sacaron a relucir su nexo japonés y se dijo que le dejaría parte de sus bienes a la Universidad de Sofía, en Tokio, ya que hasta entonces no se le conocían herederos.-Para nosotros, ella solo era la hermana de papá. Yo de eso, no se nada, pero al pensarlo, yo creo que María era una persona que sabía de papeles, de documentos y todo. Que si decidió esto, es que porque ya lo había pensado así.-Hubo interés internacional. Incluso en el entierro se comentaba que María no tenía herederos. Evidentemente, no los vieron.-No fuimos. Me acuerdo, incluso, que ese día fue mi cumpleaños. Sí fuimos a las misas... Pero hoy todo eso lo manejan mis hermanos. Yo trato de mantenerme fuera y de no mezclarlo con la Fundación.-¿Les había anticipado algo sobre sus últimos deseos?-En la familia no hablaba de eso, nadie. En casa mismo no se hablaba de la muerte, era un tema tabú, no sé si por budismo o qué, pero se miraba para adelante y se disfrutaba la vida. Porque ponerte a hablar de un testamento es ponerte a pensar en tu propia muerte.El día que Kodama se transformó en omakaseMaría Kodama era muy cuidadosa de los derechos de autor, el copyright de Borges y de su nombre. Él incluso decía que ella era su "samurái". Tras la muerte del escritor, se encargó de difundir su obra y de cuidar su legado. Hoy es labor de sus sobrinos cuidar del suyo. "Todo eso queda en manos de mis hermanos, que saben y lo están haciendo muy bien", asegura Martín.Martín Kodama, mientras tanto, emprende una nueva etapa en su vida. La apertura de su propio restaurante japonés, Kodama Omakase, en Banfield, lo mantiene ocupado a tiempo completo. "Decidí volverme al barrio para estar más cerca de mis hijos", explica mientras recorre el lugar, ubicado en un primer piso.- ¿Qué pensaría tu tía, tan cuidadosa del copyright, al ver que abriste un restaurante de sushi?-No lo pensé, buena pregunta, pero creo que lo vería bien. Le gustaba la gastronomía.-¿No dirán que al ponerle "Kodama" te estás aferrando al nexo con tu tía?-No, porque su apellido también es el de mi viejo y el mío. También lo hablamos con mis hermanos, les pregunté qué les parecía. Incluso hablamos sobre dar esta entrevista, porque somos bajo perfil, pero todos dijeron que sí. Hoy siento que abro Kodama Omakase como una suerte de homenaje a mi padre y a nuestras raíces japonesas. Una conexión a la que, en el pasado, no le presté la debida atención y a la que hoy, a medida que voy conociendo, me interesa cada vez más. Además María lo tenía registrado así que lo mantenemos, incluso dimos con que en algún momento tuvo o planeó tener un lugar gastronómico, le hubiera gustado.-Se lucen cuadros, libros, diccionarios de Borges y Kodama, ¿planea ser un restaurante temático?-No, aunque sí lo fui decorando con piezas, libros y obras de María. Estas sombrillas, por ejemplo, me las acaba de mandar mi hermana que las usó en la Fundación. También vas a ver exhibidos cuadros, libros y objetos, muchos de ellos de sus viajes. Esa katana -señala-, por ejemplo, no es real pero pensé que quedaría bien.-¿Por qué un omakase?-Quise poner el restaurante de cocina japonesa, con un poco de todos los lugares donde trabajé, combinar todo lo bueno de distintos lugares donde trabajé (El Quinto, Haiku, Fabric, Yatai Yatoi) y lo que me gusta. Los sabores de uno, el concepto de street food en el menú de otros, con platos como tiraditos, karaage o sushi, y además un sector privado, omakase, para comer a gusto del itamae (el sushiman) con lo mejor que tengamos en el día. Todo con la experiencia en cocina de mis socios, que ya tenían su lugar, Doozo Sushi, en la zona.-¿Te cambió la vida?, ¿te aparecieron amigos nuevos en busca de inversiones?-Tuve un par de llamados de gente de la que hace años no sabía nada, pero tengo los pies sobre la tierra. Yo busqué a mis socios -Marcelo Silva y Marcelo Nohara- quienes se encargan de todo lo que es la cocina y así abrimos hace una semana. Incluso ya nos pusimos en marcha y participamos en la semana de gastronomía japonesa, Gastro Japo Food Week, con los gastrononómicos de Club Gastro Japo. Ellos están con la cocina y yo a full con los proveedores, los pedidos y el manejo, tengo que trabajar.-¿Tenés que trabajar?-¡Claro que sí!
En Cuadernos & Conferencias, un volumen de gran formato y cuidada edición publicado por la Universidad de Pittsburgh se reúnen apuntes manuscritos, facsímiles, comentarios críticos y transcripciones fieles de y acerca de Jorge Luis Borges. Pero, sobre todo, se reconstruye lo que Borges ensayó, reflexionó y transmititó oralmente entre los años 1949 y 1954, cruciales para el gran salto al reconocimiento internacional y su definitiva proyección como mito literario.
La reciente publicación de "Cuadernos y conferencias" es el resultado del trabajo conjunto de Daniel Balderston, Alfredo Estenoz, Mariela Blanco, Emron Esplin, María Celeste Martín, editado por el Borges Center de la Universidad de Pittsburgh, y dirigido por el propio Balderston. El libro reúne las notas de Borges para sus clases y conferencias sobre diversos temas y autores: la antigua poesía anglosajona e islandesa; Voltaire, Francis Bacon, David Hume, Blake, Tennyson, Fitzgerald, Browning, Emerson, Whitman, Poe, Melville, Mark Twain, Conan Doyle; cuatro clases sobre Oscar Wilde y otras sobre Almafuerte, Güiraldes, Kafka, la literatura fantástica y los problemas de la novela. Leer más
Al empujar la puerta angosta de hierro, se abre un zaguán largo. La luz cálida apenas ilumina las paredes cubiertas de fotos y recortes de diario. Instantáneas de artistas, celebridades, anécdotas y ciertos escándalos que el tiempo suavizó, pero el lugar conserva como parte de su memoria viva. Más adelante, el espacio se abre y aparecen la barra y el salón: techos altos, mesas de madera, muebles antiguos que no combinan pero encajan perfecto.Pinturas, esculturas y objetos viejos que no funcionan, aunque uno deseara que sí, una fonola, un teléfono con tubo y cable enrulado, un pianoforte, ese sí funciona. Especialmente las noches en que Lionel Occhione, dueño de La Dama de Bollini, organiza las veladas de piano bar, donde los clientes pueden dar rienda suelta sus talentos con el instrumento. Clases de tango en La Dama de Bollini Hay gente sentada conversando, copas en mano, botellas de cerveza sobre las mesas, y un murmullo constante que se superpone con la música de fondo. Esa mezcla de voces, risas y melodías crea la atmósfera envolvente en la que va a transcurrir la noche: literalmente, una vibración que predispone al cuerpo y el espíritu a pasarla bien.Una agenda repleta de eventos Occhione, a quien todos llaman Leo es quien gerencia hoy el lugar al que se dedica 24/7. Estuvo en el bar desde chico, vivió su época como pub de moda, fue testigo de los años salvajes de Bollini â??cuando más de 9000 personas se agolpaban en la cuadraâ??, y más tarde se formó en curaduría de arte y tomó la dirección general del establecimiento.Su enfoque mezcló tradición y renovación: mantuvo las noches culturales, sumó muestras de artistas contemporáneos, dio espacio a nuevas voces y redefinió la propuesta gastronómica a una carta donde predominan las empanadas y pizzas caseras. En la actualidad, La Dama de Bollini funciona como café-concert, con noches de poesía, presentaciones de libros, clases de baile (tango, folclore, rock, salsa) y eventos privados como fiestas de egresados universitarios.También hay arte en las paredes. Leo impulsó una línea de retratos pop de íconos del rock nacional, como Charly García y Luca Prodan, realizados por el artista Sebastián Pernisa. Se exponen y venden en el lugar. Leo además conserva una colección de obras premiadas en los concursos federales que organizó durante más de una década.La noche en que lo visitó LA NACION, el bar albergaba un ciclo de lecturas. Un grupo de escritores leía en voz alta frente a un público que mezclaba desconocidos, amigos y familia. Ocuparon seis mesas, un tercio del local. El resto del salón de lleno, algunas personas conversaban junto al ventanal que da al patio iluminado con guirnaldas y faroles. Otras, con un vermut en la mano o fumando, pasaban la noche al aire libre.Bollini, un pasaje escondidoEl pasaje Bollini está empedrado, flanqueado por casas bajas y faroles, y conecta la calle French con Pacheco de Melo pasando por Peña. A pesar de su ubicación céntrica cerca de la frontera de Recoleta con Palermo, mantiene su aire de secreto. Debe su nombre a Francisco Bollini, arquitecto italiano llegado a Buenos Aires en 1845, y a su hijo homónimo, que fue intendente de la ciudad entre 1890 y 1892.A mediados de la década de los 80, con el regreso de la democracia, el pasaje empezó a adquirir un aire cultural y alternativo. En ese clima de efervescencia, Cecilia Leoni, una modelo y actriz que no llegó a ser famosa como tal, pero que formó parte de la vanguardia cultural de los años 70, con las consignas de la libertad, la expresión artística y el savoir vivre inauguró el espacio cultural en Bollini 2281.El legado de Cecilia Leoni, orgullosa antidamaLeoni abrió La Dama de Bollini en agosto de 1983. Desde el primer momento, el lugar fue mucho más que un bar: fue un punto de encuentro para que artistas, escritores, vecinos y personajes del barrio se reunieran a disfrutar de muestras de arte, ciclos de poesía, clases de tango y noches de música.Por sus mesas pasaron figuras como Jorge Luis Borges, María Kodama, Olga Orozco, Renata Schussheim, Antonio Gasalla y muchos más. Incluso el baterista Daniel "Pipi" Piazzolla -nieto del legendario Ástor- llegó a tocar en su escenario. Cecilia, con una personalidad intensa y una vocación cultural irrenunciable, sostuvo el proyecto incluso en momentos económicos difíciles y con las protestas de vecinos que, cuando el pasaje se llenó de locales bailables -llegaron a superar los diez en apenas dos cuadras- comenzaron a denunciar los ruidos molestos.Leo recuerda bien aquella etapa del pasaje Bollini y aclara algunos rumores que, con el tiempo, opacaron lo mejor de su movida cultural: "Lo que salió en los diarios fue cuando mamá se peleó con una vecina de enfrente. Cuando cerraron la mayoría de los locales, Cecilia Choppitea, que vivía enfrente, decía que había drogas en Bollini. Entonces llamaba a los medios, les mostraba una jeringa y el cuadro de La Dama detrás, como dando a entender que había heroína. Pero heroína no hubo ni hay hoy en Buenos Aires". Y aclara: "Lo que sí había era descontrol, jóvenes que tomaban alcohol y salían a la vereda, en un momento en que no existían controles de alcoholemia".La acusación desató la furia de su madre, quien sentía que intentaban desacreditar su bar. "Un día fue a Canal 9. Los productores le dijeron que, si quería salir al aire, tenía que armar un escándalo. Entonces esperó a Choppitea y la encaró a los gritos, acusándola de querer arruinar su negocio para que el pasaje perdiera valor. Decía que lo hacía para beneficiar al marido, dueño de una inmobiliaria conocida, y quedarse con las casas por dos pesos. Y es cierto: cuando cerraron los bares de Bollini, las propiedades se vendían a US$50.000".Los diarios titularon los escándalos como "Las locas de Bollini" o "La guerra de las dos Cecilias".Leoni había fundado La Dama junto con su marido de entonces, Eduardo Pesce. Pero la convivencia comercial no fue sencilla. Mientras Cecilia buscaba generar un espacio para la expresión artística, él apostaba por la noche agitada, el descontrol y el alcohol. La relación con los vecinos se tensó, y la pareja también se resquebrajó. Nunca hubo reconciliación entre las vecinas. Y, tras la separación de su socio y exmarido, Leoni se fue a vivir a Marbella por dos años. "Mamá de joven era todo un personaje. Cantaba tangos, era muy creativaâ?¦ y a veces muy destructiva", concluye Leo.Hoy, Cecilia, con más de 90 años y el avance del Alzheimer que ralentizó el ritmo frenético con el que vivió su juventud, reside en otra casona de su propiedad, donde funciona la Fundación Bollini, a pocos metros del local, acompañada y cuidada.Programación cultural, picadas y espíritu barrialA casi 42 de años de su apertura, La Dama de Bollini está ferviente. Funciona de miércoles a domingos por la noche, con programación cultural, gastronomía accesible y una comunidad fiel. Su Instagram se convirtió en su principal canal de difusión, y es habitual que cada semana se agoten las reservas para sus noches de piano bar o shows acústicos.Las empanadas salteñas â??hechas por la esposa de Leoâ??, las picadas caseras y los precios cuidados son parte de una filosofía que busca mantener la cercanía con el público. "Prefiero tener tres personas trabajando y cobrar menos, que subir los precios para pagar una estructura enorme", dice Leo, con su estilo directo.Hay lugares que cambian. Otros, como este, siguen siendo refugio. De música, de arte, y de esa necesidad que mueve a desear compartir buenas excusas para conectarnos con otros.
MENDOZA"Bienvenidos a un nuevo universo", anticipa el cartel de ingreso a Finca Los Álamos, donde se encuentra el "Laberinto de Borges". A 20 minutos del centro de San Rafael -234 kilómetros al sur de Mendoza-, la conexión es con el escritor, poeta y ensayista de la Ciudad de Buenos Aires, figura clave de la literatura universal. Pero también es con el mentor de este juego verde de casi una hectárea, Camilo Aldao, un soñador curioso que antes de morir dejó sembrada hasta la última semilla en su estancia familiar de la región de Cuyo. En un predio del siglo XIX y 8700 m2, las historias se ramifican en el nombre de cada miembro de un clan numeroso, aunque el protagonismo de la escritora Susana Bombal, la tía abuela predilecta de Camilo, es inevitable. Amiga y en ocasiones traductora de Jorge Luis Borges, aquellas tierras mendocinas fueron para esta mujer el entorno natal, al que siempre regresó. Huérfana de niña e instalada más tarde en Buenos Aires, la casa de la infancia de Susana permaneció como refugio para el descanso y morada para los amigos como Borges, que la visitó en dos oportunidades. Manuel Mujica Lainez le dedicó un poema a la propiedad y Claudia Piñeiro, mucho después, los ocho capítulos que integran Conversaciones en el laberinto (Canal Encuentro), donde referentes de la cultura como Juan Sasturain, Liliana Bodoc o Carlos Gamerro dialogan sobre "Borges y el policial", "Borges y los mitos", "Borges y la política", entre otros disparadoresTres décadas después de que el escritor falleciera, el "Laberinto de Borges" fue inaugurado como una obra de arte viviente, construida con 8.000 buxus, unos arbustos de hoja perenne de casi un metro setenta de alto. Como centro cultural, abierto al público en el año 2006, tiene al laberinto en el centro de la escena, rodeado de viñedos y un bosque frondoso, con pulpería, bistró, museo, tienda y zona de juegos infantiles. Las palabras son aquí versos del creador de El Aleph y huellas que aparecen en el camino, por senderos donde es fácil perderse. La torre de observación de 22 metros "María Kodama" se levanta a su lado y permite contemplar el circuito en perspectiva: "un libro abierto al universo" con una simbología propia de Borges. Aseguran los Aldao -Ignacio, Carolina, Sofía y Marcos-, cómplices del anhelo de Camilo -su hermano mayor-, que se trata del primer monumento en su tipo para recordar a Borges, tal cual lo deseaba: "Quiero laureles verdes, reales, vivos, no esos de oro o metal", rescatan de una cita pronunciada por el escritor en Roma, en 1984. "Con Susana tuvieron una relación de mutua admiración que duró toda la vida", afirman, además de encuentros frecuentes para almorzar o tomar el té en el departamento de ella, en Recoleta, sobre Vicente López esquina Callao. Una década más tarde, las ganas de Camilo Aldao (con el apoyo de sus hermanos), el inconsciente de Randoll Coate y la generosidad de María Kodama encontraron un sitio alejado para la obra, en la finca por la que Jorge Luis Borges caminó las veces que vino a MendozaDe aquella conexión surgió luego otra, cuando Randoll Coate -un diplomático lector de Borges y diseñador de laberintos para castillos de Europa-, le pidió a Susana conocer al autor de Ficciones. Y así fue. Se hicieron los tres amigos. Cuenta la historia en una carta dirigida a la señora Bombal en 1979, que una noche el paisajista inglés soñó -literalmente- que construiría un laberinto en homenaje al escritor argentino más relevante. "Cinco años después de que Borges muriera tuve un sueño tremendo (...). Inmediatamente me puse en contacto con Susana y le dije: Debemos procurar que Borges no sea recordado con esas estatuas terribles llenas de ángeles y ese tipo de cosas. Tiene que ser algo verdaderamente borgeano, es decir, un laberinto", expone Randoll Coate al comienzo del documental Jardín de Sueños (2014), que reconstruye la historia del lugar bajo la dirección de Javier Tanoira y Alejo Yael. Con la correspondencia en la mano, que encontró Camilo después de la muerte de Susana en 1991, viajó a Londres para conocer en persona a Randoll Coate. La sorpresa no fue menor cuando el arquitecto de senderos le entregó el diseño soñado. Entonces Camilo contactó a María Kodama y ella, a su vez, a Carlos Thays (nieto) para trazar un máster plan del laberinto aunque el lugar indicado aún no aparecía.Una década más tarde, las ganas de Camilo Aldao (con el apoyo de sus hermanos), el inconsciente de Randoll Coate y la generosidad de María Kodama encontraron un sitio alejado para la obra, en la finca por la que Jorge Luis Borges caminó las veces que vino a Mendoza. En esta manifestación, salida del inconsciente y la fantasía, aparecieron a su vez los denominados "laberínticos", en referencia a cuatro amigos de Camilo que impulsaron y le sumaron ilusiones a la hazaña: Gabriel y Marcello Mortarotti, Andrés Ridois y Mauricio Runno. Juntos viajaron a la capital de Inglaterra, se encontraron con el paisajista y regresaron con un diseño del laberinto actualizado, para comenzar los trabajos en San Rafael. Según la última versión, que es la que puede ser recorrida, el apellido "Borges" seguiría espejado entre los buxus por la fijación del poeta con "la duplicación visual de la realidad", aparecería la "K" de su compañera Kodama y se leería, desde el aire, "Jorge Luis". Además se escondería el "86", por los años que vivió y el año de su muerte, y también la "cinta de Moebius", porque "el tiempo es infinito y paralelo". Aparecería un reloj de arena y un bastón, compañero de sus caminatas y un signo de interrogación, como representación de "la perplejidad, la curiosidad y la duda".Inspiración contagiosaCarolina Aldao es quien recibe a La Nación con datos, historias, recorrido propio y la interpretación que elabora de la hazaña. Deja en claro que es su hermano Ignacio el principal responsable de que todo funcione a la perfección. Es una tarde soleada en Finca Los Álamos, que contiene ahora a decenas de turistas que se pierden, se desesperan, se divierten, se preguntan e intentan volver por un camino confuso, cuidado y protegido, que devuelve una experiencia insólita. Para vértigo, está la torre de más de veinte metros, desde donde cobran sentido los símbolos que allí se esconden. "Mis antepasados fueron de Mendoza hasta que mi bisabuelo, Domingo Bombal, murió en 1906 en este lugar. Después de eso mi bisabuela se instaló en Buenos Aires con sus tres hijas: mi abuela Raquel, Susana y Rosa. Susana fue amiga de Borges, pero también de su hermana Norah y de su madre, Leonor Acevedo Suárez. En el caso de Borges, se hospedó aquí en más de una oportunidad y en una de ellas vino con su madre. También lo hizo cuando recibió el Doctor Honoris Causa de la UNCuyo en 1956", resume Carolina.La casona está retirada del Laberinto y se conserva como bien de familia. Es un tesoro escondido, privado y habitado de manera alternada por los hermanos Aldao. Por cercanía o razones literarias, es también visitada por algunas excepciones. Una construcción de 1830 abre un abanico de galerías y habitaciones que se conectan para un viaje en el tiempo. Pinturas, libros, murales, objetos y muebles antiguos le dan vida a un pasado en el que el arte fue el mayor patrimonio de Susana. Manuel Mujica Lainez le dedicó un poema a la propiedad y Claudia Piñeiro, mucho después, los ocho capítulos que integran Conversaciones en el laberinto (Canal Encuentro), donde referentes de la cultura como Juan Sasturain, Liliana Bodoc o Carlos Gamerro dialogan sobre "Borges y el policial", "Borges y los mitos", "Borges y la política", entre otros disparadores. "María Kodama conoció el lugar, vino varias veces y estuvo de acuerdo con que el Laberinto se hiciera aquí, porque además sabía de la relación cercana de Borges con Susana. En una ocasión les habló del proyecto a los monjes benedictinos de San Giorgio Malliore, una isla en Venecia frente a los dos canales donde Borges y ella habían estado. Cuando les dijo lo que habían hecho en Mendoza, quisieron replicar el Laberinto y así fue. Es precioso. En su momento viajamos a la inauguración con mi hermana Sofía, María Kodama y la viuda de Randoll Coate", dice Carolina.Para la familia, el Laberinto tiene que ver con el amor, el afecto y la amistad entre Borges, Bombal y Coate pero también con su hermano Camilo, por la cercanía que tuvo con su tía abuela, a quien adoraba. "Los buxus se terminaron de plantar en octubre de 2005 y nuestro hermano murió en enero de 2006, antes de inaugurar el espacio". Se refieren a él como "un tipo muy genial", que guardaba en su memoria las visitas de Borges al departamento de Susana, pero también a una quinta de Martínez junto a un grupo de lectura. Para los Aldao sostener esta misión representa un desafío y una gran responsabilidad. Sobre el mantenimiento del lugar, Ignacio Aldao toma la posta: "Tenemos un equipo especializado de personas que cuidan del Laberinto todo el año y realizamos dos podas anuales para que mantenga la altura y el ancho deseado. Existe un sistema de riego por goteo, alimentado por paneles solares en forma directa. Es decir que con el sol hay riego y por la noche se corta. También regamos a mano unas seis veces al año y aprovechamos para fertilizar el predio y darle la humedad que necesita, porque está ubicado en una zona de clima desértico", comparte.Para visitarloEl "Laberinto de Borges" es un centro cultural único en su tipo, ubicado al sur de la provincia de Mendoza. Abre todo el año y es, en palabras de su creador y sus impulsores, "una invitación a agudizar los sentidos". Como obra de arte viviente es disfrutada durante todo el año por visitantes que recorren los senderos rodeados de un parque gigante que incluye un mirador, iluminación -en las noches de verano-, un restaurante de cocina criolla, juegos infantiles, bosque y museo donde se reconstruye su historia. El paseo cuenta además con una audioguía y, en ocasiones, la posibilidad de presenciar degustaciones y shows artísticos. Está situado en Calle Bombal S/N. Cuadro Nacional, San Rafael. Abre todos los días de 10 a 19. con una entrada económica. Para más información: +54 9 260 463-8780 Un poemaNo habrá nunca una puerta. Estás adentroY el alcázar abarca el universoY no tiene ni anverso ni reversoNi externo muro ni secreto centro.No esperes que el rigor de tu caminoQue tercamente se bifurca en otro,Que tercamente se bifurca en otro,Tendrá fin. Es de hierro tu destinoComo tu juez. No aguardes la embestidaDel toro que es un hombre y cuya extrañaForma plural da horror a la marañaDe interminable piedra entretejida.No existe. Nada esperes. Ni siquieraEn el negro crepúsculo la fiera."Laberinto", Elogio de la sombra (1969), Jorge Luis Borges
Cuando Laetitia Dive pisó la Argentina por primera vez una sensación de libertad desconocida se apoderó de ella. Quería verlo todo, recorrer cada rincón del país, explorar sus sabores y descubrir las costumbres de una cultura que había despertado su curiosidad años atrás.A pesar de su entusiasmo, no había llegado de paseo. Como estudiante francesa de Ciencias Políticas, la Universidad Nacional de Rosario la esperaba para cursar parte de su carrera: "En Francia, en mi facultad, te daban la opción de hacer el segundo año en otro país", explica.Rosario la recibió con los brazos abiertos en aquel 2010, pero de inmediato presentó sus dificultades, entre ellas, hallar un lugar dónde vivir: "Me costó muchísimo. Después de varias semanas de búsqueda, terminé encontrando"."Lo que también fue difícil fue la facultad, donde todas las clases eran en castellano y los profesores no siempre sabían que había extranjeros en la clase", continúa. "Y recuerdo que una profesora hacía todo para hacernos sentir incómodos -a mí y a los otros estudiantes franceses- porque aparentemente no le gustaba Europa. Me llamó la atención porque pocas veces llegué a conocer a una persona así de intolerante en Argentina. Toda la otra gente me parecía súper acogedora".Borges, La historia oficial y la peculiar decisión de volar a la Argentina: "Ahora me entienden"Argentina había ingresado al universo de Laetitia mucho antes de su llegada al suelo austral. Borges, a través de sus cuentos, había lanzado un hechizo y a partir de entonces la joven francesa quiso saber más acerca de una cultura que despertó su interés tanto a nivel cultural como histórico. Vio La historia oficial, investigó y fantaseó con la idea de vivir un tiempo en un país que percibía muy diferente. Fue así que, cuando la universidad anunció que tenía convenios con varios países, entre ellos Argentina, (así como España e Italia, que también despertaban su interés), la elección al final del día fue clara."Quería mejorar mi español y pensé: `quizás esta es tu única oportunidad de vivir tan lejos de tu país y de viajar a otro continente'. Desde Francia, es fácil viajar a España o Italia, pero a Argentina no'. Así fue como decidí irme a Argentina. Sin embargo, a mi familia le habría gustado más que fuera a España, para tenerme más cerca. Ahora me entienden porque ven cuánto cariño le tengo al país", cuenta.Tras su experiencia en Rosario, Laetitia regresó a Francia encantada, con un puñado de amigos y deseos de volver. Finalmente, en el 2015, ya recibida y ejerciendo el periodismo, llegó la oportunidad anhelada: vivir en Argentina como corresponsal de prensa para medios franceses."Me instalé en Buenos Aires. En este regreso todo fue mucho más fácil, tenía amigos, conocía la cultura, hablaba el idioma. De verdad, fue como volver a mi segunda casa".La clave para integrarse a una nueva cultura y construir un segundo hogarArgentina no solo se transformó en su segundo hogar, sino que el suelo querido le obsequió el amor. Con los años, Laetitia se casó con un argentino y junto a él fusionó las culturas, incluso aquellas costumbres que en una primera instancia le habían impactado mucho, como esas rondas de cinco o más personas compartiendo un solo mate, un ritual por demás extraño que presenció sobre todo durante las clases en la universidad."Pero otra cosa que me pareció rara en Argentina en un comienzo fue ver cómo todos se hablan fácil, quizás más en Rosario que en Buenos Aires: en los colectivos, en la calle... todos te sacan charla y, sobre todo, cuando se enteran de que eres extranjera. Es lo más hermoso de Argentina: el interés que tiene la gente por el otro y la forma de relacionarse tan fácilmente, eso me llevó a hacer buenos amigos. Hoy día tengo amigos en varias provincias: una de mis mejores amigas vive en Salta, otro en Río Negro. Tengo varios en Buenos Aires y Rosario, y a mi simpático suegro en Córdoba (es simpático de verdad, no lo digo para quedar bien)", asegura con una sonrisa. "En todos esos lugares me siento casi argentina y me hace infinitamente feliz haberlo logrado"."En Francia somos más fríos, es más complicado hacerse amigos. Pero una vez que alguien te tiene confianza, puede ser tu amigo de por vida", continúa. "Creo que cuando uno se pone las pilas para integrarse y conocer el país donde está viviendo a través de su gente, cuando aprende el idioma y participa como puede en la vida local, logra construirse un segundo hogar lejos de su casa. Eso lo veo también en Francia donde estoy vinculada con muchos argentinos: aquellos que logran tener una vida mejor son los que hacen el esfuerzo por aprender francés y no se la pasan comparando los dos países para quejarse de Francia; son los que avanzan, aunque el camino sea difícil (a nivel social como laboral)".Un regreso provisorio y un país fascinante que se lleva en el corazón: "Creo que Argentina y Francia tienen mucho para compartir"Hoy, Laetitia repasa su vínculo estrecho con la Argentina desde su hogar en Francia. Pocos años atrás decidió irse por un solo motivo: la búsqueda de estabilidad laboral. Sin embargo, ella no considera que el regreso a su país de origen sea definitivo, está casada con un argentino que extraña su país y que anhela volver en algún momento, algo que ella haría con gusto, siempre con el deseo profundo de que su suelo adoptivo argentino prospere, supere sus fragmentaciones e inestabilidades.Mientras tanto, uno de sus placares está lleno de yerba mate allí, en París, y para inspirarse escucha música argentina, en especial la cumbia adoptada de la tierra cordobesa."Argentina es un país fascinante, tanto por su historia como por su geografía. Me gustaría que sea más conocida en Francia, más allá de los clichés del tango, la carne y Messi. Hay tanto más para conocer, tantas regiones y gente distinta. A mi pequeño nivel, como periodista, estoy intentando cambiar eso aquí porque creo que Argentina y Francia tienen mucho para compartir y son parecidos en muchos aspectos", reflexiona."Lo que más me impactó en mi regreso (a Francia pero también a España, donde me mudé después de Argentina) fue la diferencia en la forma de relacionarse. Me había acostumbrado a hablar con todos, y aunque estoy segurísima de que es una hermosa costumbre, aquí la gente te mira raro si les hablas sin razón"."Cuando me fui a Argentina la primera vez tenía 19 años. Lo que viví allá contribuyó a construir la mujer adulta que soy hoy en día y me confirmó que quería ser periodista. También, y creo que cualquier persona que vive en otro país lo descubre, me di cuenta de que hay muchas cosas que hacemos en Francia, que me parecían automáticas, pero que no se hacen en todos lados. Es muy básico, pero hay costumbres de tu propio país que vas perdiendo y otras que vas adquiriendo", continúa Laetitia, quien aparte de la yerba, disfruta tomar mate cocido. "Me gusta pensar que uno termina tomando lo mejor de cada país y creo que mi marido opina igualâ?¦ ¡no saben cómo le gusta la pastelería francesa!", concluye.*Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
La Feria del Libro vivió este sábado una de sus jornadas más intensas y concurridas, marcada por la presencia de voces femeninas contemporáneas convocantes. Desde novelistas románticas hasta figuras del trap, hubo una programación diversa que dejó pasillos colmados y salas repletas. A última hora de la tarde, se presentó el libro El Papa Francisco, Borges y la literatura, con una mesa integrada por Luis García Montero, director del Instituto Cervantes; María Victoria Kodama, presidenta de laFundación Borges; y el académico Lucas Adur. Por iniciativa del Instituto Cervantes, se reeditó el libro que unió a Borges y Jorge Bergoglio, mucho antes de que fuera nombrado Papa. Como contó García Montero, el volumen incluye el prólogo original del autor de "El Aleph", escrito especialmente en 1965 para el libro que reunió los cuentos de los alumnos del "profe" de Literatura Bergoglio, en una escuela de Santa Fe. Y, como detalló María Victoria Kodama, también se sumaron algunos de los relatos ganadores del concurso literario para jóvenes de la Fundación Borges. Varios de ellos estaban presentes en la Sala Victoria Ocampo. Más temprano, una de las presentaciones de mayor convocatoria fue la de Perreo. Una revolución, el primer libro de la cantante Cazzu, quien se subió al escenario ya no como ícono de la música urbana sino como autora. Con mil entradas agotadas e invitadas especiales en primera fila, entre ellas, La Joaqui, también referente del género, la charla en la Sala José Hernández moderada por la periodista y escritora Romina Zanellato explotó en aplausos ante la presencia de la "jefa del trap", quien reflexionó sobre el empoderamiento, su experiencia en la música y su vínculo con la escritura a través del libro, definido como un "ensayo autobiográfico". "El trap, como pudo haber sido la nouvelle vague en el cine, marcó el nacimiento de un movimiento; yo estuve ahí y fui la mujer con más peso en ese momento -dijo-. Escribir me ordenó ideas y me hizo dar cuenta de heridas y procesos a los que logré bajar el volumen".Luego, la misma sala recibió a Elísabet Benavent, la best seller española autora de la saga Valeria. Acompañada por Ivana Kasper, la escritora realizó un emotivo recorrido por toda su obra, generando un intercambio con su público, en su mayoría lectoras que esperaron ansiosas para conseguir una firma. Sobre su historia llevada con éxito a la pantalla de Netflix, comentó: "Escribí Valeria para reencontrarme con mis amigas, porque justo acabábamos de mudarnos de nuestra Valencia natal y las mezclé como en una batidora y cree a los personajes. Escribir era un túnel a un sitio feliz. Con Valeria todo fue bonito".Otra estrella internacional que brilló ayer fue Alice Kellen. La autora española presentó su última novela, Quedará el amor, en una Sala Hernández colmada. "Es de una carga dramática alta pero, pese a ello, es muy luminosa. Me gusta encontrar la belleza en medio de las cosas duras e inevitables de la vida", dijo sobre la historia. Tras compartir que ya ha comenzado a dar forma a una nueva trama, "con muchos secretos, la de un grupo de amigos y sus vidas en el transcurso de un año", también confirmó que está en marcha la adaptación audiovisual de su libro El mapa de los anhelos.Ayer también participaron la autora juvenil Pamela Stupia, con su nueva obra, Donde las mentiras sean eternas, y la escritora Florencia Canale, con su última novela, La cruzada, en una jornada que se vivió como una auténtica fiesta.
Hace sesenta años, en 1965, un escritor argentino de cuentos fantásticos, podría haber imaginado -o soñado-este extraño argumento. Lo hubiera podido titular "El filo de la navaja", que años antes había usado en una de sus novelas más famosas un escritor inglés por entonces de abrumadora fama: William Somerset Maugham. El argumento que podría haber imaginado ese escritor argentino sucedería en un prestigioso colegio privado, en una capital de provincia, donde había ido a dictar unos cursos. El escritor es un hombre anciano y ciego que, con torpeza, intenta afeitarse. Un joven maestro jesuita se ofrece para ayudarlo. Ambos personajes tenían varias cosas en común; tienen el mismo nombre y sus apellidos comienzan con B, además de ser porteños. Lo curioso de este argumento es que hubiera estado basado en un hecho real. En 1965 Jorge Luis Borges estaba enamorado de una joven escritora que, un año antes, había publicado su primer libro de cuentos, Los nombres de la muerte, con prólogo de él. La escritora se llamaba María Esther Vázquez, profesora de música y amiga de una familia de origen italiano, del barrio de San José de Flores. Uno de los hijos de esa familia, llamado Jorge Bergoglio, maestro jesuita en el antiguo Colegio de la Inmaculada Concepción, en la ciudad de Santa Fe, le pidió a Vázquez que llevara a Borges a dictar un curso de literatura gauchesca para sus alumnos. Bergoglio había cumplido 28 años y tenía a su cargo los cursos de literatura y psicología. No era aún sacerdote -sería ordenado en diciembre de 1969- y sus alumnos lo apodaban Carucha, por su cara aniñada. Entre el profesor y los estudiantes de los últimos grados del colegio secundario no había una gran diferencia de edad. Cada mañana, alguien iba hasta el hotel en que se hospedaba Borges y lo acompañaba a dar su clase. Una vez, el mismo Bergoglio fue a buscarlo. Torpemente, a causa de su ceguera, Borges se estaba afeitando y le pidió al joven jesuita si podía ayudarlo. Bergoglio lo afeitó y luego les explicó a sus alumnos el motivo de la demora: "Tuve que ayudarlo al viejo", habría dicho con su típico acento porteño.El curso dio sus frutos. Bergoglio le leyó a Borges un par de cuentos escritos por sus alumnos y este no sólo lo alentó para que los publicaran en un libro, sino que se ofreció a prologarlo. El libro, publicado por la Editorial Castelví, de Santa Fe, se tituló Cuentos originales y reunía los trabajos de varios alumnos, entre ellos el de un adolescente llamado Rogelio Pfirter. Años después, Pfirter se recibió de abogado e inició una brillante carrera diplomática. Entre 1995 y 2000 fue embajador en el Reino Unido y, entre 2015 y 2019, durante la presidencia de Mauricio Macri, embajador ante la Santa Sede. Fue así que el ex alumno del colegio jesuita volvió a reunirse con su antiguo profesor, ahora convertido en el papa Francisco.Al cumplirse 50 años de la visita de Borges al Colegio de la Inmaculada Concepción, sus autoridades invitaron a María Kodama, viuda del escritor, a una serie de charlas denominadas "Borges y el Misterio".Es sabido que Borges, contrariamente a su madre, fervorosa creyente, era agnóstico. Sin embargo, solía rezar el Padrenuestro en anglosajón o en inglés y, hasta una vez, a pedido de ella, aceptó confesarse.Ajeno a los fastos vaticanos, Borges jamás se entrevistó con un papa, como lo habían hecho varios de sus colegas ilustres -Giovanni Papini, Graham Greene o Gabriel García Márquez, entre otros-. Tanto Bergoglio como él estaban hechos para hacer lío ¡y vaya si lo hicieron, cada uno en lo suyo! Ambos, austeros y sin ambiciones materiales, vivieron en lugares modestos. Borges, en un pequeño departamento antiguo del centro. Bergoglio, en su sencillo cuarto de Santa Marta, a la sombra de los suntuosos aposentos pontificios. Hay algo más que los une. En medio del esplendor de la Capilla Sixtina, cuando Jorge Bergoglio eligió llamarse Francisco, ¿habrá pensado sólo en el santo de Asís o también en su admirado Borges? (El otro escritor argentino que admiraba era Leopoldo Marechal, autor de Adán Buenosayres). Porque, curiosamente, el nombre completo de Borges era Jorge Francisco Isidoro Luis Borges. Queda una duda final. ¿Se habrán encontrado en ese "más allá" que a todos nos espera?
"Mi trabajo se centra en la silueta. Una silueta que es como una sombra, donde el negro subraya a la persona", asegura Pablo Ramírez, que la semana pasada celebró 25 al frente de su propia marca. La cita fue en el Laboratorio de Artes Buenos Aires, en el barrio de Chacarita, y como cierre de la edición 2025 de Designers BA, el creador deslumbró una vez más con sus diseños. Referente indiscutido de la moda argentina y uno de los precursores del Diseño de Autor, Pablo celebró con una colección marcada fuertemente por "la vuelta a sus orígenes". Como no podía ser de otra manera, muchas famosas -amigas de Pablo y amantes de arte- se acercaron para celebrar. "A pesar de haber nacido en Navarro, siempre sentí a Buenos Aires como mi lugar en el mundo, para mí una de las ciudades más lindas del mundo, a la que tuve la fortuna de entrar por la puerta grande: las puertas de la Universidad de Buenos Aires. Fue en la FADU donde tuve mi primer contacto con la gran cultura, hasta ese momento solo había sido un niño autodidacta, este universo maravilloso se desplegó para mi ahí mismo caótico, contradictorio lleno de energía y esperanzas por un futuro siempre incierto. Mi único sueño en la vida ha sido la belleza, poder hacer algo para traer belleza al mundo, embellecer a las personas, pero no solo por vestir sus cuerpos, embellecer sus ojos, sus oídos, sus almas. Así que no tengo más que palabras de agradecimiento a todos los que durante estos años me han acompañado y apoyado y que han creído en mí aceptando los desafíos y confiando en mis decisiones", reflexiona Ramírez.
Un rincón escondido de la Provincia de Buenos Aires que combina historia, paisaje y tranquilidad.Estancias centenarias, senderos diseñados por Thays y un castillo que fue testigo de reuniones históricas.
En el auditorio de Ticmas dentro de la FIL 2025, los directores del Centro de Estudios Jorge Luis Borges revivieron la memoria del autor en el edificio que lo albergó durante casi dos décadas
El ganador del Premio Clarín Novela deslumbró en la apertura del Diálogo de Escritoras y Escritores de Argentina. Entrevistado por Mauro Libertella, compartió anécdotas y secretos de su método. Y reveló detalles inéditos sobre sus libros y consejos para nuevos autores.
Dos gigantes de la literatura argentina protagonizaron un duelo de visiones que dejó huella en la cultura nacional, desde el compromiso ético hasta la distancia metafísica
"Borges", dice sin dudar Kurt Elling cuando piensa en su llegada a la Argentina para debutar este martes 22 en el Teatro Coliseo junto a Charlie Hunter y SuperBlue, el grupo que completan Julius Rodriguez en teclados y Marcus Finnie en batería. "Es enorme, su capacidad para transformar y disolver tu existencia, sin importar donde estés físicamente. Sus cuentos son maravillosos".Para Kurt Elling, nacido en Chicago en 1967 y considerado uno de los mejores cantantes de jazz de los últimos 30 años, la idea de existencia y metafísica no es menor: su padre era Kapellmeister (maestro del coro de capilla) de una iglesia Luterana. Y esa fue la primera escuela de Kurt, su primer contacto con la música. Aprendió canto, a tocar el violín, el piano y la batería. Desde entonces, también, la palabra tiene un peso más que importante para él cuando se relaciona con el arte. "Al principio no me di cuenta de eso", dice a través de una videollamada, días antes de llegar a Buenos Aires. "Pero ahora sí lo veo más claro, como si pudiese trazar una línea recta ascendente que marca toda mi carrera".Tanto es así que, cuando en 1995 grabó su primer demo, el sello Blue Note, el más importante de la historia del jazz, lo firmó para su roster sin dudarlo. Su registro de barítono cautivó a propios y extraños con el correr de los discos, y Kurt Elling ya es una fija en las nominaciones a los Grammy en las categorías de jazz vocal (15 nominaciones, 2 estatuillas)."Al principio tenía una visión más naive y despreocupada, creo que eso me ayudó a animarme", cuenta Kurt Elling sobre su acercamiento a los grandes estándares del jazz instrumental, a los que decidió ponerles letra (así como también versionar a Bob Dylan y AC/DC, por ejemplo). "Pero después tomé conciencia de lo que significa escribirle letra a un clásico de Dave Brubeck, Herbie Hancock o Wayne Shorter". -¿Sentís que esa responsabilidad te llevó a un estudio más profundo de esas obras?-Definitivamente. Porque tenés que escribir pensando en que tu letra tiene que profundizar lo que ya está en la música. Entonces tenés que meterte en sus mentes a entender qué estaban expresando. Y tenés la historia de generaciones de músicos y oyentes que ya tienen una idea de qué significa, qué texturas, colores y significados arroja una composición y también sus solos. Es como si ya les pertenecieran a ellos, y tenés que ser muy considerado con ello. Porque también están las familias de esas leyendas, que hoy son quienes tienen los derechos de esas músicas, y se merecen respeto.-¿De qué manera encarás esa relación entre música y texto? Viniendo de una tradición religiosa, no es un tema menor. -Sea cual fuere la idea principal, las palabras tienen que estar casadas con las notas de manera tal que realmente pertenezcan al tema. Que rimen en los mismos lugares que ya la melodía original rima consigo misma. No podés escatimar nada ahí. No podés perderte nada de esa rima, porque hacés que sea incómodo al oído y se vaya para otro lado.-¿Incluso cuando eso vaya en contra de la inteligibilidad de la palabra? -Sí. Prefiero que mi audiencia no entienda específicamente algún detalle de la letra o de la historia pero que se dejen perder en los sonidos, las rimas y el ritmo, que se sienta tan natural que no puedan evitarlo. El feeling de la melodía tiene que estar primero. La letra la pueden buscar y leer después. Pueden decir: "Ah, estaba hablando de eso". Prefiero eso y no que sea al revés, que entiendan la historia perfectamente pero que no se escuche como una experiencia orgánica e integrada.-Sin embargo, entre el registro y el color de tu voz, sumado a la forma en la que están tratados los instrumentos en tus grabaciones, parece que siempre hay espacio para que nada se empaste. Como si la música tuviese también un aire para que todo tenga su lugar.-Nunca lo pensé de esa manera. Pero sí creo que me junto con músicos que tienen habilidades que yo no tengo. Así es como aprendo de ellos. Y de alguna manera hacer la mejor música que podamos. Luego trabajamos el sonido, porque nos importa. Creo que esa es la forma, nunca trabajaría con gente a la que eso no le importa. Pero no sé qué tan distinto soy a otros músicos en ese sentido. Eso que mencionaste no es algo en lo que yo haya pensado antes. Trato de cantar lo mejor posible y que tenga un sentido de belleza.-¿Qué tan presente está en tu cabeza la idea de belleza a la hora de hacer tu música?-Está todo el tiempo. Siempre busco responderme a estas preguntas. ¿Qué es lo más bello que puedo hacer? ¿Cuál es la música más importante que puedo hacer? No importante en términos de "Oh, Kurt Elling hace música importante". Pero estoy muy agradecido de tener esta vida que tengo. Y la considero una experiencia inesperada. No crecí pensando en ser un músico de jazz. Crecí con la idea de que todos los músicos de jazz estaban muertos. Porque nunca había ido a ver jazz en vivo y The Mills Brothers, Duke Ellington, todos habían muerto. Solo existían en vinilo. Entonces, de alguna manera, esto que hago hoy era improbable. Y hay gente que paga para verme, me presta atención y canta conmigo. Y amo tanto la historia del jazz y a los maestros como John Hendricks, Joe Williams, Betty Carter o Mark Murphy que no puedo hacer otra cosa que demostrar amor por ellos. -¿Buscás explícitamente transmitir ese legado?-Sí, de manera consciente. Quiero alabarlos de manera directa, honrar la memoria de todos ellos. Y al mismo tiempo ofrecerle a mi audiencia lo que puedo hacer con mi música. Especialmente en estos momentos en los que el mundo está hecho un desastre y hay tanto sufrimiento. Y la música es una de las avenidas más importantes que permite a los humanos comunicarse de manera que sea pacífica e inspiradora. Cuando estás escuchando música, no estás pensando en el futuro, ni en el pasado, ni estás siendo interrumpido por otra gente; no sos nada, estás acá, ni siquiera estás pensando, estás respirando: estás viviendo. Y no sos consciente de otra cosa más que de eso. Y esa es la definición de felicidad. Si puedo ser parte de esa atmósfera que lo hace posible para las personas que están en ese lugar porque vinieron a verme y eso los hace sentirse más fuertes, más enamorados, más alegres, más esperanzados, más renovados, bueno, eso es lo único que me importa. Y el jazz es el mejor vehículo que encuentro como cantante para abrir esas puertas, tanto para otras personas como para mí mismo.-De alguna manera relacionaste el concepto de belleza con el de felicidad, que no es algo que hoy sea la norma. La búsqueda de belleza hoy no está directamente asociada con la búsqueda de felicidad.-Sí, creo que confundimos comprar cosas con ser felices. Ser dueños, controlar, derrotar a un supuesto enemigo... Hay cierta glotonería relacionada a la felicidad. Y belleza, verdad, alegría, sabiduría, todo eso está unido. Y creo que tenés razón en que la búsqueda de belleza no está relacionada con la búsqueda de felicidad, pero iría incluso un poco más lejos: llegamos a un punto en el que nos olvidamos que nos olvidamos. Ni siquiera recordamos que hay algo por recordar. Estamos intentando abrirnos paso en este presente de exceso de información, en esta tecnósfera. Vivimos asaltados por un grupo de control narcisista, diabólico, patológico y destructivo que está tratando de destruir el mundo. Hay demasiado miedo en el aire. Pero los elementos están ahí siempre. Aunque ahora estén dispersos o suprimidos. Es por eso que hay aún más razones para que la belleza y la alegría se interpongan. Porque si tenés ambas, tenés fuerza en el espíritu y entonces estás listo para tomar coraje. Y si estás listo para ser alegre, estás listo para no caer en el fascismo. La belleza es un recordatorio no solo de la belleza estética sino de la belleza en las relaciones, en la autosuficiencia, en la familia, en la amistad que trasciende toda frontera. Así que sí, es tiempo de crecer, de madurar y de ser... Necesito y trato de brillar con la luz más luminosa que puedo llegar a ser.
Según el novelista incaico, todo se originó por un malentendido, pero la acidez del escritor de "El Aleph" no le perdonó lo que consideró una ofensa. Todo ocurrió tras una entrevista en Buenos Aires. Leer más
El escritor peruano publicó "Medio siglo con Borges", donde recopiló sus artículos, disertaciones y notas que había resguardado."Resucitaría a Borges para darle el Nobel que él también merecía", expresó sobre el autor argentino en la víspera de ser premiado en Estocolmo con el máximo premio de la Literatura.
Los homenajes adoptan muchas formas. Este viernes, a las 18.30, en la Sala Augusto Raúl Cortazar de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM) se presenta Golpe a golpe, conversaciones con Enrique Medina, de Matías Carnevale (Tandil, 1980), publicado por Ediciones Biblioteca Nacional y que se puede leer online y en forma gratuita en este enlace. Participan Carnevale, que entrevistó al autor de Las tumbas en varias ocasiones, José María Marcos y Enrique Molina. Medina, uno de los escritores más reconocidos en la segunda mitad del siglo pasado, nació el 26 de diciembre de 1937 en Buenos Aires; escribió más de cuarenta libros en una carrera de cinco décadas, algunos de ellos prohibidos durante la última dictadura militar.Entre otros títuÂlos, se destacan Sólo ángeles (1973), Las hienas (1975), Strip-tease (1976), Perros de la noche (1978), Las muecas del miedo (1982), Gatica (1991), El escritor, el amor y la muerte (1999), El Fiera, el pibe y los otros (2010) y Sinfonía infernal (2019). Su debut literario, con la exitosa y autobiográfica novela Las tumbas (1972), retrata la vida de chicos y adolescentes en reformatorios e internados. Ese libro, como otros suyos y de otros, estuvo "reverendamente prohibido" en los años de dictadura. Para ganarse la vida, trabajó como titiritero, peón, camarógrafo en Canal 11, docente y periodista."Trabajé en Coca-ÂCola, en Jabón Federal, en imprentas, en editoriales -dice Medina a Carnevale-. Ya ni me acuerdo. En esa época era muy fácil encontrar trabajo. Borges me consiguió trabajo en una librería". El autor de El Aleph también le dio consejos: escribir en cuadernos grandes, "dejando una diferencia de cuatro renglones, para poner todos los adjetivos posibles", y renovar lo escrito en las reediciones de los libros.Podría haber sido amigo de Borges, pero una crítica elogiosa sobre la película La intrusa, de Hugo Christensen, basada en el cuento homónimo, lo dejó fuera del ring. "Borges se enojó -recuerda en una de las charlas-. El que me dijo que le pidiera perdón fue Pepe Bianco, el director de Sur, que me quería mucho. Le había gustado muchísimo Las muecas del miedo. Yo escribí la nota sobre la película, a la que el director le da un cariz homosexual porque él era gay. En aquel entonces yo era un revolucionario y apoyé un poco la ondaâ?¦ Pepe Bianco me llamó para cagarme a pedos. Bianco también era homosexual, pero el grupo de amigos de Borges, Mujica Láinez, Mallea, el mismo Bioy, siempre lo cuidaban a él: si alguien escribía algo en contra de Borges, los demás salían en su defensa, sin que Borges se enterara. Bianco me dice: 'Eso está muy mal. No cabe que insinúes eso'. Siempre tuve una relación muy confusa con Borges, porque en aquel momento yo era un pelotudo de izquierda, muy revolucionario. A él lo teníamos como un baluarte reaccionario, aunque sabíamos de su calidad literaria y de su estatura. Ahora me avergüenzo horrores de todo eso. Yo podría haber sido muy amigo de él. Y yo era un engreído".Otros grandes escritores, como su admirado Isidoro Blaisten (le recomendó dar talleres de escritura cuando estaba "en la lona"), Antonio Requeni, Manuel Puig (le dio una foto de la actriz estadounidense Rita Hayworth para que usara en la portada de Sólo ángeles, su segunda novela), los hermanos Lamborghini, Pacho O'Donnell y Dalmiro Sáenz, se hicieron amigos de Medina. "Para mí, la literatura fue como una válvula de escape y un salvavidas que me ayudó a poder ubicarme socialmente en un mundo que, de otro modo, no sé cómo hubiera podido ser. Fundamentalmente, la literatura me dio mucho trabajo pero también me dio mucha felicidad", admite en diálogo con Carnevale. Las tumbas y Perros de la noche fueron adaptados al cine. Con Manuel Quiñoy, en la década de 1970, creó una editorial. "Hicimos dos o tres libritos. Después se vino la noche negra y a la mierda con todo", evoca."Yo tuve mucho orden en mi vida, así que decidí leer toda la literatura argentina -revela el escritor-. Lo mismo me pasó cuando me decidí a viajar, primero me propuse conocer toda mi Argentina, y la conocí toda. Creo que dentro del canon clásico he leído más o menos todo. Rescato muchas cosas, otras no tanto. Amo muchísimo a Martínez Estrada, que fue uno de los motivos por los que peleamos con Sebreli y no hemos vuelto a ponernos de acuerdo. Leía muchísimo a Quiroga, a quien empecé a leer en la escuela secundaria. Nosotros en las tumbas teníamos una educación muy buena, buenísima. Teníamos lenguaje y leíamos cosas importantes que nos transformaban y nos estimulaban para que siguiéramos ese derrotero".Por el éxito de sus novelas y libros de cuentos, asistió en la década de 1970 a uno de los programas de Teleonce: Almorfando con la Chona. "En una mesa de invitados que hacía la Chona [Haydée Padilla] imiÂtando a Mirtha Legrand -recuerda-. Yo ya había publicado Las tumbas y me invitaron como escritor, a Luis Sandrini como Luis Sandrini, sentado al lado mío, y a otros varios comensales. Siempre recuerdo que yo tenía en el bolsillo la foto con él de cuando trabajaba de mozo, me saqué una foto en la playa, porque él iba ahí con Malvina Pastorino y sus dos hijas. No me animaba a mostrársela, y la Chona me dice: 'Pero Enrique, vos no hablás nada' y me puse a decir pavadas, pero en el fondo yo pensaba que estaba en la televisión y que mi mamá estaba mirando y llorando a lágrima viva. Si yo muestro la foto, pensé, hago un bochorno, me pongo a llorar".Golpe a golpe fue realizado con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y, además de la edición digital, se publicaron ejemplares en papel. Cada uno cuesta $ 22.000."Medina fue muy importante para mí cuando estaba terminando la secundaria en 1997, 1998 -dice Carnevale a LA NACION-. Un amigo entonces me pasó para leer Las muecas del miedo, en una época en que se leían mucho las ediciones de Anagrama de Charles Bukowski. También leíamos a los beats como Kerouac y Ginsberg, y con el tiempo me pareció que Medina, a su manera, fue uno. Después seguí con Las tumbas, Strip-tease y otros. En 2017, cuando yo había empezado a colaborar para algunos medios regionales, lo entrevisté para el diario Los Andes, y retomé la lectura de sus obras. En 2021 me postulé a la Beca Creación del FNA, que terminé obteniendo". Así nació el libro de conversaciones. "Vi que faltaba uno, al igual que faltan un libro de ensayos y una biografía -agrega-. Me basé, salvando las distancias porque Sorrentino es un escritor enorme, en Siete conversaciones con Adolfo Bioy Casares, de Fernando Sorrentino. Completamos las entrevistas en seis encuentros en bares porteños entre 2021 y 2022; yo vivo en Tandil, así que la plata del FNA se desvaneció en el primer o segundo viaje. Después de un largo recorrido por distintas editoriales que rechazaron el proyecto, terminé, muy contento, firmando con la editorial de la Biblioteca Nacional".En las charlas, se aborda cronológicamente la obra de Medina. "Empezando con el camino previo a Las tumbas, novela a la que le dedicamos dos sesiones, la vida en los reformatorios, las lecturas que se hicieron de la novela, para seguir con los años ochenta y el retorno a la democracia, el fin de la censura, los noventa con el sida y la exclusión, las adaptaciones de sus libros, el rol de los best sellers, los 2000, las fantasías finiseculares, la cantidad de obras que publicó desde el comienzo de siglo, a razón de una por año; su partida de Galerna, el boxeo, los bares, el grupo Poesía Buenos Aires, algunas referencias al cine argentino y norteamericano", resume. En la introducción, editores y escritores como Christian Kupchik (que asocia a Medina con Roberto Arlt), Edgardo Scott, Luciana De Mello y Mariano Buscaglia, entre otros, reflexionan sobre "el arco narrativo" de la vida de Medina, que pasó de la popularidad a cierta forma del olvido en el canon literario local. "Esto es relevante porque Medina pasó de vender decenas de miles de ejemplares a ocupar un lugar más o menos relegado en la escena literaria -concluye Carnevale-. Un docente e investigador de renombre, que no aparece en el libro, me llegó a decir que pensaba que Medina había muertoâ?¦". Sin embargo, como un "grande" de las letras, sigue dispuesto a dar pelea.
Diálogo con Kike Ferrari, que en su última novela vuelve a ocuparse del mayor refererente de las letras argentinas, en este caso en una trama basada en su hipotético suicidio.
El ciclo televisivo Borges por Piglia, emitido en 2013, encuentra nueva vida en un libro.El volumen recopila las reflexiones del célebre escritor y crítico sobre la obra de Jorge Luis Borges. Editado por Daniela Portas, incluye guiones, entrevistas inéditas y análisis que redefinen la forma de leer a Borges.
Don Quijote nunca hubiese cambiado las mesetas de Castilla por las llanuras bonaerenses si no fuese por un abogado que contuvo la soledad infinita de las pampas armando una de las bibliotecas privadas más asombrosas que se hayan conservado en América Latina.Gracias a Bartolomé Ronco, Azul es una de las pocas ciudades cervantinas oficialmente reconocidas en el mundo. La tranquila ciudad, que fue creciendo en torno del pequeño fortín de frontera encargado por Rosas, goza así de un insospechado prestigio internacional en el mundo de las letras españolas.Para mayores de 60: ¿qué le pasa al cerebro cuando te jubilás?De haber llegado al País Azul, el noble hidalgo hubiera encontrado un paisaje a la desmesura de sus afiebrados sueñosâ?¦ y mangrullos en lugar de molinos. El Sancho Panza que hubiera reunido valor suficiente para acompañarlo en estas sierras podría haberse llamado Martín Fierroâ?¦ No hay que creer que todo es casualidad, pero el bibliómano Ronco coleccionó, con la misma meticulosidad y la misma obsesión, ediciones de la obra maestra de José Hernández.Como todas las grandes historias, la llegada del Quijote a Azul se merece un buen punto de partida. "A un lugar de la provincia de Buenos Aires de cuyo nombre nos acordamosâ?¦" llegó un día de 1908 un joven abogado frescamente diplomado. Al poco tiempo de asentarse y convertirse en un notable local, se dedicó a coleccionar ediciones de la obra de Cervantes. Esta pasión se convirtió en obsesión cuando falleció su hija única, a la par de su otro hobby: la confección de juguetes de madera. También impulsó la creación del Museo Enrique Squirru, al que donó una valiosa colección de platería gauchesca e indígena.Esa historia es la que cuenta el guía de la Casa Ronco, una típica construcción criolla con ochava, como las hay de a miles en esquinas de pueblos del interior. En la sala principal, donde empieza la visita, las paredes están cubiertas de libros, pero no se llegó todavía al sacrosanto corazón de la biblioteca. En el piso quedaron algunos juguetes de madera, los mismos que Ronco fabricaba en su taller y regalaba a los niños de Azul.Durante la primera parte de la charla se descubre que el abogado fue un incansable promotor de la lectura y la cultura en su ciudad y logró que la visitaran figuras como Borges, Rául González Tuñón o Rafael Alberti. Todos ellos viajaron a Azul para dar charlas o conferencias y para participar en la revista Azul, otra obra de Ronco. Algunos ejemplares se conservan en la biblioteca y muestran que entre los colaboradores estaban Jorge Luis Borges, Xul Solar, Roberto Arlt y Alfonsina Storni.Cuando Ronco empezó a reunir ediciones de la obra de Cervantes para atesorarlas en los estantes de su estudio, los tiempos de la frontera y del "desierto" no quedaban tan lejos. La pequeña localidad, que en aquellos años se estaba transformando en ciudad, recordaba todavía con mucha claridad el Malón Grande de 1875. Aquel año, la comarca fue atacada por miles de guerreros que mataron a cientos de personas y se llevaron a otros tantos, diezmando el incipiente partido. Unos años antes, el primer censo indicaba que Azul y su región contaban con 7000 pobladores. En las primeras décadas del siglo XX, muchos recodaban todavía aquella tragedia y la pudieron contar en primera persona a Bartolomé Ronco.Los estantes de la casa hablan por medio de los títulos de los lomos de los libros, cuidadosamente ordenados, y por algunas fotos familiares del matrimonio y su hija Margarita, fallecida a los 15 años. El guía, por su parte, se enfoca en señalar algunas ediciones más llamativas que otras y a recordar la vida del abogado y su matrimonio.Finalmente, se pasa al despacho, donde se conserva la colección cervantina. Las fechas de impresión, el tamaño, el trabajo de las encuadernaciones o la belleza de las ilustraciones son los criterios del guía para sacar algunos volúmenes de la hermosa biblioteca de madera maciza. Se pone guantes para manipular estos ejemplares y acercarlos a los visitantes.Los bibliómanos entran en un torbellino en el que giran más de 300 libros, cada uno más valioso o llamativo que el otro. Algunos están impresos con alfabetos exóticos, sea el hebreo, sea el japonés. También está la majestuosa edición con grabados de Gustave Doré y otra que fue ilustrada por Salvador Dalí. Las piezas más antiguas son españolas, del siglo XVII. Hay también varias del siglo XVIII, impresas en Francia, Bélgica e Inglaterra.Imposible ver los 300 y pico libros del Quijote. Además, en esta parte de la biblioteca, hay más de mil volúmenes, porque Ronco coleccionó todo lo que llegó a alcanzar en torno de la vida y la obra de Cervantes.A la muerte de su esposa, en 1985, fueron donados, como el resto, a la biblioteca de Azul. El mismo destino tuvieron las ediciones del Martín Fierro, menos numerosas, pero no menos valiosas, guardadas en otra pieza de la gran casona. @airesdecultura Azul ð??? Sierras, Arquitectura, campo y tranquilidad ¿Qué más podes pedir? Azul, a 300 kilómetros de Buenos Aires, nos sorprendió por su belleza y esencia, con grandes casas de principio de siglo y una hermosa zona natural de sierras y campo. Recorrimos su plaza principal ideada por el arquitecto Salamone, como así tambien otras obras que nos cautivaron por su inmensidad y belleza. Fuimos hasta Pablo Acosta a comer al @almacenacosta y disfrutamos de recorrer la escenina ruta 80. Nos alojamos en uno de los departamentos de @azulenlavalle , un lugar muy moderno, equipado con todas las comodidades para descansar y disfrutar. ¿Qué esperas para visitar Azul? Sin dudas te va a encantar ð??? Cuenta de turismo oficial @azul_esturismo #azul #salamone #turismo #sierras #pabloacosta â?¬ Natural - Florian Christl De los libros a las construccionesAzul es cervantina, pero también es salamónica. El caballero errante de las pampas no se desplazaba sobre un Rocinante extenuado sino con una avioneta, símbolo de la urgencia de una época marcada por el sello de la velocidad y del progreso. Francisco Salamone trajo el fulgor y el furor de los rugientes años 1930 hasta los rincones más aislados de la llanura y los empujó de lleno hacia la modernidad. Azul figuraba en su mapa y el doctor Ronco vio cómo se fue transformando su ciudad en pocos años, gracias a la impronta art déco y brutalista que le impuso el arquitecto cooptado por el gobierno de entonces. Era un estilo que provenía directamente de las urbes más pujantes del mundo, Nueva York, Moscú, París o Roma.Bartolomé Ronco estaba dedicado de pleno a completar su asombrosa biblioteca, cuando el arquitecto Salamone levantaba torres de hormigón y edificios de líneas estilizadas. Hubiesen sido molinos amenazantes para un Quijote aferrado al pasado. El Circuito Salamone de Azul está conformado por la portada del Parque Municipal, la monumental portada del Cementerio municipal, el edificio del Ex Matadero de Azul y el Cristo del Vía Crucis. La plaza principal de la ciudad también lleva muchos elementos propios del diseño del arquitecto.
"En un momento decíamos que el arte no se medía por la belleza, sino por la eficacia del mensaje. Ahora digo que el arte no se puede definir. Lo que sé es que no tiene límites, que no tiene reglas. Me interesa decir cosas y usar el medio que sea para ese fin", dice León Ferrari en Civilización (2012), documental dirigido por Rubén Guzmán. Premiado en el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse, el film sobre el artista reconocido con el León de Oro en la Bienal de Venecia puede verse ahora en el Centro Cultural Borges, donde cinco nuevas muestras se suman a otras para reflejar esa disolución de las normas en el proceso creativo.El exorcismo de Martha Peluffo, la hechicera que embrujó a los artistas de Buenos AiresBasta circular en torno al ave de grandes dimensiones ubicada en el espacio ortogonal que conecta la diversidad de todas ellas, con acceso gratuito, para coincidir con lo que busca Elba Bairon con esta escultura: "revelar la potencia del misterio en su máxima expresión". La luz cambiante que atraviesa la cúpula de vidrio aporta un clima propicio para encontrar paz en este oasis urbano, ubicado en el corazón del microcentro.Ya desde la entrada, sobre Viamonte y San Martín, la instalación de Augusto Zanela titulada S/T #2 (El primer día) invita a entrar en otra dimensión. Los tubos de luz que cuelgan del techo esconden "una lectura contemporánea del Génesis", que sólo podrá ser descifrada al salir, desde lo alto de las escaleras. Un enigma similar propone en el primer piso Marcolina Dipierro, con su muestra llamada Hacia. Curada por Mercedes Claus, simula con diversos objetos "ambientes potencialmente habitables", construidos en "la frontera entre el arte concebido de forma autónoma y el aplicado/funcional".Justamente, Frontera se titula la exhibición de fotografías presentadas en ese mismo piso, y seleccionadas también por Claus. Reúne obras de Erica Bohm realizadas durante su residencia en la Antártida Argentina en 2015, en diálogo con el proyecto La línea imaginaria de Darío Schvarzstein, con imágenes tomadas del Archivo de la Comisión Demarcadora de Límites con Chile de la CancilleriÌ?a Argentina (1892-1906). Durante todo el año, este espacio se destinará a exhibir trabajos de artistas contemporáneos que "revisan la utilización del dispositivo fotográfico como instrumento para la dominación de lo humano sobre lo no humano".Hay que subir un piso más para perderse en el recorrido azaroso propuesto por Cynthia Carllinni. Tiene que haber algo mejor después del horizonte se titula esta muestra interactiva que despliega instalaciones inspiradas en "las migraciones y las hibridaciones transfronterizas". "Es una escenificación automatizada pero densamente humana sobre las relaciones sociales, personales y amorosas en el mundo del trabajo -señala el curador, Joaquín Barrera-. El espectáculo de variedades, el freak show, la serie sobre su abuela inmigrante y peluquera y la mesa larga llena de papas conviven en sala con canciones de una nostalgia pagana, con palabras balbuceadas que suenan a una promesa rota, con la ilusión de una llamada que aproxime todo lo que se ve tan distante. Llorar, pero trabajando".El anhelo por un ambiente más amable atraviesa también las obras del Palais de Glace presentadas en diálogo con otras del Museo Nacional del Grabado en Temporada alta, muestra que aporta una posible definición de "verano" a través de múltiples disciplinas. Entre los artistas representados se cuentan Carlos Arnaiz, Marina De Caro, Gabriela Golder, Mónica Heller, Adolfo Nigro, Oscar Pintor y Marcela Sinclair.Otro tipo de pasaje, el que va de la vigilia al sueño, inspira la exposición titulada Un mundo que no consigue dormir. Curada por Fernando Farina y Elisabet Cabeza, abarca dibujos, pinturas, instalaciones y elementos de diseño de una docena de artistas que incluye a Eduardo Basualdo, Leo Battistelli, Daniel García, Verónica Gómez, Sebastián Gordín, Laura Ojeda Bär y Mariana Telleria.No es menor el hecho de que este circuito se complete con esculturas, grabados, pinturas, dibujos y bocetos de Líbero Badíi cedidas por el Museo Nacional de Bellas Artes, con la programación del Museo Nacional de Arte Oriental e incluso con Amantes, obra de Román Vitali exhibida en la vidriera del centro cultural. Tejida con 147.842 cuentas acrílicas facetadas, esta última integra la estructura de una cama y la pieza textil que la cubre. Una forma ideal de despertar al salir, ya de nuevo entre las bocinas que suenan sobre la calle Viamonte.Para agendar:Apertura de la temporada 2025 en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525), de miércoles a domingos de 14 a 21. Entrada gratis. Programación completa en centroculturalborges.gob.ar.
De viernes para sábado, el "mendigo de la literatura que al final se viste de gran héroe" -Diana Bellessi dixit- será agasajado en barrios de la ciudad de Buenos Aires, "patria chica" de poetas como Jorge Luis Borges, Baldomero Fernández Moreno, Alberto Girri y Alejandra Pizarnik, entre muchos otros. En ocasión del Día Internacional de la Poesía, que se festeja hoy, habrá lecturas, encuentros y festivales literarios; además, comienza la quinta edición del Festival de Poesía de Boedo, que se extiende hasta el domingo.El exorcismo de Martha Peluffo, la hechicera que embrujó a Buenos Aires en los sesentaEn la sede de la Sociedad de Escritoras y Escritores (SEA, Bartolomé Mitre 2815, 2° piso, oficinas 227 a 230), frente a Plaza Miserere, inicia a las 18 Poesía en la Estación. "Acompañanos en este viaje desde la estación de tren a recorrer el camino de la vida disfrutando de las melodías, el regreso a casa, el encuentro con la persona que amamos y la eternidad en un instante que nos deja la poesía", propone la SEA.Después de unas palabras de bienvenida de la presidenta del organismo, la escritora y periodista Flavia Pittella, abordarán en el primer viaje los poetas Norberto Barleand, Macarena Cordiviola, Alicia Grinbank y Nora Nardo, con coordinación de Enrique Solinas. Del segundo, participarán Carolina Esses, Juliette Massouh, Sebastián Olaso y Mercedes Roffé, con Graciela Aráoz al timón. Y del tercero, rumbo "al jardín de las delicias", viajarán dos grandes de las letras: Canela y Antonio Requeni, presentados por Solinas y Aráoz. Al final, habrá un brindis.La Biblioteca Evaristo Carriego (Honduras 3784) será sede de un recital de poesía y conversación con poetas a partir de las 18. Coordina Romina Godoy, y participan Carlos Battilana, Silvina Giaganti, María Malusardi, Marie Gouric y Tomás Litta.También a las 18, en Espacio Y. Lugar Cultural (Mansilla 2982), habrá un encuentro de poesía, relato y ensayo para forjar amistades literarias, con la presencia de Augusto Abelenda, Luis Benítez, Alejandro Bovino Maciel, Alberto Boco, Eugenia Cabral, Nicolás Goszi y Luis Polo.En La Boca, a partir de las 19, se desarrollará el ciclo del colectivo estacional e intermitente Arrojas Poesía, al Sur del Hemisferio, en el teatro y galería de arte Querida Elena (Pi y Margall 1124). Será una triple celebración por el Día Mundial de la Poesía, la esperada llegada del otoño y san Benito Quinquela con muestra, rituales, poesía, teatro y música.¿Verdadero o falso? Disputa entre el Museo Van Gogh y un coleccionista por una obra firmada por un tal "Vincent"El artista Carlo Pelella, que murió en diciembre de 2024, será recordado por la activista ambiental Lorena Suárez y amigos y discípulos, y se expondrán obras suyas. El poeta Adrián Taylor y el saxofonista Giuseppe Puopolo evocarán a la poeta y fundadora del Laboratorio de Letras, Bárbara Tarquini.Habrá música de jazz con el contrabajista Nicolás Ojeda y el saxofonista Luis Nacht, que tocarán juntos por primera vez. Y leerán los escritores de VaPoesía: Marta Miranda, Ricardo Rojas Ayrala y Luis Miguel Rivas. Lizzie Waisse, creadora del musical Benito de La Boca, leerá un fragmento de la obra que vuelve al barrio en su tercera temporada y recorre la vida del maestro boquense Benito Quinquela Martín, elevado a "santo popular" de los porteños. En la Feria Flor de la Ribera, se expondrán pinturas y copias de Alejandra Fenochio y Marcela Lescaubora, además de libros. Y en el cierre, leerá la pareja de escritores conformada por Luciana de Luca y Santiago Craig.La entrada, para apoyar la cultura y la gestión independiente, es "a la gorra". Conduce el colectivo en esta edición, Marta Sacco, de Arrojas Poesía, con la colaboración de Marta Miranda de VaPoesía y Eduardo Spíndola de Querida Elena.A las 19, en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (avenida Corrientes 1543, 3° piso), el Centro PEN Argentina convoca a una nueva edición del ciclo Libera la Palabra, en el que leerán los escritores Nora Strejilevich, Roxana Artal, Miguel Gaya, Unai Rivas Campo y César Saravia.Festival de Poesía de BoedoDe viernes a domingo, se hará el 5º Festival de Poesía de Boedo, que comienza este viernes a las 19.30 con un recorrido histórico-poético por las calles del barrio. Durante más de dos horas, se leerán poemas y habrá intervenciones con performances y música en diversos lugares emblemáticos del barrio. El punto de encuentro es en la arquetípica esquina de San Juan y Boedo.Sábado y domingo, la sede del festival será el Centro Cultural Julián Centeya (San Juan 3255). De 14 a 19, habrá mesas, disertaciones, lecturas de poesía, dibujo en vivo y un show musical acústico a cargo del trío Subotovsky-Roascio-Tesoriero. En los dos días, se presentará la antología Simetrías, con poemas de los veinte autores seleccionados de la convocatoria organizada por la editorial Clara Beter en 2024.Este año, participan como invitados especiales los escritores y periodistas Reynaldo Sietecase y Canela, que presentarán sus últimos libros en los cierres del sábado y el domingo, respectivamente. Durante el festival se desarrollará una feria de editoriales independientes de poesía y se inaugurará la muestra colectiva de artes visuales Homenaje a Álvaro Yunque y las infancias de Boedo.El evento, con entrada libre y gratuita, está organizado por María Inés Martínez y Gito Minore, y cuenta con el auspicio del programa Mecenazgo de la ciudad de Buenos Aires y el apoyo económico del Banco Comafi.
Es trabajador del subte y destacado escritor de género policial.En su nueva novela, el enigma parte de un intento de suicidio de Jorge Luis Borges.El libro dispara un apasionante recorrido por las letras argentinas.
Un sutilísimo libro de la ensayista Nora Avaro -El hombre que vio al oso- redibuja, lupa en mano, un original mapa de las letras argentinas desde una óptica biográfica.
Ricardo Piglia, en su famoso curso sobre Borges, ofreció una visión única y profunda de la obra del escritor argentino. A través de lecturas de sus relatos canónicos, analizó las complejidades de la memoria, la política y la cultura. Publicado ahora en libro, este curso se convierte en una referencia fundamental.
Por mucho tiempo se consideró que Borges no había leído ni tomado en cuenta a Roberto Arlt. Nacido en el año 1900, es decir, un año menor que Borges, Arlt fue el primer novelista moderno y urbano argentino, rompió con la tradición de una literatura rural y decimonónica que giraba en torno al Martín Fierro. Vivió solo 42 años. Su vida fue turbulenta y estuvo signada por la severidad y el sadismo de su padre inmigrante, la pobreza, la muerte por tuberculosis de sus dos hermanas, la expulsión de varias escuelas y la huida de su casa cuando era un adolescente.El "Grupo de Boedo", al cual la crítica lo adscribió, aludiendo a la calle periférica de la editorial Claridad, en la que sus miembros publicaban, y del café El Japonés, donde se juntaban, se caracterizaba por su temática social, sus ideas de izquierda y su acercamiento al movimiento obrero. El antagonista era el "Grupo de Florida", que integraba Borges, nucleado alrededor de la revista Martín Fierro, cuya sede quedaba en pleno centro de la ciudad, Florida y Tucumán, y del Bar Richmond, que también estaba en la calle Florida, una zona por aquella época muy refinada. Este segundo grupo se centraba en la elegancia estilística, el europeísmo y la aparente despreocupación por los temas sociales.Sin embargo, en 1970, cuando tenía 71 años, Borges publicó un cuento en el libro El informe de Brodie cuyo título es "El indigno". Relata la historia de un librero judío, Santiago Fischbein, hombre culto y sensato, huérfano de padre, que de adolescente había trabado amistad con un compadrito llamado Francisco Ferrari, que solía hacerse respetar aun en los barrios bajos y bravos. Ferrari urdió un robo a una fábrica textil donde trabajaba una parienta y designó a Fischbein para que hiciera de campana. El asalto estaba previsto para un viernes a la noche. Dos días antes Fischbein fue a la policía y contó lo que Ferrari estaba tramando. El que lo atendió, un tal "Alt", le dijo que cumpliera la misión que Ferrari le había encargado pero que, cuando viera llegar a la policía, no avisara. Así sucedió: la policía entró a la fábrica cuando los ladrones estaban adentro y, aunque Ferrari no opuso resistencia porque andaba sin revólver, lo mataron sin piedad.Recién en 1981 el escritor Ricardo Piglia, un especialista borgiano, reveló en su novela Respiración artificial que este cuento escondía una secreta relación con Roberto Arlt. No por nada en el prólogo del libro, como al pasar, Borges cita a Arlt y luego, en la trama del mismo cuento, el empleado que recibe a Fischbein en el departamento de policía, cuando va a delatar a Ferrari, se llama "Alt". Son pistas que Borges va soltando, migas que deja caer, como un hilo de Ariadna.En 1926, cuando Arlt tenía 26 años, escribió la novela El juguete rabioso, cuyo personaje central, Silvio Astier -que era corredor de papel, es decir que vendía la materia prima del libro-, otro huérfano de padre, es invitado por el Rengo -un cuidador de carros en la feria de Flores, trabajo de las capas bajas de la sociedad-, a realizar un robo en la casa del Ingeniero Vitri, el patrón de su novia, que trabajaba allí de mucama. Astier se presenta en la casa de Vitri y le cuenta todo. El Rengo y su novia intentan el robo y terminan presos.Las similitudes son evidentes. El tema más obvio es la traición, pero hay un interrogante que circula por detrás de las delaciones: ¿por qué el librero Fischbein y Silvio Astier delatan? Lo primero que salta a la vista es que ambos, que vienen de una clase media baja, quieren progresar dentro de la sociedad, no quieren atacar el derecho de propiedad sino incorporarse al flujo de bienes que la sociedad trafica. Para Fischbein el mundo pintoresco pero lumpen de Ferrari es atractivo pero, a la vez, no representa lo que él quiere en la vida: su utopía es ser un intelectual, manipular libros, compilar una antología de Baruch Spinoza y ser amigo de Borges. En paralelo, Astier ve en el Rengo todo lo que no quiere ser. Del mismo modo que los dueños de la tejeduría, el Ingeniero Vitri y la policía representan para ambos el mundo pequeñoburgués al que aspiran y la legalidad que custodia ese mundo.Pero tanto Fischbein como Astier podrían haber rechazado las ofertas de Ferrari y del Rengo, sin necesidad de incurrir en el acto canallesco de la delación. El problema es que, en ciertas sociedades y en ciertos momentos, muchos sienten que progresar requiere sobreactuar los rasgos perversos, mostrar a los que uno quiere seducir que se está dispuesto a traicionar a sus pares para congraciarse con los que tienen dinero y poder. Las delaciones no serían, a la luz de este análisis, actos gratuitos, meramente canallescos, sino el precio que los que no nacieron en cuna de oro tienen que pagar para acceder a la integración social. O se es chorro -y se elige atacar a la sociedad- o se es buchón -y se elige mandar al muere a sus compañeros de clase para confraternizar con los de la clase más alta.Adviértase que en las dos historias los que reciben la delación, el policía Alt en el caso de Fischbein y el Ingeniero Vitri en el caso de Astier, sienten la incomodidad de estar frente a batidores, que es una de las escalas más detestables incluso para las capas medias y altas. El policía Alt y el Ingeniero Vitri, en un enroque de valores, cuestionan los actos de Fischbein y Astier, pero eso no impide que en un caso Alt mande a matar a Ferrari y su pandilla y en el otro Vitri mande presos al Rengo y a su novia; es decir, que la burguesía se queda con un doble botín: con una reapropiación ética y con los bienes que le querían arrebatar.La legalidad del mundo honrado tiene un doble estándar pero, como ha señalado con agudeza Carlos Gamerro, ambas plusvalías -tanto la ética como la económica- se las quedan los burgueses. Los colaboracionistas son despreciados por pobres y por colaboracionistas.Sin embargo, me parece pertinente hacer una distinción. El cuento "El indigno" de Borges es un homenaje cifrado, una compensación simbólica a El juguete rabioso y a Roberto Arlt, a quien no se privó de criticar en entrevistas públicas. Así como algunas veces Borges inventaba autores para hacer citas imaginarias, otras veces oscurecía, taponaba, disfrazaba obras reales para sembrar pistas que pudieran ser descubiertas en otros tiempos, como esas cartas que se dejan para ser abiertas dentro de 200 años.En la obra de Arlt no hay duda de que está presente el conflicto de clase: él tenía ciertas ideas revolucionarias, como parece probarlo su novela Los siete locos. Tal vez con la historia de El juguete rabioso les está diciendo a los Silvio Astier que no vale la pena rebajarse tanto, que igualmente los burgueses no los van a querer. En el caso de Borges y "El indigno", el conflicto de clase también está, pero en tanto citación, en clave de homenaje a Arlt, no en cuanto concierne a sus propias ideas políticas, que por lo demás nunca fueron del todo claras.No olvidemos que, solo seis años después de este relato, Borges recibió en Chile una condecoración "honoris causa" de manos del dictador Augusto Pinochet y, en esa ocasión, pronunció un discurso comparando la forma geográfica de Chile con una espada justiciera que ponía fin al desatino interno desatado por el comunismo. No solo ya habían pasado tres años del golpe de Estado, no solo se sabía de los arrestos masivos y de los asesinatos perpetrados por el propio Estado, como el de la militante "Lumi" Videla en 1974 -cuando tiraron el cadáver dentro de la Embajada de Italia, en represalia porque aceptaban refugiados-, sino que ese mismo día 21 de septiembre del 76 en el que Borges recibía la distinción, en Washington, en un atentado de carácter político del cual es muy difícil desmarcar a Pinochet, resultaron asesinados el excanciller Orlando Letelier y su asistente, Ronni Moffitt.¿Qué significa entonces en Borges la actitud de Fischbein, además de ser un críptico homenaje a quien había renovado la forma de escribir en la Argentina? Si prestamos atención a la trama de "La intrusa", otro cuento de El informe de Brodie, encontramos a dos hermanos inseparables, los Nilsen. Uno de los dos, Cristian, el mayor, se llevó a vivir con él a una mujer, "la Juliana". Al poco tiempo los hermanos empezaron a compartirla, lo que trajo problemas entre ellos que redundaban en que no pudieran trabajar bien y progresar. Otra vez la idea del progreso social. Entonces fueron y la vendieron en un prostíbulo. Pero la extrañaban y alternativamente visitaban ese prostíbulo para tener relaciones con Juliana. Borges señala: "Los dos habían cedido a la tentación de hacer trampa". Para tenerla más a mano, la recompraron. Pero, como volvieron a las andadas, la borraron. Con gran poder de síntesis, un hermano le dice al otro: "A trabajar hermanoâ?¦ Hoy la maté".Me parece interesante la comparación: vender a Juliana en un lupanar no bastó, era una solución imperfecta, defectuosa, necesitaban que no estuviera más, que desapareciera completamente, para que esa pasión malsana que los pervertía no tuviera el objeto pasivo donde prender y desarrollarse. Del mismo modo, a Fischbein rechazar la oferta de participar en el robo que le había propuesto Ferrari no le bastaba, porque él quería ser un librero y un intelectual, pero llevaba un compadrito adentro al que tenía que liquidar. Y para matar a su propio compadrito interior necesitó delatar y que la policía "ardiera a balazos" a Ferrari y sus pandilleros.De modo tal que en Borges poner en circulación la delación de Fischbein, como un vicario secreto de Astier, más que un conflicto entre clases sociales es una solución existencial. Los emplastos no sirven, los problemas se resuelven de modo definitivo. Si solo se tapan y remiendan, vuelven, porque lo oculto, eso que los franceses llaman cache para referirse a Argelia, pugna siempre desde lo subterráneo, como una infección. Tal vez por eso a Borges no le pareció del todo mal que Pinochet resolviera el problema de Chile del modo en que lo hizo, con la espada justiciera.Durante muchos años no me traté con María Kodama, porque yo era amigo de María Esther Vázquez, su archienemiga. Ya muerta María Esther, tropecé con Kodama en algunas reuniones sociales: primero en la Embajada de Francia, luego en la casa de unos amigos en común. Y así fue que el viejo recelo se disipó y entablamos una buena relación. Una de las últimas veces que la vi fuimos juntos del departamento donde habíamos compartido una comida. Recuerdo que me pidió permiso para tomarme del brazo, mientras caminábamos hasta el garaje. En el último año de vida, ella había dejado su casa de la calle Rodríguez Peña y se había ido a vivir a un hotel en Recoleta, según decía porque le resultaba más fácil estudiar donde no sonaban constantemente el teléfono y el timbre. Sospecho, sin embargo, que ya sabía de su enfermedad y temía morir sola y ser descubierta varios días después; en un hotel, en cambio, si el personal golpea para limpiar y nadie responde, entran y revisan. Una suerte de precaución póstuma.La llevé aquel día en mi auto, paré en la dársena de acceso del Loi Suites y, como por suerte nadie me apuró, nos quedamos allí charlando una media hora más. Me contó una anécdota que pretendía pintar a Bioy Casares, el amigo de toda la vida de Borges, como un canalla, aunque a ella le molestaba no tanto el presunto rasgo de traidor sino el de donjuán (esa fue la palabra que usó). En una oportunidad, en el departamento de Posadas de Bioy y Silvina, en un momento en que Borges fue al baño y Silvina a la cocina, Bioy le habría pedido a Kodama su número de teléfono, con el pretexto de que su cara era perfecta para ser fotografiada; como se sabe, a Bioy le gustaba sacar fotos. Siguió: "Esperé un poco, hasta que Borges volviera del baño, y le dije que no necesitaba mi teléfono, que cuando quisiera le dijera a Borges y él me avisaba".No sé si la anécdota fue o no real, ella me la contó con esa voz pausada y casi imperceptible en aquella noche de Buenos Aires, en la intimidad de ese tiempo suspendido que nos confería la cápsula blindada del automóvil. Es verdad que Bioy era un picaflor irredimible, pero no imagino a Borges y Bioy compartiendo a Kodama como los Nilsen a "la Juliana", ni siquiera a Bioy traicionándolo, como Fischbein a su amigo. Prefiero quedarme con aquella frase que Bioy Casares larga en la entrada del 14 de junio de 1986, en el monumental Borges de Bioy, cuando va a pedir algo a un diariero cerca del café La Biela y recibe la noticia de la muerte lejana, en Suiza: "Fui a otro kiosco de Callao y Quintana, sintiendo que eran mis primeros pasos en un mundo sin Borges".Este texto es una síntesis de la conferencia que el autor ofreció el 6 de febrero en la Feria del Libro de Nueva Delhi, India, en un evento dedicado a Borges y organizado por el Instituto Cervantes del que también participó Osvaldo Ferrari.
Se puede veranear con gran estilo gracias a la nueva exposición en el Espacio Bon Marché del Centro Cultural Borges (CCB, Viamonte 525), anfitrión por cuarto año consecutivo del Palais de Glace debido a la paralización de las obras de refacción en la sede de la institución desde los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández (en 2018 se instaló en la Manzana de las Luces). El Gobierno confirmó ayer a LA NACION que la obra será licitada nuevamente, lo que implica que no hubo avances desde el cambio de autoridades. "La vamos a terminar como sea", se comprometió el Secretario de Cultura Leonardo Cifelli. La colección y el archivo del Palais continúan en la Manzana de las Luces, y las oficinas del personal, en el CCB.Un siglo de art déco, el estilo cinematográfico que Buenos Aires adoptó con pasión pioneraTemporada alta. Un verano con el Palais de Glace reúne trabajos de grandes maestros y de artistas contemporáneos en una exhibición que explora los imaginarios asociados al verano, época de celebraciones, chapuzones y ocio, así como también de contemplación y retiro. Muchas de las obras jamás habían sido expuestas, así que hasta el 27 de abril, en el horario de 14 a 21, de miércoles a domingo, habrá oportunidad de verlas "cara a cara", con entrada libre y gratuita (y las mochilas por delante, como recomienda el personal de seguridad, para no destruir piezas por accidente).Se exhiben en el segundo piso del CCB más de cuarenta pinturas, textiles, dibujos, instalaciones, grabados, cerámicas, esculturas y videos de los valiosos acervos del Palais de Glace y del Museo Nacional del Grabado. La directora de la institución, la historiadora del arte María Paula Zingoni, y el equipo de curaduría integrado por Carlos Badillo, Emmanuel Franco, Nora Lobo, Cecilia Martínez y Danila Desirée Nieto, hicieron lo posible para que se luzcan en la sala rectangular asignada por los anfitriones. Un video muestra al sólido equipo de investigación en acción.En el umbral de la sala, da la bienvenida a los visitantes la escultura Al sol, de Antonio Dresco (creador del Monumento a España), una de las "joyas" de la exposición junto con obras de Marcela Sinclair (una impactante pileta "deconstruida", Premio Adquisición de Artes Visuales 8M, en 2022), Mirta Kupferminc, Carlos Arnaiz, Mariana López (con una instalación de telas "secadas al sol"), Adolfo Nigro, Malena Pizani, Luis Seoane y Gracia Cutuli, con un hermoso telar que obtuvo el Gran Premio de Honor del primer Salón Nacional de Tapices, en 1978. El arco temporal de las obras va desde 1930 hasta la actual década del siglo XXI.Las obras se agrupan en "núcleos temáticos" vinculadas con la naturaleza, el ocio, la introspección, el reposo y la diversión. El Museo Nacional del Grabado aportó trabajos de Domingo Bucci, Víctor Delhez, Horacio Deangelis y Ernesto Pesce, entre otros. Dos premiados videos de Mónica Heller y Gabriela Golder abordan el verano con humor y poética nostalgia, respectivamente."A lo largo de la historia del arte argentino, numerosos artistas han formulado sus propias ideas acerca de este tópico, muchas de las cuales se reúnen en esta sala -se lee en el texto curatorial-. Las altas temperaturas aumentan el deseo de escapar hacia entornos más amenos. Aquellos lugares y costumbres que retornan a partir de cada solsticio de diciembre -como las playas de Mar del Plata, los espectáculos circenses, el picnic, el carnaval, el sol y el río- son algunos de los temas que verán representados".Playas, piletas y palanganas; desnudos femeninos, sirenas de Marina De Caro, niños, escenas circenses de Alberto Klix y Oscar Soldatti y paisajes rurales; interiores dorados por la luz del sol, marinas y animales pueblan la muestra colectiva, acompañada de un programa de actividades públicas que incluye visitas guiadas (viernes, sábados y domingos a las 17) y talleres para grandes y chicos."Estoy muy satisfecha con la muestra con la que el Palais de Glace inaugura su temporada 2025 -dijo Zingoni-. El trabajo de investigación y curaduría realizado por el equipo de profesionales del museo sobre la colección aporta nuevas miradas y relecturas. Del mismo modo, los programas públicos, pensados para fomentar el conocimiento y la sensibilidad hacia la producción artística, ofrecen diversas alternativas para aproximarse a las obras". La muestra será inaugurada oficialmente, con la presencia de las autoridades de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 19 de marzo, días antes del final de la "temporada alta".Llamado al Salón Nacional de Artes VisualesLa convocatoria al 112° Salón Nacional de Artes Visuales (SNAV), que correspondía a 2024, se publicó ayer en el Boletín Oficial; este año deberá hacerse también el llamado del 113° SNAV. "Como sucede desde 2018, son tres premios adquisición de las tres mejores obras -confirmó Zingoni-. En cuanto al edificio, es un proyecto prioritario para esta gestión, y este año hemos creado la Asociación de Amigos del Palais de Glace con la expectativa de generar financiamiento mixto, público y privado". También contó que se trabaja en un proyecto de digitalización del archivo del Palais para presentar ante Mecenazgo.Para agendarTemporada alta. Un verano con el Palais de Glace. De miércoles a domingos, de 14 a 21, en el Espacio Bon Marché del segundo piso del Centro Cultural Borges, en Viamonte 525, con entrada libre y gratuita.
Con el "eterno retorno de lo mismo" (que tanto interesó a Borges) cada tanto vuelven problemas que ya parecían en gran medida superados, como los referidos a derechos humanos, diversidad, equidad de género, inmigración y otros. Son cuestiones que, como se sabe, siguen siendo de gran actualidad y tienen que ver principalmente con la cultura de las sociedades.Por eso continúan siendo tema central de películas y es el caso de El Brutalista, que se estrena hoy en la Argentina, que ya recibió premios y puede ser ganadora en la próxima entrega de los Oscar.Sale a la luz una reliquia del Cervantes que sobrevivió al trágico incendio del teatroEs una coproducción internacional entre Estados Unidos, Reino Unido y Hungría, protagonizada por Adrien Brody como László Tóth, un arquitecto judío nacido en Hungría que sobrevive al Holocausto y emigra a Estados Unidos, donde lucha por alcanzar el sueño americano hasta que un cliente rico cambia su vida.En el genial film de Brady Corbet, con un guion que coescribió con Mona Fastvold, en los primeros minutos aparece la frase del Fausto de Johannn Wolfgang von Goethe: "Nadie es más esclavo que quien falsamente cree ser libre".Esas palabras bien pueden aplicarse a ese personaje central, el hombre rico, para quien luego de serias dificultades, una pesadilla más que un sueño, el inmigrante arquitecto hace una novedosa biblioteca. Curiosamente ese millonario dice que leyó sobre una "biblioteca infinita", quizá refiriéndose a "La biblioteca de Babel", de Jorge Luis Borges.En la película se destaca todo lo que es arquitectónico, porque se refiere al estilo brutalista, de moda en el Reino Unido en los años 50, con construcciones minimalistas que muestran elementos desnudos como el concreto o ladrillo a la vista, que enfatiza elementos estructurales más que decorativos.En cierta forma hay similitud con la biblioteca del cuento de Borges, que se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores. En el texto quien narra se refiere a epidemias, discordias heréticas, peregrinaciones, suicidios, y sospecha que la especie humana está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta. Insinúa que la biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). O sea que podemos imaginar que existe un orden y un cierto eterno retorno. Pero la cultura está para salvarnos.Tiene diez nominaciones al Oscar, dura más de tres horas y es una de las favoritas de la temporada de premiosAdemás, el mito de Babel cuenta la historia de hombres soberbios que comenzaron a construir una torre para llegar al cielo sin consultar a Dios, y el Eterno Padre los castigó con la confusión de lenguas para que no pudieran entenderse. Es lo que sucede en la película; el magnate no logra entender al arquitecto, un inmigrante que no puede comprender al hombre rico y todo lo que esa sociedad quería representar.Hoy continúan esas mismas dificultades y eso se nota en los discursos y reacciones, una confusión de lenguas, mientras se discuten derechos.Entonces ¿seguimos igual que al comienzo de los tiempos? Borges dijo que no, que creía en el progreso, aunque advirtió que sus palabras eran más una expresión de la esperanza que de la lógica. Al considerar la historia universal, creía que existe un progreso moral inevitable. Ilustró: "No sé si la gente ahora es menos cruel que anteriormente...Pero en el presente observo que incluso si las gentes son crueles, incluso si a menudo son despiadadas, tratan de justificar su crueldad, mientras que existió una época en la que un rey, por ejemplo, podía ser inocentemente cruel sin tener necesidad de justificarse".Podemos decir que se cuestionan programas que defienden la diversidad, la equidad, la inclusión y el medio ambiente, las acciones sociales, la sustentabilidad, pero existen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (de la ONU), para los que muchas grandes corporaciones quieren avanzar en su cumplimiento.Y existe la cultura, que es la que va a salvar la humanidad. Como en la obra de Borges "De la salvación por las obras". En ese texto, que está en Atlas, escrito por Borges en colaboración fotográfica con María Kodama, se cuenta que las divinidades del shinto estaban tristes. Una de ellas señaló que le habían dado de todo a los seres humanos: las aguas, los peces, los siete colores del arco, las generaciones de las plantas y de los animales, el día plural y la noche una, y el don de ensayar algunas variaciones. Y que el hombre imaginó variados instrumentos y un arma invisible que puede ser el fin de la historia. Entonces propuso que antes que ocurra ese hecho insensato, borren a los hombres. Pero otra divinidad dijo que es verdad que han imaginado "esa cosa atroz", pero también hay otra, que cabe en el espacio que abarcan sus diecisiete sílabas: entonó un haiku y la divinidad mayor sentenció: Que los hombres perduren.La biblioteca es infinita y la salvación vendrá por las obras de la cultura.El autor es sociólogo, periodista, escritor, vicepresidente de la Fundación Borges y director del Foro Ecuménico Social
En De Borges al rock, Martín Pérez Calarco traza recorridos históricos y culturales que van de los clásicos Facundo y Martín Fierro a sus derivas multidisciplinarias en el cine, la historieta y, en particular, el rock nacional. Partiendo del concepto de "lo clásico" acuñado por el propio Borges, este ensayo innovador posee además la virtud de la claridad.
La sede que Jorge Luis Borges dirigió renace como el Centro de Estudios Borgeanos.Se trata de un espacio para preservar y difundir su obra. Ubicada en el histórico edificio de calle México, Clarín visitó la restauración arquitectónica.
Un maestro lee a sus alumnos de cuarto grado El fantasma de Canterville. Mariano Tenconi Blanco, un estudiante del aula, es capturado por el entusiasmo de su docente y la historia de un alma en pena que vive en un castillo y se anima a hacer su propia versión del relato. Escribe a mano en un bloc de hojas del trabajo de su papá, que tenían el sello de una conocida marca de vermut. Junta el montón de papeles, los abrocha y le pone como título El fantasma de Greenwich, ya que lo asocia con el meridiano, otro tema que aprendía por esos días en la escuela. De ese primer libro a convertirse en un autor y director de teatro que sostiene espectáculos en cartel durante más de seis temporadas, que puede estrenar en los circuitos comerciales, independientes y oficiales sin soltar la complejidad de sus propuestas, sucedió un punto de inflexión: dejar la prosperidad de un trabajo como vendedor y asumir el riesgo de consagrar su vida a un dios que para él se llama "Teatro". "Es más complejo y profundo creer en los dioses griegos que creer en el dinero", dice, y revuelve la bombilla del mate a días de viajar a Madrid, donde presentará La mujer fantasma, obra en coproducción con la compañía catalana T de Teatre en el Centro Dramático Nacional de España.Antes del famoso salto al vacío que significó dejar todos los caminos previsibles por el teatro, la vida de Mariano Tenconi Blanco era el claro ejemplo de una familia de clase media trabajadora, que le inculca a su hijo la importancia de tener un estudio que le diera una rápida salida laboral. Su papá arrancó a los 16 años, cuando se instalaba en el hall de un edificio y ayudaba a descargar cajas a un vendedor, con tanta insistencia que un día le dijo: "¿Querés trabajar? Estas son máquinas de escribir, necesito que las vendas" y así comenzó a viajar por el país vendiendo un objeto que será, mucho después, el principal motor de pasión y trabajo para su hijo: la escritura. Pero esa noción todavía no estaba tan clara para esta familia que le pedía al joven Mariano que aprenda inglés y elija una carrera que le dé trabajo. A los 14 años, ya era un lector de Céline, Dostoievski y Borges. Un mundo interior que puede convivir con el del adolescente promedio de la época, que mira con devoción Montaña rusa y siente que Nancy Dupláa es la primera mujer que amó.Al igual que su papá, la vida de Mariano en modo vendedor arrancó muy joven. Pasó de empresas chicas hasta una multinacional. Lo primero que hizo fue vender papeles y dispensers para baños, para secarse las manos. Estamos a comienzos de 2000 y estos dispensers se traían desde Suecia. "¡Toallas hechas con papel sueco! Yo iba a los bares de Parque Patricios que tenían colocados estos dispensers y la crisis era fatal, estaban todos los restaurantes vacíos, las peluquerías vacías, los cafés vacíos. Los clientes me decían: 'Flaco, con suerte voy a poner un rollo de cocina para que la gente se seque las manos, no te voy a comprar nada. ¿No ves cómo estamos?'. Yo mismo pensaba: ¿Por qué nos tenemos que secar las manos con toallas suecas? ¿No se pueden fabricar acá? Iba con un maletín, una cara de nene terrible y me sacaban en dos minutos. Creo que lo poco que vendí, fue porque me tuvieron lástima".Charly García y el fitito rojoEl hijo cumple con el mandato familiar y se recibe a los 22 años de licenciado en Marketing. Lo más cercano que pudo encontrar al uso de cierta versión de la imaginación, si su vida iba a estar dedicada a la publicidad. En su mente, navegan desordenados cierto acceso a las artes: su lectura autodidacta, la música que escuchaba su papá, sobre todo Charly García, en un fitito rojo que siempre estaba arreglando y las películas que veía con su mamá. "Una canción o una película me fue llevando a otras. En un momento me compré un álbum que se llamaba Artaud y luego quise ver quién era esa persona. Eso me llevó a leer a Rimbaud y así fui armando una constelación de artistas", cuenta.La incertidumbre laboral cambió con el paso del tiempo y el título bajo el brazo. A los 25 años, consigue un trabajo para una empresa norteamericana que fabricaba vasos térmicos. "Me pagaban un fangote de plata, me daban un auto para trabajar y la nafta gratis y viajaba dos veces por año a los Estados Unidos". Ahí, cuando las condiciones eran inmejorables, cuando Mariano ya no daba lástima, entiende, también, que no es feliz y decide renunciar. Para sus padres, la decepción es total. Un hijo que estaba bien plantado en la vida, ¿deja todo por el teatro?La decisión se había masticado un poco antes, durante sus clases en Puán, la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Empieza a leer dramaturgos argentinos como Rafael Spregelburd, Alejandro Tantanian, Daniel Veronese y Javier Daulte, se hace amigo de actores y actrices que lo invitan a sus clases de teatro y hasta participa como oyente de los famosos cursos del director Ricardo Bartís. La universidad le ofrece un sistema de lectura. "Aprendí a poner en relación los textos, es una lectura creativa, que es una forma de enseñarte a escribir", dice. Ya en este momento, llega la que considera la mejor decisión de su vida: Alejandro Tantanian le ofrece ser asistente de dirección en el espectáculo Las islas, una versión escénica de la novela de Carlos Gamerro sobre Malvinas. Si en su trabajo le pagaban 10, en esta propuesta como mucho iba a ganar dos y además eran solo dos meses de trabajo, pero él aceptó. Renunció a todo, devolvió auto, viajes, sueldo, maletín y empezó a ensayar. Se dice a sí mismo: encontré mi deseo, después veré de qué vivo.La primera obraEn 2010 estrenó su primera obra, Montevideo es mi futuro eterno, con el foco puesto en los movimientos políticos armados que surgieron en la década del 60. Desde ahí, su trabajo comienza a navegar entre distintos puntos de la historia del Río de la Plata, la tradición de sus escritores y los juegos del teatro. Espectáculos como La vida extraordinaria, Todo tendría sentido si no existiera la muerte y Las cautivas fueron una auténtica irrupción en el mapa del teatro porteño. Su vuelo literario y el diálogo que establece con los grandes textos de la literatura universal, las relaciones con la historia y la reescritura desde la ficción de ciertos mitos fundacionales, el humor desenfrenado y la vuelta a la narración, han sido los puntos fuertes con los que Mariano Tenconi Blanco consolidó su carrera como dramaturgo y director. "Me conmueve pensarme en relación con la historia de la literatura. Cuando escribo no pienso que soy un tipo de 40 años en 2025 que está haciendo una obra para estrenar en un mes, sino que hay un montón de hombres y mujeres que hicieron cosas y yo estoy con ellos, de alguna manera. Desde Shakespeare en el 1600 hasta Manuel Puig. Hay algo que nos trasciende. Cuando ensayo en el Teatro San Martín y dice "Hall Alfredo Alcón", pienso en él y en tantos actores y actrices geniales y directores que han pasado por ahí. Siento que tiene un peso muy potente estar haciendo eso, en tiempos donde todo es efímero, donde una historia en Instagram dura 24 horas, donde se impone la urgencia y nada importa mucho y todo es éxito y productividad, yo siento un hogar en la idea de trabajar con la tradición a la que pertenezco".El sello de Mariano Tenconi Blanco no terminaría de definirse si no se habla de la insistencia por retratar personajes femeninos en su teatro. Su recurrencia, como casi todo, se explica en la patria de la infancia. Fue a un colegio solo para varones en La Paternal. Su recuerdo de esa experiencia no es nada estimulante: compañeros que únicamente juegan a la pelota, se empujan sistemáticamente y compiten para saber quién patea más fuerte, quién da el primer beso a una mujer, luego quién tiene sexo primero. De ese ambiente hostil, la contrapartida era el campo femenino de su casa, compuesto por su mamá y su abuela. Ese espacio era el lugar del cuidado, la seguridad y también dónde podía expresar inquietudes que eran atacadas en el entorno masculino: escribir, leer, dibujar. "La posibilidad de inventar un mundo mejor estaba asociada a las mujeres. Con mi abuela sentía que no era juzgado, que no tenía que cumplir con las demandas de la masculinidad, que son estúpidas y densas", piensa. Mariano viaja por estos días a Europa para estrenar la historia de cuatro maestras tomadas por la melancolía cuando la aparición de una mujer fantasma les permite conectar con un portal a otro mundo. En su caso, su umbral hacia lo distinto es, está claro, el teatro sagrado.